

19 de marzo de 2025
Solemnidad de San José – Patrono de la Iglesia Universal.
Mateo 1, 16. 18-21.24

“JACOB ENGENDRÓ A JOSÉ, EL ESPOSO DE MARÍA, DE LA CUAL NACIÓ JESÚS”
La Iglesia celebra en el día diecinueve de marzo la Solemnidad de su santo patrono San José esposo de María, de esta unión santa surgió la encarnación de Dios al mundo el Cristo Salvador de la humanidad. En José se pueden encontrar todas las cualidades de un hombre justo, honesto y sobre todo digno de liderar una familia.
Él guía por los caminos rectos y verdaderos que conducen a una realidad de esperanza y alegría y, gracias a su confianza en Dios, podemos vislumbrar un horizonte de amor, unidad y concretización de deseos y proyectos. Según el relato que tenemos del evangelio, podemos entender que José al principio tuvo una gran “decepción” en su vida, María estaba prometida a José y antes de vivir juntos resultó que ya esperaba un hijo. En condiciones humanas ordinarias, eso es algo muy difícil de aceptar, José deseó abandonar María y cambiar su vida.
Pero José tenía en su naturaleza la esencia de un hombre temeroso de Dios y que expresaba en su ser los misterios de amor y fe. Cuando vivimos basados en los sagrados misterios divinos pasamos de una existencia meramente terrenal para una existencia donde la entrega a Dios constituye el sentido de nuestra presencia en el mundo: así también era José.
Según la ley judía, él tenía todo el derecho de denunciar a María para que fuera condenada y sufriera las pesadas condenaciones de una mujer adúltera. La dignidad de José delante de Dios lo hizo querer simplemente abandonar a María para que ella no sufriera la maldad de los hombres detentores del poder religioso que podrían condenarla.
Así como el ángel anunció a María el misterio de la encarnación, también fue anunciado a José que lo que pasara con María era obra del Espíritu Santo y que él no debía temer en acoger a María. Y como toda persona justa y honesta, lleno de Dios en su corazón, José acogió a María y consecuentemente le transmitió cuidado, cariño y amor siendo ejemplo de padre y esposo para todos los hombres.
El misterio de nuestra fe nos hace contemplar al Cristo como la encarnación de Dios que resulta en la salvación del mundo, así tenemos la claridad que de la misma forma que María ya hacía parte del plan salvífico de Dios para la humanidad, José con su ejemplo deobediencia a los misterios de Dios también está insertado en ese plan de la gloria divina para el bien y santificación de los hombres de la tierra.
En la carta apostólica Patris Corde, se destaca el ejemplo de José en el servicio y entrega al Señor; él debe inspirar a todos a vivir el compromiso de fe, comunión y amor entre hermanos en una expresión de vida confiada a Dios.
Las lecturas complementarias de la liturgia están en perfecta sintonía para que comprendamos la venida de Jesús al mundo en correlación con el plan de Dios a partir de José. La primera lectura nos habla de la revelación del Señor a Natán en la profecía del segundo libro de Samuel (7, 4-5. 12-14. 16), donde dice que el Señor confirmará en la realeza al hijo de David.
Hoy muchos llaman a Jesús como el Hijo de David, reconociendo la realeza de nuestro Señor y haciendo una atribución al profeta Samuel. El salmo (88) trae un mensaje de unión con la profecía de Samuel, donde en una súplica inicial de acción de gracias el salmista demuestra que “cantará eternamente el amor de Dios”, y después presenta el juramento del Señor que garantiza el reinado de David.
De aquí, se seguirá según nuestra fe, que el reinado de Jesús no tendrá fin porque es el reinado de Dios, donde está la verdadera paz y el verdadero amor. La segunda lectura, tomada del apóstol Pablo en la carta a los Romanos (4, 13. 16-18. 22), nos habla de la descendencia de Abrahán al cual Dios prometió su herencia. Delante de la manifestación divina en la historia del pueblo de Israel, contemplemos a José que por gracia de Dios nos hizo conocer a Jesús el heredero del Señor de la vida.
Que, al celebrar la solemnidad de San José, se fortalezca en nosotros el ánimo de ser personas justas y dignas de Dios. Como comunidad eclesial, busquemos en nuestro patrono universal la inspiración necesaria para vivir en entrega incondicional, promoviendo el amor y la verdad divina en la misión de salvación y liberación de quienes están condicionados por las imposiciones del mundo.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
16 de marzo de 2025
II Domingo de Cuaresma – Lucas 9, 28-36

“MAESTRO, ¡QUÉ BUENO ES QUE ESTEMOS AQUÍ!”
La Iglesia entra en la segunda semana de cuaresma fortaleciendo nuestra fe y nuestro amor a Dios contemplando la gloria de Cristo por medio de su transfiguración. Siguiendo el plan litúrgico de este año, tenemos el mensaje del evangelio de Lucas que acrecienta el hecho de Jesús haber llevado Pedro, Juan y Santiago a lo alto de un monte para orar. Los evangelios de Mateo y Marcos no mencionan que fueran orar y destacan directamente el hecho de que Jesús se transfiguró.
Considerando el entendimiento primitivo de los judíos que la oración es una forma de comunicación con Dios, Jesús sube al monte Tabor para, junto con sus discípulos, transmitir de forma plena su comunión con Dios y revelar que, en el propio Cristo, se define el sentido verdadero de la manifestación religiosa basada en la ley judía, representada en Moisés, y también, se concretizan las profecías, representadas por Elías.
El mensaje nos habla que, durante la oración que Jesús hacía junto a los discípulos, hubo un cambio en su aspecto humano, lo que posibilitó a Pedro, Santiago y Juan ver la gloria de Dios en Cristo. Primeramente se destaca que la ropa de Jesús quedó brillantemente blanca, esto indica la pureza y santidad y que, por la gloria de Cristo, somos limpios por el supremo amor.
Algo muy significativo para la claridad del evento de la transfiguración, donde contemplamos la gloria divina de Cristo, está en el hecho del surgimiento de Moisés y Elías en medio de la oración. Eso nos revela la esencia de lo que debemos buscar al contemplar, reflexionar y rezar inspirados por el misterio de la transfiguración: la esperanza, la búsqueda y la realización deseada por todo el pueblo de Israel tiene su definición en la vida de Cristo, la cual debemos también unir a nuestra historia para fortalecer nuestro discipulado. La fe judía fuertemente contemplaba la figura de Moisés y la figura de los profetas.
En ellos, se resumía la profunda búsqueda de Dios del pueblo. Por consiguiente, la transfiguración de Jesús junto a Moisés y Elías, representa que la búsqueda espiritual y existencial de todo Israel en la historia, está concluida en Cristo.
Todo el evento de la transfiguración de Jesús se resume básicamente en cuatro puntos que refuerzan nuestra vida de esperanza y compromiso con el discipulado cristiano. El primero: Jesús y su proyecto no se corromperán por el mundo, por eso esperaba su condenación. El segundo: la promesa de su glorificación delante de todo lo que revelara y que le pasaría. El tercero: su naturaleza divina manifestada por la voz y la nube. Cuarto y último: la certeza que Jesús es la expresión clara y única de Dios en nuestra vida.
En la primera lectura (Gn. 15,5-12,17-18), Abraham es confirmado por Dios como su siervo. El pacto entre Dios y Abraham se sella con un sacrificio. El Señor, por su parte, concederá a los descendientes del patriarca la posesión de la tierra y la liberación. Podemos así mezclar ese mensaje del Génesis con la oración del salmista (Sal. 26), donde reconoce que en el Señor está la luz y la salvación. Si así es, ¿qué en el mundo nos podrá traer miedo y desesperanza?
En la segunda lectura, de la carta de San Pablo a los Filipenses, el apóstol acercándose al misterio de la transfiguración nos habla que Cristo nos configurará según su cuerpo glorioso, animando a la comunidad de Filipos a la contemplación del misterio de la cruz y de la resurrección, a la vez que por Cristo tenemos la certeza de la gloria. Sepamos vivir la valentía de la fe porque si el mundo nos trae incertidumbre, Cristo en su historia nos trae la Gloria de Dios.
Que la liturgia de este segundo domingo de Cuaresma nos auxilie, además de la mirada en la conversión penitencial, para profundizar nuestra caminada como discípulos de Cristo que reconocen en él la luz divina que lo hace ser glorificado delante de los hombres.
Que la gloria de Cristo transfigurado sea para nosotros el alimento que refuerce nuestro deseo de estar al servicio de la comunión del amor y la esperanza que nos hacen ser promotores de la justicia y de la paz, que transfigura los hermanos desfigurados por la maldad humana presente en el mundo.
Que no tengamos el deseo de Pedro de quedarnos en lo alto del monte contemplando a Jesús con la ley y las profecías, sino que después de contemplar y reflexionar sobre la transfiguración de Cristo en la eucaristía de este domingo, tengamos el ánimo de bajar del monte e ir a la práctica concreta del discipulado de Jesús para la promoción del Reino de Dios, de la que todos deben hacer parte.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
09 de marzo de 2025
I Domingo de Cuaresma – Lucas 4, 1-13

“ADORARÁS AL SEÑOR, TU DIOS, Y A ÉL SOLO SERVIRÁS”
La liturgia dominical del tiempo de cuaresma empieza presentándonos las tentaciones de Jesús después de asumir su misión tras el bautismo en el Jordán. Lucas, en el pasaje del bautismo, presenta a Jesús no sólo en su dimensión humana, como el hombre de Nazaret o el Galileo, sino también como el Hijo de Dios, el enviado del Padre para la liberación y la salvación del mundo.
Ya en el inicio de su vida pública, Jesús dividió opiniones entre la gente sencilla y los jefes políticos y religiosos por sus acciones que conducían a las personas a una vida de esperanza a la luz de la fe y del amor a Dios. Los relatos de las tentaciones de Cristo en el desierto destacan la fidelidad de nuestro Señor a la misión divina de hacer que todos conozcan la verdad que resulta del amor, la paz y la justicia y que reaviva en el pueblo la esperanza de vivir la libertad plena.
Los tres evangelios sinópticos relatan las tentaciones de Jesús de forma distinta. Para Mateo, Jesús “fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo”, con ello se muestra que la unidad entre Jesús y Dios hecha por el Espíritu Santo, además de constituir la santidad de Cristo, también impone una condición al hombre Jesús: en su humanidad, ha de sufrir las tentaciones mundanas cuando experimente el abandono de Dios. Marcos declara que “el Espíritu empujó a Jesús al desierto”, comprendiéndose de aquí que, asumir la misión de Dios, obliga a la experiencia de la negación de los poderes del mundo.
En el pasaje de Lucas, propuesto para este domingo, Jesús volvió del Jordán y “el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto”. Así, Lucas parece profundizar sobre los pasos de Cristo en el desierto de Judea, donde nuestro Señor, en medio de las provocaciones tentadoras del diablo, muestra su total integridad y su compromiso radical por el proyecto de Dios. De este modo, el Cristo que vence al demonio en el desierto, se convierte en la imagen clara de que las fuerzas malignas formada por los planes malévolos de los hombres de poder no pueden apagar la acción divina en la humanidad.
Jesús no comió nada a lo largo de cuarenta días y entonces tuvo hambre, relata el texto. Cuando se experimenta la debilidad y la necesidad, surge en el hombre la posibilidad de entregarse a las tentaciones diabólicas. El diablo, al tentar a Cristo para transformar las piedras en pan, recibe una respuesta contundente: el verdadero alimento es el que viene de Dios y, éste, nos sostiene en la realidad de la vida.
Entonces, el diablo ofrece los poderes del mundo, Jesús le contesta: “adorarás al Señor tu Dios y solo a él servirás”. La fidelidad a Dios es signo de compromiso y acogimiento de su plan de amor por cada uno de nosotros. Que nuestra vida sea un constante culto de adoración a Dios y expresión máxima de nuestra confianza en su gracia que, en Cristo, nos hace luchar por un mundo más fraterno donde reine la justicia y la paz.
Finalmente, el diablo quiere engañar a Jesús, tergiversando la palabra de Dios, para que Jesús en vez de asumir la voluntad del Padre que pasa por la cruz, se entregue al espectáculo religioso. Jesús responde taxativamente: “No tentarás al Señor tu Dios”. ¡No caigamos en la tentación de usar la palabra de Dios para justificar el mal o para apartarnos de la voluntad del Padre de la gloria!
La primera lectura (Dt. 26, 4-10) nos muestra al pueblo de Israel, que una vez liberado de Egipto, logra alcanzar la tierra prometida donde corre leche y miel. En agradecimiento, el pueblo ofrece a Dios las primicias de la cosecha. El pueblo que vivió la opresión, la miseria y la angustia y que clamaba al Señor, pudo contemplar las maravillas de una espera confiada en la acción divina.
El salmo (90) nos invita a reconocer que en el Señor está nuestro refugio y nuestra protección, supliquemos su permanencia junto a nosotros, especialmente cuando los dolores nos acometen en los desafíos de la vida.
En la segunda lectura, del apóstol Pablo a los Romanos, se proclama que la palabra de la fe está cerca, en nuestra boca y en nuestro corazón, y en esta harmonía con los misterios divinos, encontramos la salvación, sin quedar confundidos.
Que la eucaristía de este domingo, en la cual profundizamos las tentaciones de Jesús, sea fuente de inspiración para que coloquemos nuestra vida en Dios, sabiendo que somos tentados a negarlo para asumir los placeres engañosos del mundo. Que podamos tener en mente que la misión cristiana es siempre adorar a Dios y solamente a él servirlo de cuerpo y alma.
El diablo se marchó de junto de Jesús para tentarlo en otro momento, así pues, prestemos atención a las manifestaciones diabólicas que nos puedan llevar al distanciamiento de Cristo y a la negación de su discipulado. Que seamos siempre fieles a Dios por su revelación, para que transmitamos la verdad que salva y liberta a los hombres de las angustias del mundo.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
05 de marzo de 2025
Miércoles de Ceniza – Mateo 6, 1-6. 16-18

“CUIDAD DE NO PRACTICAR VUESTRA JUSTICIA DELANTE DE LOS HOMBRES PARA SER VISTOS POR ELLOS”
La Iglesia nos invita a entrar en la cuaresma reconociendo a través de la ceniza nuestra pequeñez humana delante de la magnitud de Dios y así seguir un camino de conversión basados en el amor y en la esperanza. En evangelio de la liturgia de la celebración nos trae un mensaje del sermón de la montaña en que Jesús orienta a sus discípulos a una vida plena según la naturaleza de los que aman a Dios y a él quieren servir.
Con frecuencia vivimos la vida haciendo nuestras actividades cotidianas, cumpliendo aquello que, tal vez, debemos hacer y a veces ni eso. Y cuando hemos hecho lo que consideramos necesario, nos entregamos con frecuencia al ocio, al no hacer nada productivo, y, no pocas veces, a fragilidades y vicios que consumen nuestras energías, que hacen que nuestras conciencias se tornen pesadas y nos atormenten, y que causan sufrimientos a las personas que nos rodean y a nosotros mismos.
Y así pasamos de día en día, de mes en mes, de año en año… perdemos energía, sufrimos, causamos sufrimientos y, cuando nos atormenta la consciencia, no pocas veces tratamos de anestesiarla dándonos justificaciones falsas, auto engañándonos o envolviéndonos en un sin fin de distracciones para evitar colocarnos frente a Dios y frente a nuestra verdadera condición. Y, no obstante, de repente sucede algo que nos hace como “despertar”, algún acontecimiento particular que nos sacude y que nos invita a “rasgar el corazón”, parar y reflexionar frente a Dios con el corazón en la mano… ¿qué he hecho?, ¿en qué me he convertido?, ¿quién eres Tú, mi Dios, para mí?, ¿hacia dónde quiero direccionar mi vida?
Súbitamente, nuestros ojos se llenan de lágrimas, porque sin grandes discursos internos, cuando apagamos las distracciones, los autoengaños y las falsas justificaciones, surge nuestra historia espontáneamente y, aunque confiemos en la bondad y misericordia del Dios que es lento a la cólera y rico en amor, nos llenamos de vergüenza, de indignación contra nosotros mismos, y frente al fardo de nuestros pecados y entre sollozos y lágrimas nuestro corazón oprimido suplica: “Ten compasión de tu pueblo, Señor, no entregues tu heredad al oprobio”.
Hoy es el día. Hoy escuchamos la voz del Dios de la vida, que por la pluma del profeta nos exhorta: “Conviértanse a mí de todo corazón”. Convirtámonos pues, con todo el corazón y con todo el ser, y si hemos puesto empeño haciendo el mal, volqueémonos con renovado empeño, con la gracia de lo alto, a hacer el bien. Lloremos nuestras culpas y delitos y supliquemos con voz entrecortada: “Crea en mí Señor un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme, no me arrojes lejos de tu rostro, no retires de mí tu santo espíritu”.
Es hoy, el día, es hoy, no es otro. “Ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación”. Llora, llora con confianza, que las lágrimas laven ese interior quebrantado. Pero no te quedes solo en las lágrimas, pues hay quien llora por mera emoción pasajera y no por la conversión que quiere Dios. Que a tus lágrimas sigan las obras buenas que Dios quiere de vos.
Hoy se inicia la santa cuaresma. Con el signo de la ceniza colocada sobre nuestras cabezas, volvamos a la casa del Padre, con corazón contrito, con oraciones, ayunos y obras de misericordia. Dios en la oración muestra nuevos caminos. Con el ayuno, Él fortalece nuestra voluntad y da temple al espíritu; en las obras de misericordia muestra su caricia a los demás, especialmente a los más desfavorecidos. Pero, hay que tener cuidado. Como Jesús advierte, se ha de practicar la oración, el ayuno y las obras de caridad sin caer en el exhibicionismo de los hipócritas, exhibicionismo que asegura en muchas ocasiones las alabanzas y recompensas humanas, pero que nos privan de la recompensa divina. Procuremos, en la medida de lo posible, realizar nuestras obras de piedad en lo secreto, y nuestro Padre que ve en lo secreto nos recompensará.
Hoy puedes preguntarte: ¿cómo está mi oración?, ¿cómo puedo profundizar mi relación con el Dios del consuelo?... Esto podría ser un norte en tu camino de oración. También puedes cuestionarte: ¿en qué superficialidades, vicios e injusticias estoy gastando mis energías, mi dinero y mi tiempo? Tú respuesta podría indicar el ayuno que Dios quiere que le ofrezcas.
Con respecto a las obras de amor, ¿estoy realmente atento para ayudar y socorrer a quien está a mi alrededor?, ¿Cómo puedo aliviar el sufrimiento de mi prójimo?, ¿podría apoyar económicamente a alguien que esté muy endeudado?, ¿puedo compartir mis alimentos con quien que no tiene lo suficiente para comer o beber?, ¿tengo acceso para dar una palabra de consuelo a alguien que esté preso?, ¿puedo ir a visitar a un enfermo?, ¿soy capaz de sentarme a escuchar con cariño al anciano?... ante el misterio del amor, muchas preguntas pueden hacerse. Dios quiera que no sólo nos hagamos las preguntas, sino que también las respondamos con una vida llena de compasión.
Que la oración nos posibilite encontrar en la profundidad de nuestro ser la voz del Espíritu. Que el ayuno nos permita experimentar corporalmente nuestra debilidad, para así tener misericordia de los padecimientos del prójimo. Que la caridad sea el gesto concreto que nos una con quien nos rodea… aún con aquellos que nos adversan. “Al que no conocía el pecado, Dios lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él”, nos recuerda el Apóstol. Contemplando juntos la entrega amorosa de Jesús en la cruz, no tengamos dudas de que somos amados por Dios con una ternura insondable.
Entreguemos nuestra vida en las manos del Padre celestial con plena confianza. Abramos nuestra existencia a Dios y al misterio del hermano que nos rodea, con un corazón rasgado y sensible. Entonces experimentaremos la alegría del perdón y la reconciliación divina, abriremos los labios y proclamaremos sin cesar las maravillas del Señor.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
02 de marzo de 2025
VIII Domingo del Tiempo Ordinario – Lucas 6, 39-45

“LO QUE REBOSA DEL CORAZÓN, LO HABLA LA BOCA”
La enseñanza de Jesús en el evangelio de este domingo provoca en nosotros la reflexión sobre nuestras debilidades y limitaciones humanas. La ceguera, mencionada al inicio del mensaje del Señor, hace referencia a la falta de conciencia sobre nosotros mismos y la preocupación continua en evaluar a los demás. La naturaleza de la espiritualidad judía del tiempo de Jesús direccionaba a la gente a un modelo de fe donde el primer deber estaba en juzgar el comportamiento de aquellos que no practicaban la ley de Dios.
La crítica de Jesús a los que controlaban la religión de los judíos se basa en la imposibilidad de hablar de Dios sin tener la intención de vivir el amor. Ese amor que Dios manifiesta en el mundo, por su misericordia a todos nosotros, es revelado y concretizado en Jesús, que es la luz que clarea el caminar de nuestra historia.
Jesús, al preguntar si puede un ciego guiar a otro ciego, enseña que frente a las visiones parciales y ciegas que tienen sus contemporáneos, él nos presenta la profunda experiencia del amor del Padre, que es la verdad más plena, la luz divina que guía a los que viven de la esperanza en Dios. El ciego, en las palabras de Cristo, es imagen de aquellos que dominaban la religión de su tiempo: los maestros de la ley, los escribas, los fariseos, los sumos sacerdotes, entre otros. Ellos, aun siendo autoridades religiosas, desconocían el más profundo sentido de la manifestación divina en la historia de la humanidad.
El pueblo de Israel buscaba guiarse por una luz libertadora donde la paz, el amor y la justicia para todos eran los elementos que formaban la verdad de la vida; no obstante, sucedía que ese mismo pueblo, debido a la fuerza opresora de los poderes políticos y religiosos, desconocía el camino de la verdadera libertad. Por ello, tanto el pueblo era ciego por desconocer el camino de la paz y de la justicia, como los líderes religiosos judíos lo eran, por desconocer la verdad de Dios manifestada en Cristo Jesús.
La hipocresía es un tema bastante condenado por Cristo, esto tiene su razón en el hecho de que debe haber una sintonía plena entre la fe y la práctica, la oración y la acción. Es imprescindible reconocer que todos somos débiles y limitados en medio de nuestra condición humana y no cabe a nadie hacer cualquier tipo de juicio banal sobre los otros. Toda persona que desarrolla su historia, según lo que Cristo presenta, se torna como un árbol sano que produce buenos frutos.
En cambio, los que se dejan dominar por la falsedad mundana, generan frutos de maldad y de indiferencia. El mensaje del evangelio se concluye con las palabras del Señor que nos orienta que “la boca habla de lo que el corazón está lleno”, por consiguiente, busquemos llenar nuestro corazón con la ternura amorosa de Cristo y hagamos y promovamos siempre el bien para todos.
La primera lectura (Ecl. 27, 5-8) nos habla sobre la mentalidad del hombre. La manera como una persona se comunica expresa su línea de pensamiento, así no se puede alabar un hombre sin conocer sus palabras, sus pensamientos y sus relaciones con el mundo. Que tengamos en nuestra boca siempre las palabras que expresen el amor y la fidelidad a Dios. En ese mismo sentido, el salmo (91) nos invita a la acción de gracias ante el Dios fiel y amoroso, que hace crecer y fructificar al justo.
En la segunda lectura (1Cor. 15,54-58), el apóstol Pablo exhorta al trabajo constante en la obra de Cristo: En Jesucristo está la victoria de la vida sobre la muerte. Si somos fielmente comprometidos con el proyecto del Reino de Dios, aun siendo seres corruptibles y mortales, nos tornaremos incorruptibles e inmortales por la gracia y benevolencia del Señor de la vida.
Que la eucaristía de este domingo, que abre la octava semana del tiempo ordinario y preanuncia la próxima cuaresma, apague en nosotros todo sentimiento hipócrita que nos aleja de Dios y que reavive en nosotros el deseo de vivir y anunciar el amor de Dios presente en nuestro corazón.
Que nuestra fe, que establece nuestro discipulado, sea siempre alimentada por el deseo de aligerar el peso en las espaldas de los hermanos que son condenados por una interpretación equivocada de la religión y que podamos evaluar nuestra debilidad para que, con la firme esperanza en la gracia de Dios, podamos caminar en la comunión y la verdad del amor divino de Cristo nuestro Señor.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
23 de febrero de 2025
VII Domingo del Tiempo Ordinario – Lucas 6, 27-38

“AMEN A SUS ENEMIGOS, HAGAN EL BIEN A LOS QUE LOS ODIAN”
En este séptimo domingo ordinario la liturgia sigue presentándonos sobre el discurso de la llanura, en que Jesús delante de la multitud orienta a sus discípulos a una vida conforme a la lógica de Dios. En este mensaje Jesús nos invita a la práctica del bien incondicional, nuestro pensamiento de Dios resume en un sentimiento de misericordia y bondad originarios de la fuerza infinita del amor divino. Después de orientar la multitud y también la misión de sus discípulos con las bienaventuranzas, Jesús nos guía por el camino de la ternura y de la paz que es completamente diferente de lo que era tradicionalmente enseñado a los judíos sobre todo por los religiosos.
La ley del talión interpretada a partir del código de Hammurabi popularmente impuso en la gente la idea de que el mal se paga con el mal, ese pensamiento influenció fuertemente el sentido religioso de los judíos y hasta hoy es razón de un gran peligro para la humanidad. En cambio, de eso, las palabras y actitudes de Jesús nos llevan a vivir en la perspectiva del amor. Así por el discipulado de Cristo somos provocados a vencer la maldad y la violencia por la gratuidad de la entrega fraterna para el crecimiento de la paz y del respeto universal.
El evangelio concluye con las palabras de Cristo sobre la medida que juzgas a los demás, si confiamos que Dios nos juzgará por la medida de su infinito amor misericordioso, nosotros también como cristianos debemos tener la conciencia de la necesidad de expresar nuestro deseo de misericordia a quienes no nos quieren.
La primera lectura nos presenta un mensaje del primer libro del profeta Samuel (26, 2. 7-9. 12-13. 22-23) que hace referencia a Saul y David dos reyes que tuvieron una relación de rivalidad y persecución, pero en el pasaje también nos habla de justicia y fidelidad. En el momento en que David podría eliminar a Saul no lo hizo temiendo el juicio del Señor, ejemplo que nos ayuda a comprender lo que Jesús quiere enseñarnos por el evangelio de este domingo.
En el Salmo (102) tenemos la expresión confiada de fe que habla “El Señor es compasivo y misericordioso” tengamos la certeza que si somos débiles y que frecuentemente ofendemos a Dios la fuerza de la compasión y misericordia divina nos sostiene y nos rescata del camino malvado del mundo. Así nuestra existencia debe resplandecer en nuestra realidad el amor sin distinción a todo lo creado por Dios.
En la segunda lectura San Pablo en la primera carta a los Corintios (15, 45-49) utiliza la literatura del Antiguo Testamento y presenta la figura de Adán, el primer ser humano, como representante de la humanidad caída y sujeta a la muerte, contrastándolo con Cristo, el segundo Adán, que trae vida espiritual y resurrección.
Que la Eucaristía de ese domingo nos lleve a comprender la naturaleza del amor divino de Jesús, sabiendo que si en el mundo existe la muerte por condena injusta y violenta en Cristo existe el amor, la paz y la misericordia donde encontramos la vida verdadera. Que nos amemos de cuerpo y alma, en espiritu y en verdad y que la ley de la paz no sea impuesta por los más fuertes y sí por los más débiles.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
16 de febrero de 2025
VI Domingo del Tiempo Ordinario – Lucas 6, 17. 20-26

“Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios”
Damos inicio a la sexta semana de la liturgia ordinaria de este año con el mensaje del llamado discurso de la llanura. Jesús al bajar del monte de las bienaventuranzas encuentra una gran multitud y les enseña el camino de una vida de esperanza en la verdad de Dios. Encontramos ese mismo discurso también en el evangelio de Mateo en el inicio del Sermón de la Montaña. Este es el más conocido por tratarse de uno de los mensajes más buscados en los evangelios.
Pero las investigaciones respecto a la sagrada escritura revelan que ese mensaje presentado por el evangelista Lucas es más original. En sentido interpretativo se puede considerar que el discurso de Mateo es direccionado especialmente a los apóstoles para formarlos para el trabajo misionero y el de Lucas a la gente que por diversas circunstancias buscaba fuerza, ánimo y consuelo en Jesús.
La gente que vino de varios lugares con ganas de acoger las palabras de Jesús y orientarse en el camino de la vida se unió a los discípulos y se puso atenta al Señor que predicó a todos las bienaventuranzas. Jesús consciente de las consecuencias de su misión, sobre todo a los que acogían el seguimiento a él haciéndose sus discípulos, junto a la multitud mira a los discípulos y les dijo que dichosos son los que sufren los dolores causados por los hombres dominadores del mundo, la pobreza, el hambre, el llanto, el odio y la exclusión y toda falta de amor y respeto.
Hay un bonito dicho popular que dice “la boca transmite lo que el corazón está lleno” las palabras de Jesús dichas en el sermón de la llanura expresa a nosotros que los sufrientes del mundo tienen el amor especial de Dios porque a ellos pertenece su Reino.
En las palabras de Cristo en este discurso está clara la enseñanza de que los que utilizan su existencia para tener una vida en favor de una gran fraternidad universal de amor que forma el Reino de la vida verdadera, por más que no sean aceptados dentro de las normativas mundanas estos tendrán su labor recompensada por Dios en la historia, así como pasó con los profetas.
Las estructuras de poder que dominaban el pueblo de Israel, en gran parte establecidas por las normas de la religión ponían los ricos, reyes y jefes de la ley como los “privilegiados” de Dios, Jesús en cambio clasifica esa gente como falsos profetas que encuentran su consuelo en elementos que no son divinos y que representan solamente la falsa alegría del mundo. En ese mismo sentido tenemos en la primera lectura la profecía de Jeremías (Je. 17, 5-8) que dice sobre la distinción del hombre que se aparta de Dios y del hombre que confía en Dios, mientras uno no consigue contemplar la vida en su verdad plena el otro el que confía en él Señor se preserva y fructifica en su existencia.
El salmista nos trae un mensaje de fortalecimiento de la esperanza y que nos pone en línea con el evangelio invitándonos a ser dichosos en la confianza en Dios (Sal. 1). En la segunda lectura el apóstol Pablo en la primera carta a los Corintios (15, 12. 16-20) profundiza nuestra misión de seguidores de Cristo a partir del misterio de la resurrección, los males del mundo generadores de muerte no pueden vencer al poder de Dios revelado por Cristo, la resurrección nos presenta que no debemos reducir nuestra historia en el mundo en las cosas de la vida sino por la esperanza en Dios.
Que la celebración Eucarística de este domingo nos lleve a la tranquilidad de la espera y de la confianza en el Señor para que seamos dichosos en saber que Dios tiene su mirada de amor y compasión por todos los que sufren en su carne los dolores de la humanidad.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
09 de febrero de 2025
V Domingo del Tiempo Ordinario – Lucas 5, 1-11

“POR TU PALABRA, ECHARÉ LAS REDES”
El llamado proceso de escucha es algo muy importante para alcanzar un determinado conocimiento, tener atención a las orientaciones de los más sabios y más experimentados que nosotros nos ayudan a crecer humanamente y socialmente. Así, debemos oír atentamente a Cristo y ser obedientes a sus palabras que nos llevan a conocer a Dios.
El evangelio de este quinto domingo ordinario nos presenta el mensaje del inicio del capítulo cinco de Lucas nos muestra la pesca milagrosa que hicieron los pescadores por el hecho de escuchar y obedecer las palabras de Jesús. En la orilla del lago de Genesaret, donde estaba Jesús, una gran multitud se juntaba alrededor de el para escucharlo y acoger la palabra de Dios. Es cierto que esa gente que allí estaba testimonió una gran manifestación divina de Jesús realizada en la vida de las personas sencillas y trabajadoras representadas por los pescadores.
El ambiente del milagro de Jesús relatado en ese mensaje no refleja un templo, una sinagoga o un santuario, sino un espacio que revela la cotidianidad de la gente que lucha para vivir honestamente y con dignidad. Es importante reconocer que ni siempre el trabajo del hombre resulta en algo satisfactorio, muchos trabajadores no tienen digno salario y muchas veces nuestros hermanos del campo sufren la perdida de la cosecha de su siembra debido a diversas causas naturales.
Igual pasaba con los pescadores que justo por aquel día por determinadas circunstancias no habían tenido éxito en su trabajo. Jesús mirando la condición del momento de los pescadores dijo a Simón: “Rema mar adentro y echad las redes para pescar”, ese pedido de Jesús es una invitación para una toma de decisión con fe y esperanza, a una vida con ánimo y valentía, a tener actitudes con sentimientos positivo en la búsqueda de la realización.
Dios manifiesta su gracia y poder en nuestra vida, pero él también espera que nosotros hagamos lo que nos toca, el Señor quiere que vayamos mar adentro inspirados en su amor y en la certeza de que él nos cuida y protege. Quedamos con el ejemplo de Simón pescador profesional, que conocía el mar, después de pescar toda la noche regresó sin peces y no cuestionó a Jesús sobre el pedido de ir mar adentro y dijo a él: “Por tu palabra, echaré las redes”, la obediencia a Jesús nos lleva a la realización, a la alegría, a saber, que lo que hemos buscado lo podemos alcanzar, al pensamiento positivo de la certeza de que todo saldrá bien.
La primera lectura (Is. 6, 1-8) ofrece un mensaje motivador para que nunca nos sintamos pequeños, porque creemos firmemente en un Dios que es Santo, lleno de gloria que se manifiesta por nosotros. El profeta Isaías se sentía perdido y pudo mirar la grandeza del Señor y por esa mirada se puso a servirlo.
El salmista expresa una profunda acción de gracias a Dios por el reconocimiento de su escucha en nuestras suplicas, toda forma de gratitud eleva nuestro espíritu y purifica nuestra alma, que nuestra fe sea sostenida en el conforte de saber que el Señor está atento a nuestras invocaciones (Sal. 137).
La segunda lectura el apóstol Pablo en la primera carta a los Corintios orienta sobre la vivencia firme del evangelio lo cual es fuente de salvación, el destaca el misterio de la resurrección como el centro de nuestro discipulado al Señor que debe siempre seguir adelante.
El Evangelio concluye con el mensaje del seguimiento y la exigencia de una respuesta concreta a los discípulos. Jesús dijo a Pedro “No temas, desde ahora serás pescador de hombres”, La invitación de Jesús es que la escucha de la Palabra debe conducir a las personas a una actitud misionera llevando al compromiso del anuncio del amor, la paz y la libertad.
Que esa eucaristía nos ayude a escuchar de manera más cercana a Jesús y acoger su llamado a ser pescadores de hombres y valientes anunciadores de la libertad y promotores del Reino de Dios.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
02 de febrero de 2025
IV Domingo del Tiempo Ordinario – 2 de febrero Fiesta de la Presentación del Señor y Jornada Mundial de la Vida Consagrada.
Lucas 2, 22-40

“MIS OJOS HAN VISTO A TU SALVADOR”
El cuarto domingo ordinario de la liturgia de este año coincide con el día dos de febrero el que la Iglesia celebra la fiesta de la presentación del Niño Jesús y también la jornada mundial de la vida consagrada. Jesucristo todavía como niño fue presentado en el templo por María y José, este hecho era religiosamente común entre los judíos, lo que hay de especial en la presentación de Jesús es que ahí andaba Simeón y Ana los cuales reconocieron al Niño como el Salvador anunciado por los profetas.
El pueblo de Israel por la fe aguardaba una acción divina concreta que lo libertaria de las tinieblas de la opresión establecida por los dominadores de los poderes político y religioso de la comunidad judía. Así, como la tiniebla es vencida por una luz, el profeta Simeón contempla en el niño presentado en el templo como la luz divina que vendría para iluminar las naciones y libertarlas de las tinieblas provocadas por la ignorancia de los hombres del mundo.
Simeón es considerado el profeta que concluye las profecías, él tenía en mente una revelación del Espíritu de Dios de que no moriría sin ver al Mesías del Señor anunciado por los profetas. Siendo él como nos habla el mensaje “un hombre justo y piadoso que esperaba el consuelo de Israel y el Espíritu Santo moraba en el” es decir un hombre que contemplaba profundamente los misterios divinos, fue movido por el propio Espíritu Santo al templo donde se encontró con el Niño Jesús. Todo el que se deja conducir por el Espíritu Santo llega a encontrarse con Cristo en la realidad de la vida, tengamos ese ejemplo del profeta Simeón como ayuda para inspirarnos en nuestro caminar.
La Iglesia atribuye el cántico de Simeón como el cierre de las profecías, porque el profeta entona jubilosamente la alegría de ver a Jesús y sentirse iluminado por Dios, si todos los pueblos buscasen vivir la experiencia de Simeón la humanidad viviría mejor los conceptos de paz y amor porque conocería la luz de Dios. La naturaleza de las profecías tenía un sentido de hacer revelar la promesa divina de salvación y de libertar el pueblo de toda opresión y esclavitud a través de la verdad de Dios.
Esa verdad es la luz de Cristo que conduce cada uno por las sendas de la paz y del amor, así Simeón al ver al Niño Jesús canta alegremente: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador” En Jesús está la salvación que viene de Dios porque sus palabras son luz que nos llevan por los caminos de la verdad que hace plena nuestra existencia.
En este día también popularmente se celebra en honor a la Virgen de las candelas exactamente por el hecho del evangelio hacer la mención del profeta que reconoció a Jesús como luz de las naciones, al ofrecer las oraciones de este día por la vida religiosa consagrada pidamos a la Virgen de la Candelaria que los religiosos y religiosas inspirados en Cristo sean fieles transmisores de la luz del santo evangelio y anuncien a Jesús como el salvador del mundo como hizo Simeón.
La primera lectura el profeta Malaquías (Mal. 3, 1-4) nos habla del envío del misionero el que prepara el camino para nosotros, este misionero es Cristo que nos hace caminar con esperanza por luz de la gracia divina. El salmo (23) nos muestra la alegría de la persona que sabe glorificar a Dios, “El Señor es el Rey de la gloria” dijo el salmista que se exalta de alegría porque confía en el Señor.
En la segunda lectura de la carta a los Hebreos (2, 14-18) el autor nos habla de nuestra unidad a Cristo, por la sangre como una formación familiar, la sangre que indica la vida para los judíos, que seamos siempre unidos a Jesús sabiendo que en él está toda la razón de nuestra existencia. Que la liturgia de este domingo nos purifique y nos haga vivir por la luz de Dios que es Cristo que brilla en los pueblos y naciones.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
25 de enero de 2025
Fiesta de la Conversión de San Pablo – Marcos 16, 15-18

“VAYAN POR TODO EL MUNDO Y PREDIQUEN EL EVANGELIO A TODA CREATURA”
La Iglesia en este día exulta en júbilo y gloria celebrando la especial fiesta litúrgica en honor a la conversión de San Pablo. Además de una profundización de nuestra fe pela contemplación de la historia de este que se tornó el principal anunciador de Jesús esta celebración también invita a nosotros al acercamiento de los misterios que llevó a su conversión. Saúl, primero nombre de Pablo, siendo el fiel a la ley judía no aceptaba a Cristo porque comprendía que el evangelio era opuesto a la ley de los judíos.
Así su práctica de persecución a los cristianos se justificaba por el hecho del evangelio confrontar la ley religiosa de su tiempo. Las instrucciones que recibió de los judíos como el mismo nos habla en el libro de los Hechos de los Apóstoles lo hizo un hombre de fe, pero no conocía la verdad divina revelada al mundo por Jesús.
Al camino de Damasco como ya nos muestra la primera lectura (Hc. 22, 3-16) donde iba a prender cristianos y traérselos para castigarlos en Jerusalén, Pablo tuvo una experiencia de la luz de Dios que lo hizo entender la distinción entre la oscuridad del mundo y la iluminación que la presencia de Jesús trae para la humanidad.
Esa luz comprendemos como una manifestación de Dios para Pablo que lo cuestionó: “Saúl, Saúl porque me persigues” Saúl al escuchar esa voz preguntó: “Señor, quien eres tú?” y recibió la respuesta: “Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues” Saúl entonces le dijo: “Que debo hacer, Señor”. En ese dialogo de Saúl con Jesús ya se comprende la naturaleza de la conversión de Saúl, eres decir que la escucha de la voz de Jesús ilumina nuestra caminada y nos convierte para la verdad.
Saúl era dominado por la mentira del mundo mismo siendo un hombre fiel a la ley religiosa de su tiempo, pero la atención y el acogimiento del mandato de Cristo lo hizo conocer la verdad y el amor y por esa verdad y por ese amor se cambió de perseguidor de Jesús para el gran misionero de Cristo y mayor predicador de su palabra y su nombre se cambió de Saúl para Pablo el nombre que lo identificó como seguidor y apóstol del Señor.
El mensaje del evangelio para la fiesta de hoy es de Marcos (16, 15-18), al cual nos habla del mandato misionero de Cristo a los discípulos “vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda creatura”. Este mensaje resume todo el significado de la vida convertida del apóstol Pablo. Como se puede imaginar la Iglesia sin contemplar los viajes misioneros de Pablo sobre todo por la Grecia? Sin profundizar su compromiso en formar comunidades cristianas en todo el imperio romano?
Celebrar la fiesta de la conversión del apóstol Pablo tiene el sentido de querer llenar nuestro interior con la verdad amorosa de Dios y compartir la paz universalmente para que así como nos enseña el salmo (Sal. 116) proclamemos con alegría que todas las naciones alaben al Señor.
Pablo nació en Tarso, ciudad de la actual Turquía, alrededor del año diez, escribió algunas cartas con el fin de fortalecer la fe de las comunidades que fundó. Su intensa vida apostólica fue coronada con el martirio en Roma hacia el año sesenta y siete.
Que la fiesta eucarística de la conversión de San Pablo nos anime en la entrega a Cristo y a su evangelio para que estemos siempre abiertos para el camino de la luz de Dios y renovemos constantemente nuestro deseo de estar en servicio del reino como misioneros incansables a ejemplo del apóstol Pablo.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
19 de enero de 2025
II Domingo del Tiempo Ordinario – Juan 2, 1-11

“ESTE FUE EL PRIMERO DE LOS SIGNOS QUE JESÚS REALIZÓ EN CANÁ DE GALILEA; ASÍ MANIFESTÓ SU GLORIA Y SUS DISCÍPULOS CREYERON EN ÉL”
Después de las solemnidades y fiestas litúrgicas que marcan el tiempo de Navidad y también la contemplación del bautismo de Jesús que da inicio a su vida pública, la Iglesia abre la segunda semana del tiempo ordinario de este año de dos mil y veinte cinco con el mensaje inicial del capítulo dos del evangelio de Juan que nos presenta el evento de las bodas de Caná al que Jesús realizó su primera señal divina en que transformó el agua en vino.
En medio del maravilloso significado de este mensaje se contempla también el hecho de estar presente la madre de Jesús a cual ella tiene fundamental participación en el contexto de este relato del evangelista Juan. Una celebración de bodas indica un sentimiento máximo de amor entre dos personas que se unen para vivir una única historia, pero además del amor que es el elemento principal una boda debe ser un momento de fiesta en que la felicidad es compartida. Siempre que realizamos una fiesta invitamos familiares y amigos promovemos un ambiente alegre y compartimos comida, bebida y disfrutamos de bellas canciones y bailamos. El vino es muy especial en la cultura judía, siendo una bebida sagrada y presente en muchas celebraciones y tiene varios significados, entre ellos: símbolo de abundancia, bendición, alegría, conmemoración y también unidad entre Dios y su pueblo.
La falta de vino en una fiesta judía torna la celebración incompleta y con un sentido de vacío, la madre de Jesús preocupada con la importancia del momento al cual estaban todos insertados, al saber que ya no tenía vino en la boda dijo a su hijo Jesucristo “ya no tienen vino”, Jesús consideraba que aún no debía manifestar sus señales divinas que serían incomprensibles a los hombres y dijo a su madre: “mi hora todavía no ha llegado”, María sabiendo de los misterios de Dios presente en su hijo y que serían fuente de una nueva vida para todos dijo a los sirvientes: “Hagan lo que Él les diga” ese pedido de María revela el conocimiento que tenía ella respeto a la naturaleza de su hijo.
La primera señal de la divinidad de Jesús se pasa por medio de la transformación del agua que fueron puestas en las tinajas presentes en local de la boda que eran utilizadas para la purificación de los judíos. Si las tinajas y el agua representaban elementos de purificación el vino representa la alegría concretizada en el amor celebrado en la boda, y si los maestros de la ley y fariseos que controlaban la religión impusieran un sentido de fe pesado al pueblo debido la búsqueda de estar religiosamente “puros” Jesús suaviza la vida religiosa del pueblo ofreciéndoles el vino de la alegría y del amor compartido entre los que verdaderamente viven para Dios y son peregrinos de la esperanza. La primera señal de Cristo para el mundo indica para nosotros que por la transformación del agua en vino nuestra vida también es transformada por la presencia de Jesús.
La religión que debido a la necesidad de las personas esteren espiritualmente purificadas era pesada y de difícil contemplación para los judíos, Jesús la hace leve, alegre y amorosa por la grandeza de la compasión y misericordia de nuestro Señor. Así la gente reconoció en Cristo la gloria de Dios y crecía la fe de sus discípulos, las bodas de Caná de Galilea nos trae la certeza que en Jesús está la fuerza milagrosa que transforma la vida de incertidumbre de los hombres para la suprema alegría y esperanza en una vida llena de amor y de gracia divina.
La primera lectura el profeta Isaías (Is. 62, 1-5) también hace referencia a la alegría de una vida confiada a Dios y que hará las naciones contemplar la gloria y la justicia del Señor como es el significado más pleno de una boda, el profeta dice: “como un esposo se alegra con la esposa”. El salmo (Sal. 95) nos ayuda a contemplar la grandeza de Dios inspirándonos a profundizar el mensaje de las bodas de Caná donde nos es presentado el vino de la alegría de una nueva vida, así el salmista nos invita a “cantar al Señor un cántico nuevo”.
En la segunda lectura el apóstol Pablo en la primera carta a los Corintios (12, 4-11) nos enseña a vivir la unidad en el Espíritu del Señor mismo que haya diferentes dones y aspectos entre nosotros la vida en el Señor debe estar siempre en comunión por el Espírito de Dios.
Que la eucaristía deste segundo domingo ordinario nos posibilite desfrutar del vino ofrecido por Cristo y así como en las bodas de Caná nuestra realidad de discípulos del Señor sea siempre transformada en la plena alegría para que glorifiquemos a Dios autor de la vida y de todas las cosas que existen. Que acojamos la orientación de María para que hagamos todo lo que el Señor Jesús nos pide para que nuestra vida tenga siempre el vino de la alegría, de la paz y del amor.
Padre Marcelo Oliveira, SVD - Nicaragua
12 de enero de 2025
Fiesta del Bautismo del Señor
Lucas 3, 15-16. 21-22

“CUANDO TODO EL PUEBLO ERA BAUTIZADO, TAMBIÉN JESÚS FUE BAUTIZADO”
Con la fiesta del bautismo del Señor la Iglesia concluye el tiempo de Navidad y empieza la primera parte del tiempo ordinario insertándonos en la realidad de la vida pública de Jesús. Durante más o menos treinta años Jesús vivió de manera muy semejante a toda persona, estuvo con su familia, ejerció su trabajo y acompañó muy cerca la condición social y política de la gente al cual él mismo pertenecía. Luego que recibió el bautismo de Juan en el Jordán, hubo un cambio en la condición existencial de Jesús que pasó a no solamente ser una persona de gran valor humano y espiritual, pero se tornó un ser profundamente mesiánico con una naturaleza esencialmente divina.
El bautismo de Jesús también se comprende como un segundo nacimiento, por el misterio de Belén Dios se humaniza en Jesús y por el bautismo en el Jordán nace la revelación del plan y el deseo de Dios para la humanidad el cual es manifestado al mundo en el hombre de Nazaret hijo de José y María.
Así con el bautismo de Jesús nace para nosotros la vida en Dios por medio de las enseñanzas del evangelio en donde hemos sido liberados de los males del mundo y caminamos para la salvación en la vida eterna. Una pregunta que muchos hacen es porque razón Jesús quiso ser bautizado siendo Él, el propio Dios encarnado como humano junto de nosotros.
El bautismo con el agua hecho por Juan tenía un sentido de purificación, es decir limpiarse de los pecados y de la maldad del mundo que por nuestra debilidad nos hace ser vulnerables. Con su bautismo Jesús expresa su necesidad de unirse plenamente a la realidad humana “Cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado” (Lc. 3, 21), pero con una gran distinción, el mundo no puede condicionar a Cristo al que es impuro, al mal y la indignidad delante de Dios. Al ser bautizado Jesús presenta a nosotros una vida según la guía del Espíritu Santo que nos lleva a contemplar la verdad del amor, de la justicia y de la paz.
Mucho se habla de los lugares que marcaron la historia de Jesús y que lo presentan con algunos títulos como el “Niño de Belén”, “Jesús de Nazaret”, “Jesús el Galileo”, sería conveniente también reconocer el “Jesús del Jordán” el “Jesús del bautismo” que es el Jesús mesiánico, el hombre que asumió su divinidad del Hijo de Dios que conduce la humanidad a la vida fraterna en comunión de fe y esperanza por la luz y gracia del Espíritu Santo.
Con la inserción de Jesús en la realidad del mundo por su bautismo, el cielo se abre para que todos los que buscan la vida en el Señor acojan al Espíritu Divino que Dios envía como paloma y nos hace conocer la complacencia del Padre en el Hijo como concluye el mensaje del evangelio “Bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo: ‘Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco” (Lc. 3, 22). Así también nosotros con nuestro bautismo bañados con el agua recordando el acontecimiento del Jordán acojamos el mesianismo de Cristo el ungido del Padre y nos hacemos seres mesiánicos y asumamos el trabajo de discípulos de Jesús misioneros del Reino de Dios.
En la primera lectura el profeta Isaías (42, 1-4. 6-7) habla del Siervo de Yahvé el que por su alianza con Dios será el libertador y salvador universal al cual su luz brillará sobre las naciones tal cual hoy lo reconocemos en Jesús.
El salmista nos invita a escuchar la voz del Señor y a glorificarlo porque de él recibimos la paz, así como la voz de Dios por acción del Espíritu Santo fue escuchada desde el cielo en el bautismo de Jesús acojamos jubilosos el salmo que nos invoca a escuchar de la voz potente y magnífica del Señor.
En la segunda lectura el apóstol Pedro en el mensaje del libro de los Hechos de los Apóstoles exhorta a todos a una vida en la presencia de Dios a través del discipulado de Cristo que después del bautismo de Juan anunció la paz a los oprimidos de Israel porque el propio Dios caminaba con él.
Que esta eucaristía en la cual festejamos el bautismo del Señor Jesús profundice en nosotros el sentido mesiánico de la fe que es tener una vida unida a Cristo escuchando la voz de Dios y como discípulos bautizados anunciemos la buena nueva de la paz y de la justicia y seamos promotores de la libertad a los oprimidos para que todos conozcan la luz del camino donde peregrinamos con esperanza.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
05 de enero de 2025
Solemnidad de la Epifanía del Señor
Mateo 2, 1-12

“VIERON AL NIÑO CON MARÍA, SU MADRE,
Y CAYENDO DE RODILLAS LO ADORARON”
La Iglesia celebra en el mero día seis de enero la Epifanía del Señor contemplando así la manifestación de Dios en la realidad del mundo a través de Jesús, pero por ser una solemnidad dentro de la navidad recomendase que esa celebración se haga en un domingo. Entonces cuando el domingo no coincide con el día seis, la Epifanía se celebra en el domingo después del primer día de enero.
Siguiendo esa normativa litúrgica de la Iglesia en este domingo profundizamos en la eucaristía la gloriosa manifestación divina de Jesucristo y el mensaje del evangelio que ilumina nuestra mente para esta celebración está en el inicio del capítulo dos de Mateo que presenta la ida de los Magos de Oriente hacia Belén de Judá para ver el Niño Jesús que acabara de nacer. La venida de los Magos indica para nosotros que en Jesús, Dios se encarna en la realidad humana del mundo haciéndose presente en los pueblos y culturas posibilitando la humanidad salir de las tinieblas y vivir en plena luz de amor, justicia y paz.
En medio de la oscuridad del mundo representada por el poder dominador del rey Herodes que al saber del nacimiento del Niño Jesús buscó saber dónde lo encontraba para matarlo tenemos la luz de la verdad de Dios manifestada junto de nosotros que renueva nuestra esperanza y nos trae alegría y ánimo, ciertos que la fortaleza de Dios nos sostiene y que el camino hacia él está abierto para todos los que quieren promover la paz.
Los Magos del Oriente instruidos por Herodes fueron hacia Belén mirando la luz de la estrella que los puso exactamente en la dirección del Niño Jesús, la luz ya había llenado el corazón de los Magos de alegría por sentir que algo nuevo y revelador estaba por pasar. Al encontraren al niño y con María los Magos reconocieron el misterio divino que cura, sana y libera los hombres de la maldad y de la esclavitud, y entonces pasaron a adorar al niño se pondo de rodillas y al comprender que estaban delante del verdadero sentido sagrado de la religión lo ofrecieron oro, incienso y mirra.
La experiencia del encuentro de los Magos con el Niño Jesús y María nos enseña que los que celebran en espirito y en verdad la navidad de Jesús y el misterio de la concepción de María contemplan y dejan guiarse por la luz de Dios a ejemplo de los Magos siendo conducidos por la estrella de Belén. El sentido de la guía de esta estrella nos pone en un elemento muy importante de nuestra vida de fe que es la conversión y el abandono de la manipulación odiosa de los que quieren imponer su plan de dominio sobre los demás.
Los Magos se fueron ver al niño a pedido de Herodes para que al encontrarlo pudiesen lo comunicar para matarlo, pero los Magos después de encontrar al niño con su madre y adorarlo no volvieron a dónde Herodes y marcharon a su tierra por otro camino. Esa actitud de los Magos nos lleva a la comprensión de que toda persona que acoge el misterio de la presencia de Jesús en el mundo no es manipulado por la falsedad de los hombres malos que no tienen en su corazón el sentimiento puro de respeto, unidad y fraternidad.
En la primera lectura el profeta Isaías transmite un mensaje de alegría y esperanza al pueblo de Jerusalén diciendo que por la manifestación del Señor todos caminarán por su luz porque resplandece la gloria de Dios (Is. 60, 1-6).
El salmo nos presenta una alabanza de quien vive de fe y sabe que el Señor siempre manifiesta su gracia sobre los que reconocen su fuerza, “florecerá en sus días la justicia y reinará la paz sobre la tierra” (Sal. 71).
En la segunda lectura el apóstol San Pablo en la carta a los Efesios (3, 2-3. 5-6) habla del misterio de la revelación que el Espírito Santo lo posibilitó tener y que antes no se había sido revelado a los hombres, pero es cierto que por el evangelio podemos reconocer que los apóstoles y profetas ya tenían en su interior la naturaleza del misterio que ahora es manifestado a todas las personas incluso los paganos.
Celebremos esa solemne eucaristía de la Epifanía del Señor con máxima alegría en la certeza de que Dios ha manifestado su poder y gloria en nuestra vida por medio de su encarnación en el niño Jesús y como los Magos de Oriente sigamos la luz que nos lleva a la paz y salvación y alimentemos nuestro deseo de ser peregrinos de la esperanza.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
01 de enero de 2025
Solemnidad de Santa María Madre de Dios
Jornada mundial de la paz
(Lucas 2, 16-21)

“Y MARÍA CONSERVABA TODAS ESTAS COSAS, MEDITÁNDOLAS EN SU CORAZÓN”
La Iglesia nos invita a empezar el año con la solemne eucaristía rogando al Señor que la humanidad busque la paz y también en honor a Santa María Madre de Dios. El papa Paulo VI instituyó en la Iglesia en el año de 1967 el día primero de enero como el día mundial de la paz ya la fiesta de Santa María Madre de Dios surgió en el siglo IV. Es la primera celebración mariana que surgió en la Iglesia occidental.
El primero de enero fue llamado la “Octava del Señor”, recordando el rito que se realizaba ocho días después del nacimiento de Jesús, donde se proclamaba el evangelio de la circuncisión. En esta solemnidad la liturgia nos presenta el mensaje de los versículos dieciséis al veinte uno del evangelio de Lucas que nos habla del entusiasmo de los pastores después de encontrar a María, José y el Niño Jesús en el pesebre de Belén.
En la certeza de todo lo que era anunciado por los profetas se realizaría en el niño que acabara de nacer, los pastores comunicaban a todos que en el Niño Jesús es el gran misterio divino para el bien de todas las personas. Celebrar en honor a María reconociéndola como madre de Dios nos lleva a contemplar un profundo amor divino que nos inspira a tener una vida entregada al plan de Dios revelado por Cristo.
Miremos como nosotros venimos al mundo, por medio de un vientre materno así desde que nacimos nuestra primera relación humana de cariño y afecto es con nuestra madre. Así también pasó con Jesús y María tuvieron por voluntad de Dios una relación humana basada en la ternura divina. La humanidad siempre vive en constante búsqueda de la paz y la paz para el pueblo de Israel era la liberación de la opresión y maldad de los reyes, imperadores y de los que dominaban la religión.
La liberación anunciada por los profetas y que haría la gente vivir en paz sería presentada por Jesús y eso los pastores al encontrar el niño transmitirán a la gente y todos quedaban admirados sobre todo por la esperanza que se concretizaría y María como presenta el evangelio “conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”.
La primera lectura (Num. 6, 22-27) nos muestra la revelación de Dios a Moisés bendiciéndolo para que pueda guiar el pueblo por los caminos de la salvación. En el salmo (66) contemplamos la súplica que dice “que el Señor nos de su gracia y bendición”. La segunda lectura el apóstol San Pablo a en la carta a los Gálatas (4, 4-7) habla de la venida del Hijo de Dios a través de una mujer para la liberación de la esclavitud.
Con esos mensajes litúrgicos acojamos en nuestro corazón el verdadero sentido de la venida de Jesús, que nacido de María, es el gran signo de la paz que Dios nos proporciona. Esa solemne celebración nos remete al reconocimiento de la grandeza de María madre de Dios porque en ella el Señor nos ha presentado la liberación del mundo y salvación de la humanidad por el vientre de María conocemos y recibimos la paz del amor de Dios.
Que en este nuevo año renovemos nuestro compromiso de ser promotores de la paz y de la justicia del reino de Dios inspirados en María como peregrinos de la esperanza. Que la paz y el amor de María reinen en el corazón de la humanidad en ese año que ha llegado.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
31 de diciembre de 2024
Misa de Acción de Gracias por el año que termina
Juan 1, 1-18

“LA LUZ BRILLA EN LAS TINIEBLAS Y LAS TINIEBLAS NO CONSEGUIRÁN DOMINARLA”
En la última eucaristía del año somos invitados a presentar en el altar del Señor nuestro sentimiento de acción de gracias por todo lo vivido. Toda persona desea vivir en paz y felicidad por medio de la realización de sus planes y proyectos. Lo que pasa es que ni todo acontece conforme planeamos y sí dentro del llamado “Kayrós” es decir el tiempo de Dios.
Hoy se concluye un tiempo cronológico de nuestra historia, vivimos muchas experiencias alegres y tristes que en verdad deben ayudarnos a crecer humana y espiritualmente para seguir adelante como verdaderos “peregrinos de la esperanza” como nos exhorta la Iglesia en la celebración del jubileo 2025. El evangelio de este día nos presenta el mensaje del prólogo de Juan donde contemplamos la Encarnación de Dios en Jesucristo para que el mundo conociera la verdad y la gracia que forma la vida en plenitud.
Como personas de fe que se reconocen discípulos del Señor, buscamos contemplar la luz de Dios en medio las tinieblas del pecado, de la división, del odio, la violencia, la guerra y la injusticia que comprometen la edificación de una sociedad justa y fraterna donde el amor y la paz son realidad. Agradecemos a Dios por su presencia junto a nosotros que nos presenta la verdad que nos conduce a la salvación y la alegría de un pueblo iluminado por la luz de las palabras de Jesús que son enseñanzas de vida eterna. Toda maldad presente en el mundo indica la falta de reconocimiento de Dios por medio de Cristo que vino a estar con nosotros y camina junto a nosotros a lo largo de nuestra historia.
En la primera lectura de la primera carta del apóstol Juan tenemos la orientación de que el anticristo vendrá y que muchos anticristos ya vinieron que son los que niegan que la verdad de Dios para el mundo es el Cristo Señor de la vida y de la historia. El salmo nos invoca a contemplar la grandeza de Dios donde el cielo se jubila y la tierra se exulta porque tenemos la certeza que es Él que gobierna cielos y tierra.
Que la eucaristía de conclusión de este año tenga el profundo sentido del deseo de vivir nuestra fe en espíritu y en verdad con gratitud a Dios por su amor y misericordia revelado a nosotros. Siempre en la certeza de que él, es nuestra luz, fuerza y esperanza. Tengamos el deseo de oírlo, amarlo y seguirlo con alegría y entusiasmo y que todos estén insertados a la mesa santa de la fraternidad universal compartiendo la paz y la amistad de hermanos hijos de Dios.
Ofrecemos al Señor en la mesa sagrada de la comunión eucarística los pobres, enfermos y desesperanzados para que el Verbo Divino la Palabra eterna que es el Dios encarnado en la humanidad sea fuente de renovación y felicidad para todos en la certeza que la Luz del amor y de la salvación brilla en las tinieblas y las tinieblas jamás conseguirán dominarla.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
29 de diciembre de 2024
Domingo de la octava de Navidad – Sagrada Familia – Lucas 2, 41-52

“ÉL BAJÓ CON ELLOS A NAZARET Y SIGUIÓ BAJO SU AUTORIDAD. SU MADRE CONSERVABA TODO ESTO EN SU CORAZÓN”
En el domingo de la octava de Navidad la Iglesia celebra en honor a la Sagrada Familia y contempla esa institución como un santuario de la vida donde debe reinar la comunión de amor mutuo, perfecta unión y esperanza en la gracia de Dios. Después del recibimiento del misterio divino del nacimiento de Cristo la humanidad es invitada a reconocer en la unidad de José, María y el Niño Jesús la unión sagrada de una familia que vivió las adversidades del camino humano.
Es lógico que la familia donde Jesús fue generado y creció solo podría ser llamada de sagrada porque de ella resulta la encarnación de Dios, pero es importante considerar otros aspectos que son realidades en todas las familias incluso la de Jesús. El nacimiento de Jesús como ya conocemos bien se pasó en medio a dificultad de una familia sin aporte económico ni acogida social, pero la historia de María y José antes mismo del surgimiento del Niño Jesús ya destaca que en esa unión está claramente presentado los misterios de la salvación.
Así al celebrar este domingo la fiesta de la Sagrada Familia la Iglesia nos presenta el relato según Lucas de la ida de Jesús, María y el Niño Jesús a Jerusalén siguiendo la costumbre de los judíos para la celebración de la Pascua. En una de esa peregrinación, cuando Jesús ya tenía doce años, José y María perdieron en el camino de regreso se percataron que el Niño no caminaba con ellos, imaginemos la angustia de los padres de Jesús por perder a su hijo.
En esta referencia podemos relacionar a diversos padres de familia que pierden un hijo para la maldad del mundo como la violencia y las drogas. Al retornaren a Jerusalén en búsqueda del hijo, José y María tres días después lo encuentran exactamente en el templo lugar del culto y de manifestación de fe y amor a Dios. Allí estaba el Niño Jesús en un hecho interesante que ya indica su naturaleza divina que tiempos después constituiría su misión de Salvador de la humanidad. Jesús todavía muy pequeño se puso en medio de los maestros de la ley escuchándolos y haciéndoles preguntas.
En esta acción del Niño Jesús se puede comprender el buscaba cuestionar los líderes religiosos no por interés de recibir las orientaciones de los que dominaban el pueblo judío por la transmisión de la fe, pero para poder demostrar a los demás que ya desde muy pequeño ya conocía el camino hacia Dios porque en él mismo estaría la revelación.
Tengamos esa certeza en nuestra vida de fe que nos hace ser peregrinos de la esperanza, el la presencia del Niño Jesús en el templo cuestionando a los jefes de la religión está la futura revelación del plan divino para la salvación de la humanidad. María al encontrarlo y como madre advertir su hijo recibe la respuesta del Niño “¿Porque me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?” Esa forma de expresión del Niño Jesús, nos transmite el entendimiento que él es el portador de los misterios de Dios para el sentido de la verdadera religión.
En la primera lectura del libro de Eclesiástico (3, 2-6. 12-14) el autor nos pone cerca de cuarto mandamiento de la ley de Dios, al decir del significado de la honradez, la familia en su dignidad de institución divina debe establecerse en el honor sobre todo a los padres. El salmista nos exhorta a un elemento esencial en toda la vida y principalmente en la comunión familiar que es la alegría. Temer al Señor, vivir la esperanza en él y seguir sus caminos nos hace dichosos a todo momento (Sal. 127).
La segunda lectura el apóstol Pablo (Col. 3, 12-21) nos habla del amor, fuente de unidad y paz en las familias y nos invita a revestirnos de los dones divinos que nos lleva a plenitud del amor expresado mutuamente. Que la eucaristía de este domingo de la fiesta de la Sagrada Familia nos inspire en José y María que confiados en Dios tuvieron la fuerza y la esperanza para seguir adelante basados en el amor.
Que las familias reconozcan la autoridad divina de los padres y todos los miembros conserven las enseñanzas de Jesús en el corazón como nos habla el evangelio en “él bajó con ellos a nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón”.
En esa fecha especial en que contemplamos la Sagrada familia, no nos olvidemos de la Exhortación Apostólica Amoris laetitia del Papa Francisco sobre el amor en la familia transmite un mensaje de que la familia es un reflejo de la Trinidad y que debe constituirse como "Amor". El documento aborda una amplia gama de temas relacionados con el matrimonio y la vida familiar.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
24 de diciembre de 2024
Natividad de nuestro Señor Jesucristo
Lucas 2, 1-14

“NO TEMÁIS, OS TRAIGO UNA BUENA NOTICIA, LA GRAN ALEGRÍA PARA TODO EL PUEBLO”
La celebración del nacimiento de Jesús es una invitación para que toda la humanidad viva la alegría de unirse en la gran fiesta universal de la paz. La fraternidad cristiana junto al altar celebra en acción de gracias por el hecho de Dios venir a estar junto de nosotros, el mundo necesitado de amor, solidaridad y justicia podrá ahora ser guiado por la luz de la verdad revelada humanamente por el propio Dios por acción del Espíritu Santo en el Niño que ha nacido.
En el mensaje del evangelio para esta solemne eucaristía tenemos el anuncio del ángel a los pastores sobre el nacimiento del Mesías el Salvador y Señor de la humanidad. Por razones políticas el emperador Augusto ordenó un censo en toda la tierra para conocer al pueblo y así establecer normas de aumento de impuestos, fortalecer el ejército y así constituir su dominio económico y militar.
La obligatoriedad de cumplir las órdenes establecidas por los poderosos del imperio hizo José y María salir de Nazaret para irse registrar en Belén. En esa circunstancia de obediencia política que ofende y hacen las personas sufrir Dios se reveló para la humanidad. Estando en Belén, lejos de su hogar y sin posibilidad de un alojamiento digno, María, embarazada del Niño Jesús, recibió por gracia de Dios al Salvador de toda la humanidad.
El nacimiento de Jesús en condiciones subhumanas, en la pobreza, en la indignidad en medio a los animales de un pesebre nos enseña que es en medio al sufrimiento, al llanto, la opresión, el miedo y la desesperanza que Dios viene a estar con nosotros. Los pastores que representan la gente sufrida, explotada y desesperanzada, pasaban todo el tiempo cuidando de su rebaño caía la oscuridad de la noche y ellos seguían velando fueron los primeros a recibir el anuncio del ángel de que naciera el Salvador.
En el anuncio del ángel encontramos el mensaje de Dios para vivir la alegría de su gloria y alimentarnos nuestra valentía de con fe y esperanza para servir siempre al Señor por la promoción de su reino. “No temáis, os traigo una buena noticia la gran alegría para todo el pueblo”, esa gran alegría es la certeza que Dios nunca nos abandona en todos los momentos de la vida el Señor nuestro Dios viene para junto de nosotros y nos fortalece en su amor y su paz plenamente concretizada en Cristo.
En la primera lectura el profeta Isaías (Is. 9,1-6) que siempre anunció su esperanza en Dios, entona un canto de alegría por la fidelidad de Dios, que se revela como luz en las tinieblas del mundo. Dejarse inundar por esta luz significa alcanzar la verdadera alegría. El escenario de muerte, dolor y angustia se supera a la luz de un nuevo tiempo de paz.
El salmo (95) nos invita a una constante alabanza a Dios a través de un nuevo canto porque nació la salvación que viene del cielo, el salmista subraya el aspecto misionero de la fe y anticipa un tiempo en que todas las naciones reconocerán al único Dios.
En la segunda lectura(2Tt, 11-14) Tito ayudante en la misión del apóstol Pablo nos presenta una catequesis en que nos enseña que la gracia de Dios manifestada en Cristo es la salvación del mundo así el nacimiento de Jesús es fuente de renovación de nuestra vida.
Que la liturgia de la Navidad de nuestro Señor Jesucristo nos haga dejar las diferencias y divisiones buscando la paz y la armonía entre hermanos. Que la estrella de Belén nos guíe hacia la esperanza y la luz en medio de la oscuridad. La Navidad es una oportunidad para reflexionar sobre el significado más profundo de la vida que es el amor y la comunión. Que el nacimiento de Jesús nos recuerda que la humildad y la sencillez son virtudes valiosas y la solidaridad, la bondad y la compasión son valores universales.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
22 de diciembre de 2024
IV Domingo de Adviento
Lucas 1, 39 - 45

“¿QUIEN SOY YO PARA QUE ME VISITE LA MADRE DE MI SEÑOR?”
La liturgia del último domingo del adviento ya nos inserta al misterio de la Navidad, así en la celebración de este día somos invitados a través del evangelio de la visitación a contemplar con amor, fe y esperanza el sentido de la encarnación del Hijo de Dios.
Al recibir el anuncio del ángel de que quedaría embarazada pela acción del Espírito Santo, María ya se hace misionera de Dios y sigue a visitar su prima Isabel que también andaba embarazada a la espera del que sería el gran profeta Juan Bautista. En este encuentro se puede contemplar que el misterio de la salvación ya se acerca a concluirse, la antigua alianza se apunta para su fin y el plan divino de amor y paz que presenta una renovación de la vida del pueblo ya se aproxima a concretizarse en una nueva alianza.
Al cerrar nuestra caminada dominical de preparación de la navidad estamos invitados a reflexionar sobre el sentido del encuentro. Por la venida de Jesús al mundo Dios viene a encontrarnos, en medio a diversos sentimientos que tenemos en nuestra realidad, ya sea de dolor, alegría, angustia, realización o desesperanza la navidad de Jesús nos enseña que Dios no abandona su pueblo y da la certeza que con en su amor podemos vivir en esperanza.
Al encuentrar alguien que amamos, sobre todo cuando hace tiempo que no lo vemos nuestro corazón se transborda de gozo. Así con la visita de María la criatura saltó en el vientre de Isabel que llena del Espírito Santo saluda la madre del futuro Salvador del mundo amorosamente y en su humildad dice: “Quien soy yo para que me visite la madre de mi Señor”. El salto de alegría del niño en el vientre de Isabel indica que la verdad de las profecías serán su esplendor en el niño engendrado en María.
El mensaje de la visitación tiene un fuerte carácter misionero, ala vez que nos provoca a luz de la fe al compromiso del encuentro. La vida de los discípulos de Cristo es marcada pela característica de la caridad compartida en el sentido de animar los que por alguna razón estan tristes.
Así el discipulado tiene en su naturaleza la visita a los enfermos, pobres y desesperanzados. La visita de María a Isabel destaca que la felicidad humana se costiuye por la unidad con Dios, la cercanía de Juan Bautista y Jesús todavia en el ventre de sus madres nos revela que la esperanza de la humanidad tiene su plenitud en el misterio de la encarnación del Hijo de Dios.
En la primera lectura nos es presentada la profecía de Miqueias (5, 1-4) en un pasaje muy pertinente en que él animaba el pueblo a vivir la esperanza de la gracia de Dios porque el Salvador ha de venir, así el profeta garantizaba en la realidad del pueblo la fidelidad de Dios.
En el salmo (79), Israel el pueblo de Dios es llamado de viña del Señor, esa expresión muy presente también en los evangelios tiene un tono distinto hecho por el salmista que suplica a Dios por la restauración de la dignidad de la gente haciendo conocer la salvación por su luz que brilla en el mundo.
En la segunda lectura de la carta a los Hebreos (10, 5-10) el autor exhorta que en Cristo la humanidad conoce la voluntad de Dios y todos estamos invitados a responder con un estilo de vida coherente y fiel a la misma voluntad. Que la eucaristia de este domingo sea para nosotros una verdadera experiencia del encuentro con Dios que por Jesús viene a estar junto de la humanidad y que a ejemplo de la misión de María al visitar su prima Isabel acojamos la nueva alianza para la salvación del mundo.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
15 de diciembre de 2024
III Domingo de Adviento
Lucas 3, 10 - 18

“MAESTRO, QUE DEBEMOS HACER?”
En la tercera semana del tiempo de adviento la Iglesia nos invita a celebrar los misterios de nuestra fe en la alegría de una vida en el Señor. La cercanía de la navidad de Jesús llena de esperanza el corazón de todos que se alimentan de la fe en Dios y expresan su amor a los demás.
El tercer domingo de adviento es llamado de Domingo Gaudete, que quiere decir domingo de la alegría. Para ese día toda la comunidad eclesial que muy pronto celebrará la venida de la encarnación divina al mundo inspirada por la esperanza en Dios se jubila en la exhortación del apóstol Pablo cuando dijo a la gente de Filipos “alegraos, siempre en el Señor” (Fl. 4, 4).
El evangelio de esta celebración tiene especial destaque a la persona del profeta Juan Bautista que realizaba bautismos insertando las personas en los misterios de Dios. Así es importante que hagamos un retorno al sentido de las profecías las cuales alimentaron la esperanza del pueblo en una nueva vida, liberada de la esclavitud y de la opresión impuesta por los líderes de la sociedad y de la religión.
La gente se percató que Juan Bautista predicaba algo diferente de lo que las personas estaban acostumbradas a escuchar sobre la manifestación de Dios. El profeta Juan anunciaba algo concreto y real sobre la acción de Dios junto al pueblo que esperaba la realización de todo lo que antes ya habían anunciado los demás profetas.
Por el reconocimiento de lo que era anunciado de Dios por Juan Bautista era verdadero y su plena manifestación se acercaba, la gente lo preguntaba “maestro, que debemos hacer?”, la respuesta del profeta demuestra la clara intención de conducir el pueblo por los caminos de la unidad, de la comunión que resulta en la paz universal. Compartan la vida y la realidad, sin ganancia ni explotación, practiquen el respeto mutuo considerando el derecho de cada uno tener su dignidad y poder realizarse en su existencia así decía el profeta. Con esas palabras Juan Bautista anuncia una nueva sociedad sostenida en la ley de Dios que será presentada en el verdadero Mesías el Hijo de Dios que Juan tenía como misión anunciar su venida y preparar su llegada.
En la primera lectura el profeta Sofonías anuncia la victoria del amor, en cual da testimonio también de la fuerza de Dios: en lugar de amenazas, alegría; en lugar de miedo, esperanza; en lugar de opresión, diálogo; en lugar de ganancia, solidaridad.
El salmo que también es una profecía (Is. 12) nos trae la expresión de fe y alegría del profeta Isaías diciendo: “El Señor es mi Dios y Salvador”. Dios es quien gobierna y conduce el camino de los que quieren amar y servir y por ese sentido existencial tienen el ánimo divino.
La segunda lectura el apóstol Pablo mismo estando en situación de cárcel expresa su alegría de tener vida en Dios e invita a los Filipenses a no entregarse al desánimo y la tristeza para que busquen siempre ánimo en el Sañor (Fl. 4, 4-7).
Que la liturgia de este domingo de la alegría nos ayude a saber y reconocer que la alegría verdadera que da sentido a nuestra vida está en servir al Señor confiando en su bondad practicando sus enseñanzas para que todos tengan esperanza y amor para caminar en comunión de hermanos alegres en la certeza de la gracia de Dios.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
12 de diciembre de 2024
Solemnidad de la Virgen de Guadalupe
Lucas 1,39-48

“BENDITA TÚ ENTRE LAS MUJERES Y
BENDITO EL FRUTO DE TU VENTRE”
La Iglesia celebra solemnemente en el día doce de diciembre una de las principales manifestaciones de fe y amor a la madre de Jesús. El culto en honor a la Virgen María con el título de Nuestra Señora de Guadalupe es la mayor devoción mariana de América Latina y una de las mayores del mundo. Según relatos históricos, la Virgen de Guadalupe se apareció al indio Juan Diego el 9 de diciembre de 1531 en el cerro del Tepeyac, en la Ciudad de México. La Virgen le dijo que era la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios. Le pidió que cortara rosas de castilla que habían florecido misteriosamente en lo alto del cerro y las llevara al obispo Juan de Zumárraga.
A principio el obispo resistió a recibir el indio Juan, le hacía poco caso de lo que le era transmitido por el indígena, después de un tiempo de su insistencia el obispo ya impaciente decidió acogerlo y entonces pasó algo sorprendente que hasta hoy es fuente de fe y admiración por los católicos. Cuando Juan Diego mostró las flores al obispo, se apareció milagrosamente la imagen de la Virgen en su ayate. Delante de tan grande señal de la Virgen, el obispo ordenó la construcción de una ermita donde Juan Diego viviría y custodiaría el ayate.
El culto a la Virgen de Guadalupe se extendió rápidamente y favoreció la difusión de la Fe cristiana entre los indígenas, la historia de la aparición de María al indio Juan Diego es, sobre todo, signo de una opción profunda por los humildes, desamparados y desesperanzados. De hecho, su diálogo comienza con un indígena y se irradia desde los márgenes de la ciudad, entre la gente sencilla y abandonada. En agosto de mil novecientos diez (1910) el Papa Pio X la declaró patrona de América Latina y Emperatriz del continente.
El evangelio de esta solemnidad nos presenta el mensaje del inicio libro de Lucas donde relata la visitación, después de recibir el anuncio del ángel, María sube una región de montañas para visitar su prima Isabel. Este gesto indica misión, caridad y compartir sabiendo que la gracia de Dios iluminara la vida de María y así ella se engrandecería en el misterio de la salvación por la llegada de su Hijo que sería el salvador del mundo.
La primera lectura la profecía de Isaías (7, 10-14) hace un prenuncio de la revelación en que por el nacimiento del hijo de una virgen al cual se llamaría Emmanuel Dios quedaría con nosotros. El salmo nos habla de alguien que demuestra su confianza en la bondad libertadora de Dios diciendo “Señor, que la tierra conozca tu bondad y los pueblos tu obra salvadora” (Sal. 66). El apóstol Pablo en la segunda lectura (Gal. 4, 4-7), destaca el sentido de la profecía de Isaías al decir que la venida del Hijo de Dios es el surgimiento de la plenitud de los tiempos.
Que la liturgia de esta Solemnidad nos haga fortalecer nuestra fe y reforzar nuestro compromiso misionero de generar esperanza y paz a los desamparados del mundo como nos inspira la aparición de la Virgen María al indio Juan Diego en Guadalupe y, tengamos las mismas palabras de Isabel que por reconocimiento de que María es la madre del Salvador del mundo digamos en oración constante a la madre del Señor que “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
08 de diciembre de 2024
II Domingo de Adviento
Lucas 1, 26-38

Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María
“YO SOY LA SIERVA DEL SEÑOR, CÚMPLASE EN MÍ
LO QUE ME HAS DICHO”
La Iglesia inspirada por el dogma de la Inmaculada Concepción celebra solemnemente en el día ocho de diciembre en honor a Virgen María. Sabemos que es una fecha dentro del tiempo de adviento en el cual nuestra atención se dedica en la preparación para la venida de Cristo al mundo la gran revelación de Dios Encarnado que celebramos en Navidad. En este sentido la Iglesia no pretende hacer una interrupción en el tiempo de adviento, sino destacar y contemplar uno de los personajes más importante de este tiempo, María la madre de Jesús.
Nuestra fe católica reconoce que si Jesús es el Hijo de Dios el Verbo Divino Encarnado en el mundo para la salvación de la humanidad, María fue la elegida para que este esplendido y santo misterio se realizase. Así, María no podría ser una mujer cualquiera, pero santa en su naturaleza y que vino al mundo con la misión de presentar a nosotros el portador de la promesa de liberación anunciada por los profetas.
La devoción a María se basa en el entendimiento que para ella ejercer tan gran función en el plan de la encarnación divina solamente sería posible si ella fuera completamente pura y libre del pecado original, así la Iglesia reconoce la madre de Jesús como la concebida sin pecado eres decir sin macula (sin maldad-Inmaculada) desde su concepción lo que hace recibir el nombre Inmaculada Concepción.
La Iglesia siempre entendió que María tuvo un papel muy importante en todo el panorama de la historia de la presencia de Cristo en la humanidad, por eso, la admira con amor, y entiende que por sus virtudes es una poderosa intercesora junto a Jesús. En está solemne fiesta de amor y devoción a Virgen María la Iglesia nos presenta el mensaje de la anunciación, María una mujer pobre y humilde tiene una revelación del ángel Gabriel que enviado por Dios la transmite la noticia que ella siendo plenamente agraciada por Dios tendrá un hijo y en este hijo el mundo conocerá la gloria de Dios y encontrará la salvación.
La humildad de María la hizo a principio no comprender de inmediato lo que se pasara, ella misma se preguntara como una simple mujer pobre y pequeña sería digna de generar el Hijo de Dios Altísimo. El ángel al comunicar que el Espirito Santo descendería sobre ella citando el ejemplo de su prima Isabel, María de jubila en el Señor entregando a Él cierta de su gracia y bendición y al elevarse a Dios diciendo sí a la misión exclama que eres la “sierva de Dios y que cumpla sobre ella la voluntad divina”.
Contemplando la entrega de María en la solemnidad de reconocimiento que en ella no existe maldad y que eres concebida no pleno amor de Dios, dejemos guiarnos pela Luz del Espirito Santo y llenemos nuestro corazón de amor, paz y caridad según el ejemplo de la madre de Jesús.
La primera lectura (Gén. 3, 9-15. 20) nos pone frente al drama humano del pecado. En los relatos de la Creación habían quedado definidos los elementos de bondad que forman la comunión con que todo fue creado. Sin embargo, el hombre y la mujer decidieron romper esa harmonía rebelándose contra el plano divino, como consecuencia vino el caos y la irresponsabilidad.
Frente al interrogante de Dios ni hombre ni mujer asume su responsabilidad (el hombre responsabiliza a la mujer y la mujer rebota a la serpiente). El hombre y la mujer, creados a imagen y semejanza de Dios, con la posibilidad de estar siempre en comunicación y participación de los atributos de Dios, no fueron capaces de controlar en sus instintos y dejaron guiarse por el egoísmo y el placer, allí está el origen de todos los males que destruyen la vida.
El ser humano tiene la misión de vencer el mal desde el centro de su propio ser y así promover la verdad del amor divino. Jesús encarna ese ser ideal y nos ofrece el camino para lograrlo. Eso nos muestra la segunda lectura , donde San Pablo en la carta a los Efesios(1, 3-6.11-12) enseña que el ser humano no ha sido creado para vivir sometidos al fracaso sino que, por mediación de Jesucristo, somos contemplados y llamados para vivir la gracia de ser hijos e hijas de Dios.
Que la liturgia de la Solemnidad deste domingo, en que contemplamos la grandeza humana y espiritual de María, nos haga sentir en el más hondo de nuestro ser las maravillas del Señor y elevemos nuestro cántico de fe y esperanza como es presentado en el salmo (Sal. 97) “Cantemos al Señor un cántico nuevo, pues ha hecho maravillas”.
Que sepamos vivir las maravillas de Dios que camina con nosotros sin nunca nos abandonar, así con María aprendemos que nuestro Dios nos exige que estemos siempre en dialogo, vivenciando experiencias de perdón, de respeto hacia el otro, de acogida y misericordia. La anunciación de Maria es también experiencia de vocación por que Dios se ha apropiado de la pequeñez, de la fragilidad de sus creaturas para continuar sus designios aquí en la tierra. Que la pureza de María nos ayude a ser dignos discípulos, entregados a Dios y sostenidos por la fuerza del Espíritu Santo guiados por la Luz de Cristo.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
01 de diciembre de 2024
I Domingo de Adviento
Lucas 21, 25-28. 34-36

“SE ACERCA LA HORA DE SU LIBERACIÓN”
En el primer domingo de adviento damos inicio al nuevo año litúrgico, así vamos empezar este domingo la liturgia del año dos mil veinte cinco en el ciclo C, el cual caminaremos guiados por la luz del evangelio de Lucas.
Es posible percibir la característica más original de la obra lucana gracias a los seis milagros y las dieciocho parábolas, que no encontramos en los demás evangelios. Presta especial atención a los pobres y a las víctimas de la injusticia, a los pecadores arrepentidos, acogidos por el perdón y la misericordia de Dios.
El pueblo de Israel fortalecido en su esperanza por el anuncio de los profetas esperó su liberación de los reinos opresores del mundo. Las profecías que encontramos en la Sagrada Escritura son mensajes de ánimo para un pueblo que caminaba en la oscuridad a seguir adelante buscando la superación de los males del mundo con la certeza que un día la fuerza suprema de Dios sería manifestada en la humanidad y por esa fuerza el mundo se libertaria del pecado y por esa liberación sería relevado al mundo la salvación divina.
Reconocemos en Cristo el verdadero Rey y Señor del cielo y la tierra porque en el podemos conocer la revelación divina que nos hace vivir en amor, paz, justicia y libertad. Esos elementos que forman el Reino de Dios son presentados al mundo por Jesús, así la humanidad sedienta de vida recibe por medio de Cristo la liberación. Al celebrar el tiempo de adviento estamos preparando nuestro corazón acoger la luz de la verdad que trae paz al mundo, que es Jesús.
El hecho de la humanidad de no conocer Dios antes de su encarnación en Cristo hace que vivamos el adviento de forma penitencial usando el color morado, pero esa penitencia se cambiará en jubilo y gloria en la navidad. Entramos en ese tiempo de preparación para celebrar la venida de nuestro Salvador contemplando el mensaje del capítulo veintiuno de Lucas que nos dice “se acerca la hora de su liberación”, en Cristo somos liberados del pecado y del camino del mal, porque él es el amor, la verdad y la paz.
No son los poderosos de este mundo quienes tendrán la última palabra. El dominio de los que se consideran dioses llegará a su fin, porque el verdadero Dios vendrá en la navidad de Cristo. El tiempo de la angustia, del miedo y de la opresión será cambiado por el tiempo de la gracia, del amor y de la luz que nos lleva a la libertad en Dios. Celebremos este tiempo en profunda oración y vigilantes a la manifestación de Dios en la humanidad renovemos nuestra esperanza en la bondad y en la misericordia divina presente en Cristo.
En la primera lectura tenemos el relato de que el pueblo de Israel, en uno de los momentos más trágicos de su historia, recibió del profeta Jeremías la esperanza de que “el Señor es nuestra justicia”; en otras palabras, la salvación completa del pueblo que sufre y está cansado. se alcanzará, contrariamente a la fantasía de otras promesas(Jr.33,14-16).
El salmo nos muestra la súplica de quien quiere seguir el camino de la salvación y sabe que ese camino es revelado solamente por Dios, por eso habla: “Descúbrenos, Señor, tus caminos”(Sal. 24).
La segunda lectura de la primera carta de San Pablo a los Tesalonicenses (3, 12-4, 2) el apóstol nos invita a la práctica del amor vivirnos la santidad a los ojos de Dios, así como el Señor ha manifestado su amor por nosotros en su relevación por la venida de Cristo también debemos por el acogimiento de Jesús en nuestra vida realizar un discipulado cristiano agradable a Dios.
Que la eucaristía de este domingo nos haga entrar en el tiempo de adviento con el deseo de purificar nuestra existencia a través de la oración y vigilancia atentos a los misterios de Dios revelados por su encarnación en la venida de Cristo.
Padre Marcelo Oliveira, SVD - Nicaragua
24 de noviembre de 2024
Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario – Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo
Juan 18, 33-37

“MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO”
En el trigésimo cuarto domingo ordinario la Iglesia concluye solemnemente el año litúrgico con la celebración en honor a Jesucristo Rey del universo, en esta celebración honramos y glorificamos a Jesús como el guía supremo de nuestra vida y Señor de nuestra historia. La popularmente llamada celebración de Cristo Rey es reciente en la liturgia de la Iglesia. Fue instituida en el año de mil novecientos veinte y cinco (1925) por el papa Pio XI a través de la encíclica “Quas Primas” (En el Primero) que habla sobre el Reinado de Cristo. Es importante destacar que en este día la Iglesia también celebra en conmemoración a los hermanos laicos que por la fe y reconocimiento de Cristo dan vida al discipulado de la promoción del Reino de Dios al cual Jesús es el Rey y Señor.
Los versículos del treinta y tres al treinta y siete del capítulo dieciocho del evangelio de Juan que el ciclo B de la liturgia nos presenta en esta celebración la grandeza humana y divina de Jesús que lo hace el verdadero Rey del mundo. Jesús estando en un dialogo con Herodes es cuestionado si Él era el Rey de los judíos, el Señor primeramente le contesta si Él decía eso por sí mismo u otros le habían dicho. Esa pregunta de Jesús tiene su sentido en el pensamiento de muchas personas seguidoras de Cristo por el camino de Jerusalén incluso los discípulos, que imaginaban que al llegar en la ciudad de Jerusalén centro del poder político y religioso de Israel Jesús tomaría el poder y sería coronado rey.
Sobre eso, podemos tener como ejemplo el pedido de Santiago y Juan para que se sentaran uno a la derecha y otro a la izquierda de Jesús en su Reino glorioso (Mt. 20, 20-28; Mc. 10, 35-45), como también la propia entrada de Jesús en Jerusalén la cual celebramos en el domingo de ramos (Mt. 21; Mc. 11; Lc. 19; Jo. 12). El pensamiento de los que siguen a Jesús y lo miran como un rey según la lógica del mundo donde prevalece el total dominio y control de los demás es totalmente equivocado.
El reinado de Jesús en nada tiene que ver con la dinámica del mundo, al decir a Herodes que su Reino no es de este mundo, nuestro Señor quiere enseñar a la humanidad que, si los grandes reyes del mundo alcanzan el poder por la fuerza opresiva, el Reino de Dios que Cristo vino a promover se constituye por el amor, la justicia, la paz, la comunión y la libertad. El poder que Cristo presenta al mundo no es exactamente una amenaza a Herodes, porque ambos viven reinos antagónicos donde uno se establece por el dominio, la exclusión y la muerte y el otro por la unidad, el respeto y la esperanza. En el Reinado de Jesús no hay esclavos, oprimidos y desesperanzados como es en la realidad de los reinos del mundo, en los lugares en que Cristo es el Rey el amor substituye el odio, la libertad substituye la opresión, la caridad substituye la condenación y todos viven la verdadera felicidad.
En la primera lectura (Dn. 7, 13-14) el mensaje apocalíptico de Daniel guiados por el horizonte de la plenitud del Reino de Dios, una visión en la que el profeta contempla cuatro animales monstruosos saliendo del mar, representando los reinos que persiguieron y oprimieron al pueblo de Israel. A diferencia de los seres malignos, la continuidad del texto proclama la gloria de Señor porque su reinado será instaurado y no tendrá fin. El salmo se conecta con la profecía de la primera lectura diciendo “Tú eres Señor, el Rey de todos los Reyes” (Sal. 92). La segunda lectura un mensaje del inicio del libro del Apocalipsis anuncia que Cristo es el “príncipe de los reyes de la tierra”. Aunque los poderes del mundo creen dominar todas las cosas, es Dios quien estableció la victoria y grandeza de Jesucristo en el corazón de la humanidad. Que la solemne celebración de Este domingo que cierra el año litúrgico nos haga caminar con alegría y esperanza anunciando que el verdadero Reino es el que Cristo gobierna con su amor y su bondad transmitiendo a todos la gracia y bendición de Dios.
Padre Marcelo Oliveira, SVD - Nicaragua
17 de noviembre de 2024
DOMINGO XXXIII TIEMPO ORDINARIO
MARCOS 13, 24-32

“EL CIELO Y LA TIERRA PASARÁN, PERO MIS PALABRAS NO PASARÁN”
En el trigésimo tercer domingo del tiempo ordinario, la Iglesia nos invita a rezar en comunión universal de fe, esperanza, amor y solidaridad hacia todos los pobres. Cada año la Iglesia celebra en el penúltimo domingo del tiempo ordinario la jornada mundial de los pobres como una fuerte expresión del discipulado de Cristo, que, por la entrega de su vida a la misión del anuncio del Reino de Dios, vivió la pobreza material. Siguiendo la liturgia del ciclo B tenemos el mensaje del versículo veinte cuatro al treinta y dos, del capítulo trece de Marcos, que nos enseña que en Dios está todo el sentido de la historia humana. En las palabras de Jesús está caracterizada la vida como don de Dios y que está condicionada a la búsqueda de la felicidad y de la realización. La comprensión de este mensaje está marcada por expresiones impactantes, que llevan mucho a pensar en la posibilidad del fin de los tiempos, se basa en la realidad de las comunidades del evangelio de Marcos.
Esas comunidades eran marcadas por un sentimiento de desesperanza debido a situaciones de vulnerabilidad de la vida de las personas sujetas a guerras, persecuciones, opresión, calamidades y otras circunstancias que cerraban el horizonte a la dignidad de la gente. La gran tribulación de la que Jesús habla en el inicio del mensaje que hace referencia a las profecías que anunciaron la caída de los grandes imperios y reinados opresores del pueblo y que la promesa instaurada por la fe en Dios del pueblo de Israel sería cumplida mediante la parusía (segunda venida de Cristo). En ese lenguaje apocalíptico de Jesús está la enseñanza del surgimiento de un proceso de liberación por el reconocimiento de que por el propio Cristo el Reino de Dios sería instaurado en la humanidad. El ejemplo de la higuera indica la nueva vida en que el mundo será transformado de una realidad de muerte dominada por el miedo, angustia y tragedias para un sentimiento nuevo de elevación de amor, de esperanza y de caridad.
En las palabras de Jesús está revelada al mundo la verdad de Dios que humaniza cada persona a una vida fraterna en comunión, generando los frutos de paz, justicia y salvación para todos. Todo lo que está ligado a Dios es eterno y la misión de Jesús junto de nosotros constituye el camino de la vida eterna. La expresión de Jesús “cielos y tierra pasarán” revela a nosotros la debilidad de los poderes mundanos delante de la fuerza de Dios presente en las palabras de nuestro Señor que siempre serán la verdad que justifica nuestra existencia y que jamás pasarán. En la primera lectura siguiendo el sentido de renovación de la esperanza del mensaje del evangelio, el profeta Daniel (12,1-3) anuncia que las potencias del mal nunca podrán vencer la fuerza del Reino de Dios que está por venir. Así también, tanto en el salmo (115) como en la segunda lectura (Heb.10,11-14.18) tenemos una oración que nos ayuda a reconocer que en la fuerza de Dios está el refugio de los sufridores y desesperanzados.
El salmo nos presenta la súplica que dice: “enséñanos Señor el camino de la vida”, la segunda lectura nos acuerda que por el sacrificio de Cristo podemos santificar nuestra vida. Que la celebración de este trigésimo tercer domingo ordinario renueve nuestra esperanza en la gracia de Dios, poniendo en el altar del santo milagro eucarístico todos los pobres y excluidos del mundo, sabiendo que el mal y toda forma de exclusión nunca prevalecen ante la fuerza del amor y la fraternidad. Como pueblo que camina por la luz de Cristo sostenido por la verdad divina seamos solidarios como hermanos hijos e hijas de Dios, con los que no pueden dignificar su historia en el mundo por la influencia de los que dominan los poderes sociales. Como discípulos del Señor y de la vida, anunciemos con nuestra fe que la primavera viene para todos y que la ley de Dios presente en las palabras eternas de Jesús nos animan y fortalecen, en el compromiso de formar el Reino de la unidad y de la paz donde los más pobres y humildes son elevados a la vida en plenitud.
Padre Marcelo Oliveira, SVD - Nicaragua
10 de noviembre de 2024
DOMINGO XXXII TIEMPO ORDINARIO
MARCOS 12, 38-44

“YO LES ASEGURO QUE ESA POBRE VIUDA HA HECHADO EN LA ALCANCÍA MÁS QUE TODOS”
Entramos en la trigésima segunda semana ordinaria de este año litúrgico con el mensaje de los versículos treinta y ocho al cuarenta y cuatro del capítulo doce del evangelio de Marcos donde podemos rezar y reflexionar a partir de dos preguntas provocativas, que son: ¿cómo nos presentamos delante del Señor y qué ofrecemos a él? Primeramente, en el evangelio de este domingo Jesús hace una alerta para que no practiquemos una religión sin sentido espiritual, sin amor a Dios y a los hermanos, de carácter meramente personal, con deseo de exaltar a nosotros mismos nos poniendo arriba de los demás y dando destaque a nuestra propia persona como hacían los grupos farisaicos. Los escribas que eran personas de fuerte influencia social debido sus conocimientos de la ley, la política, la religión y toda la dinámica que formaba la realidad del pueblo de Israel se ponían como las personas más importantes de la sociedad y tenían actitudes que generaba falsedad, exclusión y mala interpretación de Dios, lo que más serbia para confundir la mente de las personas.
En esa situación Jesús habla a sus seguidores: “Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes”. Esa advertencia de Jesús no se puede entender apenas como una crítica a la soberbia y orgullo de los escribas, pero sí a partir del entendimiento de como esas personas buscaban instituir la fe junto a la gente. La intención de Jesús es concientizar a todos que la religión de la fe en Dios no se debe constituirse con niveles de supremacía social o alguna división cualquiera, la verdadera religión de la fe en el Dios de la vida se establece por la unidad de hermanos y la entrega al Señor en la certeza que su gracia nos sostiene.
En contraste con esas actitudes de los escribas y demás miembros del grupo farisaico, también tenemos relatado en la mensaje la acción de una mujer viuda que junto a los que depositaban grandes ofrendas al altar del Señor ella solamente puso dos monedas de pequeño valor, es importante que tengamos en mente como las viudas eran clasificadas en la comunidad religiosa del tiempo de Jesús, debido al patriarcalismo que resultaba también en machismo la gente miraba las viudas con total sentimiento de exclusión lo que hacía ser mujeres ampliamente desechadas de la sociedad religiosa. Esa condición de la mujer viuda hizo que Jesús en su bondad y misericordia la mirara con amor, Jesús se percató que ella llegó delante al altar no para dejar una ofrenda como la de los ricos destinada a la institución que era el templo, la ofrenda de la viuda era de su vida, no importaba el valor de las monedas y sí su fe, su esperanza y confianza en Dios. Todo lo que ofertamos a Dios de corazón sincero y basado en la confianza en él tiene gran valor, así Jesús justifica la ofrenda de la mujer cuando dijo: “Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos” La enseñanza de Jesús en este evangelio nos orienta a tener una vida de fidelidad a Dios ofreciendo a él nuestra vida, nuestra historia y todo lo que somos con alegrías, tristezas, dolores, angustias y realizaciones.
En la primera lectura tenemos un bonito mensaje que se alinea con el evangelio y refuerza la esperanza de los que creen en Dios, en el capítulo diecisiete del libro de los Reyes versículos del diez al dieciséis el profeta Elías que caminaba para Sarepta tenía sede y hambre y al pedir ayuda a una viuda esta tuvo miedo de quedar sin alimento para ella y su hijo, pero Elías profetizó que por compartir el alimento este no se agotaría y así se pasó(Re.17,10-16). El salmo evoca la confianza en el Señor con la oración que dice “El Señor siempre es fiel a su Palabra” (Sal.145). La segunda lectura sigue dando destaque a Jesús como sumo sacerdote, y subraya también sobre la parusía, segunda venida de Cristo porque los que confían su vida al Señor se liberarán de los pecados porque pusieron en él la esperanza (Heb.9,24-28). Que al celebrar la eucaristía de este domingo tengamos el ejemplo de la viuda y entremos en la trigésima segunda semana ordinaria con el deseo verdadero de ofrecer a Dios toda nuestra esencia humana y todo nuestro ser para llenarnos de esperanza en la gracia y en el amor divino que encontramos en Jesús.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
10 de noviembre de 2024
DOMINGO XXXII TIEMPO ORDINARIO
MARCOS 12, 38-44

“YO LES ASEGURO QUE ESA POBRE VIUDA HA HECHADO EN LA ALCANCÍA MÁS QUE TODOS”
Entramos en la trigésima segunda semana ordinaria de este año litúrgico con el mensaje de los versículos treinta y ocho al cuarenta y cuatro del capítulo doce del evangelio de Marcos donde podemos rezar y reflexionar a partir de dos preguntas provocativas, que son: ¿cómo nos presentamos delante del Señor y qué ofrecemos a él? Primeramente, en el evangelio de este domingo Jesús hace una alerta para que no practiquemos una religión sin sentido espiritual, sin amor a Dios y a los hermanos, de carácter meramente personal, con deseo de exaltar a nosotros mismos nos poniendo arriba de los demás y dando destaque a nuestra propia persona como hacían los grupos farisaicos. Los escribas que eran personas de fuerte influencia social debido sus conocimientos de la ley, la política, la religión y toda la dinámica que formaba la realidad del pueblo de Israel se ponían como las personas más importantes de la sociedad y tenían actitudes que generaba falsedad, exclusión y mala interpretación de Dios, lo que más serbia para confundir la mente de las personas.
En esa situación Jesús habla a sus seguidores: “Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes”. Esa advertencia de Jesús no se puede entender apenas como una crítica a la soberbia y orgullo de los escribas, pero sí a partir del entendimiento de como esas personas buscaban instituir la fe junto a la gente. La intención de Jesús es concientizar a todos que la religión de la fe en Dios no se debe constituirse con niveles de supremacía social o alguna división cualquiera, la verdadera religión de la fe en el Dios de la vida se establece por la unidad de hermanos y la entrega al Señor en la certeza que su gracia nos sostiene.
En contraste con esas actitudes de los escribas y demás miembros del grupo farisaico, también tenemos relatado en la mensaje la acción de una mujer viuda que junto a los que depositaban grandes ofrendas al altar del Señor ella solamente puso dos monedas de pequeño valor, es importante que tengamos en mente como las viudas eran clasificadas en la comunidad religiosa del tiempo de Jesús, debido al patriarcalismo que resultaba también en machismo la gente miraba las viudas con total sentimiento de exclusión lo que hacía ser mujeres ampliamente desechadas de la sociedad religiosa. Esa condición de la mujer viuda hizo que Jesús en su bondad y misericordia la mirara con amor, Jesús se percató que ella llegó delante al altar no para dejar una ofrenda como la de los ricos destinada a la institución que era el templo, la ofrenda de la viuda era de su vida, no importaba el valor de las monedas y sí su fe, su esperanza y confianza en Dios. Todo lo que ofertamos a Dios de corazón sincero y basado en la confianza en él tiene gran valor, así Jesús justifica la ofrenda de la mujer cuando dijo: “Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos” La enseñanza de Jesús en este evangelio nos orienta a tener una vida de fidelidad a Dios ofreciendo a él nuestra vida, nuestra historia y todo lo que somos con alegrías, tristezas, dolores, angustias y realizaciones.
En la primera lectura tenemos un bonito mensaje que se alinea con el evangelio y refuerza la esperanza de los que creen en Dios, en el capítulo diecisiete del libro de los Reyes versículos del diez al dieciséis el profeta Elías que caminaba para Sarepta tenía sede y hambre y al pedir ayuda a una viuda esta tuvo miedo de quedar sin alimento para ella y su hijo, pero Elías profetizó que por compartir el alimento este no se agotaría y así se pasó(Re.17,10-16). El salmo evoca la confianza en el Señor con la oración que dice “El Señor siempre es fiel a su Palabra” (Sal.145). La segunda lectura sigue dando destaque a Jesús como sumo sacerdote, y subraya también sobre la parusía, segunda venida de Cristo porque los que confían su vida al Señor se liberarán de los pecados porque pusieron en él la esperanza (Heb.9,24-28). Que al celebrar la eucaristía de este domingo tengamos el ejemplo de la viuda y entremos en la trigésima segunda semana ordinaria con el deseo verdadero de ofrecer a Dios toda nuestra esencia humana y todo nuestro ser para llenarnos de esperanza en la gracia y en el amor divino que encontramos en Jesús.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
3 de noviembre de 2024
DOMINGO XXXI TIEMPO ORDINARIO
MARCOS 12, 28-34

“AMARÁS AL SEÑOR, TU DIOS, CON TODO TU CORAZÓN, CON TODA TU ALMA, CON TODA TU MENTE, CON TODO TU SER”
La liturgia de este trigésimo primer domingo ordinario nos enseña que hay una relación esencial entre el amor que debemos tener a Dios y el amor a los hermanos. Nuestra espiritualidad cristiana debe sostenerse en el sentido de que toda forma de manifestación de fe y esperanza en Dios debe fundamentarse en el amor, porque en eso se define toda nuestra unidad junto a los misterios de la vida de Jesús. El seguimiento al Señor está comprendido en el hecho claro que es por amor que Dios se ha revelado al mundo, es por amor que Jesús vive y cumple su misión junto a la humanidad, es por amor que Jesús nos transmite su evangelio, es por amor que Jesús se entregó en la cruz, entonces la historia y la presencia de Jesús en el mundo se define en amar. Si así es, todo lo que está ligado a Jesús tiene como principio básico la práctica del amor. La perfección de Dios presente en toda la creación representada en los elementos naturales fundamentales para la vida refleje para nosotros el infinito amor de Dios.
La persona que preguntó a Jesús sobre el primero de todos los mandamientos era un escriba alguien que tenía conocimiento de la realidad de la vida y del mundo, los escribas eran considerados los intelectuales, profesores, investigadores, formadores de opiniones. La respuesta de Jesús enseña al escriba y a todos nosotros que en reciprocidad lo que recibimos de Dios, somos invitados a la búsqueda de la plenitud del amor, con la conciencia de que todo lo que somos debe ser presentado al Señor en alabanza y reconocimiento de su grandeza y acción en nuestra existencia. Saber que Dios es nuestro único Señor y amarlo de todo corazón, con toda el alma, toda la mente y de todo nuestro ser indica que toda nuestra realidad existencial constituida en nuestro pasado, presente y futuro debe estar direccionada para Dios. Direccionar nuestra vida a Dios es estarnos comprometidos con Cristo por medio del acogimiento sincero a su evangelio y por esa inspiración amar al prójimo y defender la dignidad y la libertad de todos. esa es la gran razón que nos hace vivir como hermanos en amor a Dios a los demás estando todos cerca del Reino de Dios.
Tradicionalmente los judíos entendían que la manifestación de fe en Dios se basaba a través de sacrificios ofrecidos al Señor lo que hacía sentir la fuerza y gracia de Dios, pero al recibir la enseñanza de Jesús el escriba tiene aclarado el verdadero camino hacia Dios y pasa a comprender la verdad revelada por Cristo, amar a Dios y a los hermanos resume toda nuestro deseo de estar con Dios y vivir por él y así tener la cercanía al reino formado por los dones divinos donde permanece la alegría sin fin. En la primera lectura tenemos el mensaje del libro de Deuteronomio que nos orienta a guardar y poner en práctica los preceptos y mandatos del Señor para que seamos felices. El salmista nos ayuda a reconocer la fuerza de Dios en nuestra vida por la oración de acción de gracias donde expresa su amor al Señor sabiendo que él es refugio, salvación y protección. La segunda lectura sigue con los mensajes de la carta a los Hebreos en que el autor nos habla de la naturaleza del sumo sacerdote, la misión sacerdotal es anunciar en nombre de Dios, entonces Jesús es el sacerdote eterno por ser la propia revelación del Dios encarnado para la vida y salvación del mundo. Por la eucaristía de este domingo podamos entrar en la trigésima semana ordinaria de nuestra caminada de fe con el ánimo renovado para fortalecer todavía más nuestro amor a Dios que nos hace amar también a los hermanos y vivir cerca del Reino de Dios a ejemplo del escriba en el dialogo con Jesús.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
2 de noviembre de 2024
CONMEMORACION DE LOS FIELES DIFUNTOS
JUAN 6,51-58

“YO SOY EL PAN VIVO QUE HA BAJADO DEL CIELO; EL QUE COME DE ESTE PAZ VIVIRÁ PARA SIEMPRE”
En este día dos de noviembre la Iglesia unida en fe y esperanza en la vida eterna confiada a la misericordia de Dios revelado en Cristo Señor y salvador del mundo celebra la eucaristía en recuerdo por los que ya concluyeron su caminada en el mundo y ya están de regreso a la casa de Dios en cielo. La celebración de este día tiene el propósito de profundizar nuestra vida de esperanza en Dios por las enseñanzas de Jesús de que la vida pertenece a Dios de él venimos y para el vamos a volver porque es donde él está que es la verdadera vida. El evangelio de hoy es un mensaje de la parte final del discurso de la paz de la vida presente en el capítulo seis de Juan en que Jesús habla a los judíos que quien se alimenta de él vivirá para siempre. La vida cristiana tiene su naturaleza en la resurrección de Jesús, así comprendemos que por más que la muerte sea una realidad en el mundo todos que son alimentados por Cristo caminan para la resurrección.
A través de la Eucaristía pertenecemos al Señor y él pasa a habitar en nosotros. Quien se alimenta del Cuerpo y la Sangre de Cristo se vuelve como Él y manifiesta su poder y gloria en el mundo a través de la experiencia del amor. Sin embargo, para que podamos tener esta santa unidad con Él, necesitamos literalmente alimentarnos del Cuerpo y la Sangre de Jesús. A pesar de nuestra humanidad caída que muchas veces cuestiona lo que todavía no entendemos, necesitamos abrazar y encarnar la Palabra de Jesús cuando dice: "Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”, los efectos de esa comunión con la historia de Cristo percibimos claramente en nuestra vida y que hace que nunca dudemos de la verdad de Dios para nosotros que es su misericordia para nuestra salvación. La eternidad comienza aquí en el mundo y consiste en experimentar el poder amoroso de Dios operando en nosotros a través de Jesucristo, el pan vivo que desciende del cielo por el poder del Espíritu Santo.
Si la muerte es una realidad en nuestra vida, debemos saber que Jesús también es una realidad en la historia del mundo, su gran hecho fue vencer la cruz para revelar al mundo de que en Dios la vida es fuerte, vencedora. Así, alimentados en Cristo estamos preparados para la resurrección junto de Dios y no para muerte. En la certeza de la vida eterna junto a Cristo en la gloria de Dios la liturgia de la Palabra de esta celebración nos presenta primeramente el mensaje del profeta Isaías(Is.25,6.7-9) que nos anima con sus palabras de esperanza cuando dice que el Señor destruirá la muerte y enjugará todos los rostros. En el salmo(Sal.129) tenemos la súplica que clama al Señor para que escuche nuestra oración, que tengamos el deseo de siempre presentar a Dios nuestras oraciones en la certeza que él nos atenderá. La segunda lectura el apóstol Pablo en la carta a los Tesalonicenses (4,13-14.17-18) nos orienta a no ser ignorantes sobre lo que pasa con los difuntos y que no vivamos tristes porque sabemos que Cristo murió y resucitó así debemos consolar unos a otros. Que la fiesta eucarística de en recuerdo a los fieles que ahora contemplan la gloria divina en el cielo fortalezca nuestra esperanza no amor misericordioso de Dios y nos haga caminar verdaderamente para la feliz resurrección.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
27 de octubre de 2024
DOMINGO XXX TIEMPO ORDINARIO
MARCOS 10,46-52

“!ÁNIMO! LEVÁNTATE, PORQUE EL TE LLAMA”
Llegamos a la trigésima semana ordinaria de la liturgia de la Iglesia inspirados en el mensaje de la parte final del capítulo diez del evangelio de Marcos donde por la experiencia del ciego de Jericó podemos ver la verdad y conocer el camino de la vida en la plenitud del amor y de la paz. Seguir a Cristo es estar en el camino de Dios, al salir de Jericó Jesús se pone a camino junto a sus discípulos y una gran multitud, el ciego Bartimeo que estaba al borde del camino pidiendo limosna al oír que Jesús pasaba clama por su compasión. En los relatos bíblicos, la figura del ciego puede tener diferentes interpretaciones, como la exclusión, la incapacidad de comprender una realidad, la dificultad de conocer algo o también la imposibilidad de una mirada de futuro en el horizonte de la vida. Todo eso son direcciones de pensamiento que el ciego de Jericó puede representar a nosotros.
El hecho del ciego estar en el borde del camino indica que por alguna razón estaba impedido de contemplar la luz de la verdad que trae ánimo, esperanza y alegría a una persona. Hay una bonita enseñanza que dice que “el sentimiento nos lleva al conocimiento” comprendamos que cuando dijeron al ciego que Jesús pasaba cerca donde él, ha sentido una fuerza que o provocó a desear conocer al Señor y así suplicó a Cristo su compasión. El seguimiento a Jesús se hace por la condición de identificar en él la luz de Dios que clarea el horizonte de nuestra vida, el deseo del ciego Bartimeo era conocer la luz y contemplar la verdad que tras plenitud a la existencia humana. Y así exactamente se pasa, la acción milagrosa de Jesús hace el hombre ver la luz de Dios y conocer el amor, la verdad, la justicia, la libertad y la paz. Los discípulos en principio tienen una actitud paradojal, a la vez que escuchan la súplica del ciego tienen la intención de reprimirlo, pero por la naturaleza acogedora el ciego es llamado por Jesús para venir donde él.
Al que parece ser una experiencia de conversión por la obediencia de Cristo, los discípulos dicen al ciego “! ánimo!, levántate porque él te llama”, por el entusiasmo de ser llamado por Jesús el ciego Bartimeo quita su manto salta de alegría y llega hacia el Señor y escucha de él “qué quieres que haga por ti?” con la respuesta del ciego de querer ver, Jesús dijo a él “vete, tu fe te ha salvado” con la acción y la enseñanza de Jesús el hombre pudo ver y ponerse a camino con el Señor. La fe verdadera en la fuerza divina de Jesús nos libera de los males y de la ceguera que el mundo nos impone y que nos impide de ver y conocer la verdad que ilumina nuestra historia. Que tengamos el mismo deseo del ciego Bartimeo de ver, conocer y contemplar la luz de Dios en medio las tinieblas de nuestra vida y así ter el ánimo de ponernos a camino con Cristo. En la primera lectura, el profeta Jeremías invita al pueblo del exilio de Babilonia a no perder la fe en Dios y así refuerza la esperanza en la feliz liberación (Jr 31,7-9). El sentido de esperanza también está expresado en el salmo que dice “grandes cosas has hecho por nosotros, Señor” (Sal.125). En la segunda lectura, el mensaje de la carta a los hebreos nos invita a ver en Jesús al sumo sacerdote que se compadece de nosotros y nos salva, orientándonos a vivir en una comunidad capaz de compadecerse de las miserias de las personas. Que la liturgia de este último domingo del mes de las misiones nos ayude a ver la luz de Dios y por esa luz podamos caminar con Cristo como discípulos y misioneros de la verdad que anuncian y promueven los elementos que llevan a la salvación de la humanidad.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
20 de octubre de 2024
DOMINGO XXIX TIEMPO ORDINARIO
MARCOS 10,35-45

“EL HIJO DEL HOMBRE, QUE NO HA VENIDO A QUE LO SIRVAN, SINO A SERVIR Y A DAR SU VIDA PARA LA REDENCIÓN DE TODOS”
El vigésimo noveno domingo del tiempo ordinario de este año coincide con el penúltimo domingo del mes de octubre cuando la Iglesia celebra el día mundial de las misiones. Siguiendo el ordo litúrgico ordinario del ciclo B que estamos celebrando tenemos el mensaje del capítulo diez del evangelio de Marcos en que Jesús al responder al pedido de los apóstoles Santiago y Juan enseña a todos los discípulos y demás personas que por la fe se reconocen los seguidores de Cristo. que el discipulado que constituye la misión cristiana no se establece por privilegios, pero sí en la entrega al plan divino de formación del Reino donde la base fundamental es la justicia y la paz según una vida de esperanza en Dios y comunión de amor entre hermanos.
La vida de fe al contrario de lo que piensan muchas personas que de manera exagerada expresan una espiritualidad cristiana que más busca juzgar y condenar a los otros, no es razón de pensamiento de que Dios tiene predilección de personas solamente por sus intensos momentos de oración o disponibilidad de tiempo dedicado a contemplación del Señor oh hasta la misma lectura vacía de la Biblia. El verdadero discípulo se acerca a Dios por la búsqueda profunda del entendimiento de los misterios de Cristo a través de la entrega a la misión divina por la inserción y aceptación en el camino cristiano. Jesús primeramente contesta a Santiago y Juan diciendo que ellos no saben lo que dicen. Por más que ellos tenían alguna idea de los desafíos de seguir a Jesús al afirmar en que iban a pasar la prueba que el Señor debería pasar que era el sufrimiento de la condenación, ellos no sabían de la dimensión escatológica de la entrega al plan divino revelado en Cristo.
El bautismo referido por Jesús nos es el que recibimos con el agua referente al que el recibió el Señor a través del profeta Juan en el Jordán, pero sí al misterio de la total entrega a Dios y su misión que resultaría en la condenación de Cristo en la cruz y que consecuentemente los discípulos del Señor también estarían sujetos a sufrir. No le toca a Jesús definir el futuro divino de cualquiera, esto se reserva a los que comprenden el sentido de vida como don de Dios, que es entregarse en favor del Reino por el acogimiento de la verdad revelada en Cristo. El deseo de Santiago y Juan enojan a los demás discípulos, Jesús para evitar la división entre ellos explica la naturaleza del discipulado que no es formada por relación de poder sobre todo opresor y dominador como muchos sistemas de gobierno de las naciones. La fuerza y el poder de los discípulos de Jesús son constituidos en la unidad de servicio para la dignidad de todos.
Esta enseñanza se resume en las propias palabras de Jesús al decir: “el que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor, el que quiera ser el primero, que sea esclavo de todos” Jesús nuestro gran Maestro y Señor no vino al mundo con ganas de poder y dominación, la venida del Señor tiene la única razón de conducirnos por la verdad divina que nos hace contemplar en las tinieblas del mundo la luz de Dios que aclara nuestra vida. Ser discípulo del Señor no es contemplar su poder y vivir su delicia de carácter individualista, pero estar entregado a él para servir y no ser servido y hacer que todos reciban la redención que viene de Dios por la vida de Jesús, “el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”.
En la primera lectura el profeta Isaías, en el conjunto de cánticos del siervo sufriente, retrata la vida del pueblo exiliado de Babilonia, en una época de sufrimiento y duras pruebas. Isaías destaca que este personaje corporativo debe cumplir la voluntad del Señor (Is.53,10-11). En el salmo tenemos la oración suplicante para que el Señor sea bondadoso con nosotros (Sal.32), pero si buscamos la bondad del Señor se hace justo dignificar nuestro pedido a Dios viviendo en bondad mutua. En la segunda lectura, el autor de la carta a los Hebreos (4,14-16) nos hace comprender que Jesús es el eminente sumo sacerdote, que, en su trono de gloria, manifiesta la misericordia y la justicia de Dios. Que la eucaristía de este domingo en que celebramos el día mundial de las misiones fortalezca en nosotros el propósito de vivir la verdadera fe donde la confianza en Dios nos ponga al camino de Cristo y tengamos la grandeza de ser dignos discípulos del Señor y que la Iglesia universal sea en verdad misionera y promotora del Reino de la unidad, la libertad, la justicia y la paz.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
13 de octubre de 2024
DOMINGO XXVIII TIEMPO ORDINARIO
MARCOS 10,17-30

“QUÉ DIFÍCIL LES VA A SER A LOS RICOS ENTRAR EN EL REINO DE DIOS”
La enseñanza de Jesús presente en el evangelio de este vigésimo octavo domingo ordinario nos hace una provocación para reflexionar respecto de lo que está en primer lugar en nuestra vida, la riqueza en Dios o la riqueza en el mundo. El seguimiento a Jesucristo constituye una vida en la plenitud del amor divino donde la paz, la fraternidad y la libertad entre las personas establecen la verdad. Una persona llega corriendo hasta Jesús y se pone de rodillas lo que expresa su reconocimiento sobre la grandeza del Señor, y entonces pregunta a él: “Maestro bueno, que debo hacer para alcanzar la vida eterna”, Jesús le contesta haciendo referencia a la naturaleza de Dios que es la bondad “Solo Dios es bueno”. El alcance de la vida eterna pasa por un camino de bondad el cual debemos insertar nuestra historia inspirándonos en Jesús.
Los diez mandamientos eran considerados por los judíos como señal de la alianza con Dios y así fundamento de fe, el hombre que buscó a Jesús ciertamente era un judío que seguía los preceptos religiosos porque ante la orientación de Jesús para practicar los mandamientos él dijo al Señor que ya lo cumpliera. Jesús entonces le propone un gran desafío, entregarse totalmente a Dios y dijo a él: “una cosa te falta: ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos”. Aquí tenemos más una expresión bíblica que debemos poner atención para que no caigamos en una interpretación meramente literal de que se ha dicho por Jesús. La enseñanza cristiana da este mensaje se centra en el sentido de que no se puede alcanzar la riqueza divina si estamos apegados a la riqueza material.
El camino de la vida eterna es el seguimiento a Cristo por la fe y esperanza en Dios, así lo que hace Jesús al hombre es una invitación para que se desapegue de la riqueza material conquistada con dinero, para vivir la riqueza divina formada por el más puro sentimiento de amor al prójimo. El hombre se va triste porque era muy rico, Jesús entonces mirando al rededor suyo dijo a los discípulos: “como es difícil para un rico entrar en el Reino de los cielos”. Para entrar en el Reino de los cielos se necesita vivir la verdad de Dios, por medio de la entrega incondicional a él. La esencia de esa entrega está en el amor, la caridad, la solidaridad y en el respeto a las diferencias y sobre todo la cercanía a los más necesitados. Quien no se abre a esa dinámica de una vida en comunión con Dios por el discipulado a Cristo no es capaz de mirar la luz de la vida eterna, en respecto a eso Jesús utiliza una hipérbole de un camello para simbolizar la dificultad de un rico comprender la lógica del Reino de Dios. Los discípulos no comprenden claramente las palabras de Jesús y nuevamente le preguntan sobre quién podrá alcanzar la salvación, el Señor en resumen les contesta que los que ponen en primer lugar en la vida, al propio Jesús y su misión por el evangelio, mismo que tendrán que renunciar a algunas particularidades serán inmensamente recompensados y en el mundo futuro gozarán de la vida eterna. Jesús también considera la condición humana en su tendencia de querer siempre la riqueza material y los placeres del mundo y así ofrece la debilidad de los hombres de la tierra a Dios lo cual “todo es posible”.
La primera lectura (Sab.7,7-11) nos inspira a vivir por el espíritu de la sabiduría, ya que sólo esta virtud puede traernos paz, alegría y satisfacción en la vida. El salmista nos invita a la búsqueda de la alegría cotidiana viviendo y compartiendo el amor a Dios en todas las circunstancias (Sal.89). En la segunda lectura, el autor de Hebreos (4,12-13) nos desafía a comprender la Palabra de Dios como una realidad viva y eficaz, que nos hace experimentar sus efectos de justicia y paz. Que entremos en esta vigésima octava semana litúrgica con en profundo deseo de tener una vida en primer lugar para Dios, siguiendo a Jesús y comprometidos con su Santo evangelio. Que esta eucaristía nos haga comprender que el sentido de nuestra existencia está en la comunión con Dios por el amor a los hermanos sirviendo a Cristo.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
6 de octubre de 2024
DOMINGO XXVII TIEMPO ORDINARIO
MARCOS 10,2-16

“MOISÉS PRESCRIBIÓ ESTO, DEBIDO A LA DUREZA DEL CORAZÓN DE USTEDES”
La intención de los fariseos, principal grupo que negaba a Jesús, fue siempre ponerlo en situaciones difíciles para tener motivos para juzgarlo y condenarlo por actitudes contrarias a lo que consideraban valores religiosos judíos. En un primer punto, el mensaje evangélico de este domingo de la vigésima séptima semana ordinaria nos presenta una provocación hecha por los fariseos a Jesús respecto a la legalidad del divorcio. Siempre que hablamos de cualquier relación entre hombres y mujeres en la comunidad judía de la época de Jesús, debemos tener presente la condición de exclusión y degradación de las mujeres en comparación con los hombres. Debido al machismo religiosamente establecido entre el pueblo judío, el divorcio estaba respaldado por una ley que daba al hombre motivos para despedir y divorciarse de su esposa por cualquier motivo.
Para responder a los fariseos, Jesús les interroga sobre lo que ordenó Moisés, debemos entender la figura de Moisés en el contexto de este mensaje no en una línea profética, sino como el centro de la ley. Así, por la ley atribuida al modo de interpretar los mandamientos de Moisés existía una justificación religiosa para el divorcio. Entonces, la respuesta dada por Jesús proviene de la profundidad del amor divino que nos revela, el permiso del divorcio según el decreto asociado a Moisés resulta de la dureza del corazón de los hombres incapaces de aceptar el amor de Dios que nos hace vivir el respeto, unidad y paz. Mientras los fariseos veían la ley con los ojos del mundo, Jesús la veía con los ojos de Dios. Si la ley para los fariseos estaba condicionada por la voluntad del mundo, la ley según Jesús estaba establecida según el deseo de Dios. Lo que enseña Jesús en este choque con los fariseos es la idea original del matrimonio dentro de la gracia divina, que es el alejamiento del entorno de los padres para construir otra historia basada en la unión con otra persona siendo una sola carne, donde no hay división ni dominación de una de las partes, sino que se basa en la mutua comunión de amor, respeto y libertad entre ambos.
En la primera lectura tenemos un aporte del mensaje evangélico del relato de la creación en el capítulo dos del Génesis en el que dice que no es bueno que el hombre viva en soledad, y después de formar y habitar la tierra Dios formó a la mujer de la costilla del hombre para que en la experiencia de comunión y compartir constituyeran una sola carne que sería historia (Gen.2,18-24). El salmista nos invita a acoger los mandamientos de Dios, porque nuestra felicidad consiste en temer al Señor y caminar por sus sendas (Sal. 127). La segunda lectura, además de añadir el significado de la primera lectura y los salmos, el autor de la carta a los Hebreos nos lleva a una profunda reflexión sobre los misterios de nuestra existencia, que se justifica por el honor y la gloria a Jesús que por el sufrimiento de su muerte tenemos la salvación que viene de Dios (Heb.2,9-11).
El evangelio termina con el informe de que la gente trajo niños a Jesús para que pudiera tocarlos, pero los discípulos intentaron detenerlos. Jesús les advierte que no impidan que los niños se acerquen a él. Los niños en el texto del evangelio indican dependencia, debilidad y necesidad de cuidado, atención y apoyo. El Reino de Dios está formado precisamente por estas personas que reconocen su pequeñez y debilidad humana ante la grandeza de Cristo, de modo que también nosotros tenemos inmensas ganas de estar con Nuestro Señor y ser tocados por él y vivir en su Reino donde la libertad Se contempla paz y amor. Que la celebración eucarística que abre esta vigésima séptima semana de nuestra liturgia ordinaria suavice nuestros corazones para la comprensión de la comunión fraterna y que el amor y el respeto mutuos formen la ley del camino de nuestra vida.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
29 de septiembre de 2024
DOMINGO XXVI TIEMPO ORDINARIO
MARCOS 9,38-43.45.47-48

“QUIEN NO ESTÁ CONTRA NOSOTROS ESTÁ A FAVOR NUESTRO”
Estamos en los últimos días del mes de la Biblia, el libro sagrado que nos cuenta la manifestación de la bondad de Dios en la historia de la humanidad y la Iglesia, a través del mensaje de este domingo, nos llama a promover el bien. La pequeña recopilación entre los versículos treinta y ocho y cuarenta y ocho del capítulo nueve de Marcos con la que la liturgia abre la vigésima sexta semana ordinaria nos muestra que los discípulos prohibían a un hombre realizar un trabajo en el nombre de Jesús. El hombre inspirado por Jesús estaba expulsando demonios, lo que indica liberación del mal. Los discípulos se molestaron porque el hombre no pertenecía a su grupo y lo prohibieron. Cuando le dijeron a Jesús que le habían prohibido al hombre realizar tal actividad, el Señor les advirtió, pidiéndole que no se lo prohibiera porque nadie hace nada en su nombre para luego criticarlo e hizo una expresión indirecta a los fariseos, maestros de la ley y otros grupos que no reconocían su poder diciendo: “el que no está contra nosotros, está a favor nuestro”. Dios encarnado en Cristo es la revelación del amor supremo, el bien supremo, por eso todo lo que se hace inspirado en Jesús resulta un verdadero bien para todos y en liberación de los males del mundo.
El Bien Supremo es una expresión muy conocida en la filosofía, especialmente en Aristóteles y Kant, que significa el bien más grande, es decir, la esencia de la vida que toda persona debe buscar primero. Así, la fe nos da la certeza de que Dios revelado por Cristo es el bien más grande presente en el mundo, el mayor bien para nosotros que contemplamos a Jesús como nuestro Señor porque él es la revelación divina, es Dios mismo junto a nosotros. A través de este entendimiento, podemos saber que el discipulado de Jesús consiste en hacer el bien sin distinción porque hacer el bien está en la naturaleza de seguir al Señor. Todo lo que hacemos o practicamos de alguna manera regresa algo a nosotros, todo bien es una acción de amor y la vida llevada en la dinámica del amor nos ofrece como recompensa bondad, respeto y felicidad. La pequeñez de los que se entregan por el anuncio de Cristo trae la definición de que la verdadera grandeza está en el Señor y no en nosotros, el verdadero discípulo no es aceptado por el mundo y es escandalizado, por eso Jesús da una fuerte advertencia a quienes escandalizan a los pequeños que están dispuestos a promover el Reino a través de su compromiso con el evangelio.
La humanidad se encuentra dividida en dos condiciones, los que promueven el mal por el dominio de los demás y los que promueven el bien a través del amor, la justicia y la paz. El hombre relatado en el evangelio estaba al servicio del bien porque reconoció a Jesús, la negación del mal es parte de la naturaleza cristiana, la expresión “causa del pecado” usada por el Señor en el evangelio se refiere al principio del mal que debe ser combatido con la intención de eliminar todo lo que afecte negativamente a la expansión del bien. La primera lectura del libro de Números nos enseña que la inserción en el plan salvífico de Dios proviene del Espíritu del Señor que nos coloca en comunión profética sin sentimientos de división (Núm. 11,25-29), el salmista nos ayuda a nutrirnos en el amor divino por la bondad mutua porque los mandamientos de Dios nos traen alegría (Sal.18), en la segunda lectura el apóstol Santiago provoca a quienes usan sus privilegios como causa de división, que humillan a los más pobres con su poder y no se preocupan por el compartir, la unidad y el bien común entre hermanos (Stgo. 5,1-6). Que la comunión eucarística de este vigésimo sexto domingo ordinario nos acerque unos a otros para que fortalezcamos la unidad en el propósito divino de compartir el bien que Dios pone en nuestros corazones. Que la Palabra de Dios presente en el Libro Sagrado que celebramos a lo largo de este mes sea siempre la luz para que la humanidad conozca el verdadero bien.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
22 de septiembre de 2024
DOMINGO XXV TIEMPO ORDINARIO
MARCOS 9, 30-37

“SI ALGUNO QUIERE SER EL PRIMERO, QUE SEA EL ÚLTIMO DE TODOS Y EL SERVIDOR DE TODOS”
El cristianismo verdadero tiene en su esencia una característica especial que es por la vivencia de la fe y de la esperanza en Dios servir uno al otro en un compromiso de amor entre hermanos inspirados en las enseñanzas de Jesucristo. En el mensaje del evangelio de este vigésimo quinto domingo ordinario el evangelista Marcos deja claro que el mesianismo de Jesús que ilumina nuestro camino de discípulos se constituye por el servicio. Por la travesía de Galilea Jesús seguía enseñando sus discípulos, él no quería que nadie supiera porque esas enseñanzas confrontaban con las orientaciones de los líderes religiosos judíos sobre todo los maestros de la ley y fariseos que además de no acoger a Jesús también miraban a los discípulos como una amenaza.
Jesús dejaba claro a los que le seguían que su destino era la condenación por los poderosos del mundo, que sufriría la muerte, pero seguiría vivo junto a nosotros y su Resurrección probaría que el proyecto de amor y misericordia divina revelado por Cristo no se termina porque el poder de los hombres no supera la fuerza de Dios. Los discípulos no comprendían las palabras de Cristo, imaginaban que el poder del Señor tenía la misma naturaleza de la fuerza mundana y así durante la caminada hacia Cafarnaúm discutían entre ellos quien sería el más importante seguidor del Señor. Al llegar a la casa Jesús al saber de la inquietud de sus discípulos, los transmite el gran sentido del discipulado a él que es por la fe y el amor a Dios estar al servicio del Reino para el bien de todos. La enseñanza de Jesús es “quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y servidor de todos”, las expresiones “último” y “servidor” se mesclan en un mismo significado, es decir no soy yo el más importante, pero si mi hermano.
Ser el primero como habla Jesús, indica ser grande en amor, admirable, algo como sorprendente, eso nos lleva al entendimiento que la grandeza de los seguidores de Cristo se hace por la realización de cumplir la tarea misionera de la entrega para la formación del Reino de la unidad y de la paz para todos. Así debemos entender el ser discípulo del Señor, vivir amorosamente en favor del prójimo basándose en la misión de Jesús en el mundo, que es revelar a Dios y entregarse a nosotros por amor a él. El niño que Jesús presenta como ejemplo de su enseñanza pone presente en la realidad de la misión de los discípulos los que son considerados pequeños por la sociedad, los pobres, dependientes, explotados, miserables, los humillados y excluidos por los dominadores del pueblo. El gesto de poner el niño en el centro donde estaban los discípulos y abrazarlo nos enseña que los denegados del mundo son los preferidos de Cristo, acoger a ellos es acoger a Jesús y en consecuencia alimentarse de Dios.
En la primera lectura tenemos la invitación por el mensaje del libro de la Sabiduría a la práctica de la justicia de Dios contra los malvados y en defesa del justo (Sab.2,12.17-20). Los malvados se comprenden por los egoístas de poder, que tienen su placer en oprimir y quitar la vida digna de los más humildes. El salmo nos presenta una súplica de salvación y liberación, donde hombres insolentes y violentos que son personas sin Dios persigue de muerte al pueblo que espera en el Señor(Sal.53). La segunda lectura el apóstol Santiago(3,16-4,3) nos provoca a contraponer los deseos de placer de los hombres del mundo viviendo la sabiduría del cielo que por Jesús la conocemos y por ella somos capaces de promover la comunión fraterna de hijos de Dios sembradores de la paz y que por esa siembra la humanidad cosecha la justicia. Pedimos al Señor, que por la celebración de esta liturgia crezcamos en su sabiduría y neguemos un discipulado egoísta distante del servicio, pero que deseamos siempre acoger, amar y respetar a los más humildes sabiendo que junto de ellos está Cristo él Dios de la vida.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
15 de septiembre de 2024
DOMINGO XXIV TIEMPO ORDINARIO
MARCOS 8, 27-35

“Tú éres el Mesías”
La liturgia de la Palabra de este domingo que abre la vigésima cuarta semana ordinaria provoca en nosotros sobre el reconocimiento que tenemos de Jesucristo. Caminando con sus discípulos hacia Cesárea de Filipo, el Señor pregunta a ellos ¿Quién dice la gente que soy yo? Algo interesante encontramos aquí referente al camino, la pregunta es hecha por Jesús durante el caminar, así podemos entender que el verdadero conocimiento de Jesús que nos lleva a tenernos una definición de quien es él surge para nosotros en un seguimiento, es decir en un camino de discipulado comprometido que renueva la búsqueda de esperanza y paz. Mucha gente miraba a Jesús con interpretaciones distintas, la influencia histórica de los profetas dejó en la mente de las personas la idea de que Dios se manifiesta al mundo por el espíritu de los profetas. Así, los discípulos contestaron a Jesús que algunos decían que él era Juan, otros que Elías y otros decían que él, era algunos de los demás profetas.
Ciertamente esa comprensión de la gente sobre Jesús se daba debido a una mentalidad de que Dios solamente se manifiesta en plan espiritual y lo que pasaba con Jesús era una forma de transferencia de espíritu de los profetas. Ha crecido mucho en la Iglesia contemporánea expresiones de fe que se basa solamente en el valor espiritual de la contemplación de la persona de Cristo. Consciente de cómo la gente lo concebía, Jesús repite la pregunta, pero direccionando a sus propios seguidores: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Pedro que hablaba por los discípulos contesta al Señor diciendo “Tú eres el Mesías” la figura mesiánica de Jesús tan fuerte en el evangelio de Marcos es en verdad comprendida a través de la experiencia del discipulado en favor del Reino de Dios que se hace por el caminar con Cristo.
Al saber que sus discípulos entendían sobre el misterio divino que él presentaba, Jesús les pasó a explicarles sobre su vida futura que culminaría en el misterio pascual, por más que Jesús les explicara con claridad, el espíritu humano de los discípulos no les posibilitó tener pleno entendimiento de lo que quisiera decir Jesús. Entonces Pedro con la mente confundida expresa al Señor una negación del camino que Cristo debía seguir hacia su glorificación, Jesús severamente lo advierte incluso llamándolo Satanás porque la actitud de Pedro indicaba un pensamiento de separarse de la naturaleza de la misión divina para vivir según la realidad del mundo y no según el plan de Dios. Jesús aclara a la multitud que lo seguía, que el camino de él no se admite egoísmo, ganancia, individualismo, intereses de conforto. el seguimiento a Jesús propone cargar la cruz del abandono del mundo para entregarse al amor de Dios, renunciar a sí mismo es negar el placer de los hombres del mundo para vivir el placer divino de los verdaderos discípulos que promueven el Reino. En la historia de Jesús está la verdadera vida, que tengamos todos una vida entregada en comunión con Cristo y su evangelio.
La primera lectura el profeta Isaías (50,5-9) habla que al oír la palabra del Señor no ha puesto resistencia ni echado para atrás, acuérdanos que el discípulo del Señor es alimentado con la Palabra de Dios que nos hace vivir en comunión de fe y esperanza. El salmo fortalece el mensaje del caminar con el Señor porque junto de él está la vida, que nuestro entendimiento de servir al Señor nos haga caminar en su presencia (Sal.114). En la segunda lectura siguiendo con los mensajes del apóstol Santiago tenemos la célebre provocación de que nuestra fe debe resultar en obras. No nos olvidemos que estamos en el mes de la Biblia, que la escucha de la Palabra de Dios nos anime a caminar con el Señor y realizar por la fe las obras del amor que tenemos al Mesías. Que en este domingo al reunirnos delante del altar del sacrificio de Cristo profundicemos nuestra renuncia de nosotros mismos para vivir plenamente la entrega de seguimiento de Jesús, cargando nuestra cruz en amor al Mesías de Dios y a su evangelio.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
08 de septiembre de 2024
DOMINGO XXIII TIEMPO ORDINARIO
MARCOS 7, 31-37

“Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos”
En el mensaje de este vigésimo tercero domingo ordinario podemos destacar dos elementos fundamentales de la naturaleza de Jesús, que son su misión y su poder divino. De inicio ya es posible profundizar la acción misionera de Jesús que salió de Tiro pasó por Sidón lugares de predominio pagano atravesó la región de la Decápolis que se comprende como una confederación de ciudades de culturas griegas, que se estima que eran diez, y que se extendía sobre un área que cubría ambos lados del Jordán, al sur del mar de Galilea y hacia el norte. Junto a eso tenemos un relato de otro hecho milagroso de Jesús que posibilitó un hombre sordo y tartamudo a comunicarse.
En muchos mensajes del evangelio las personas condicionadas por imposibilidades físicas indican ser portadoras de algún factor que no es favorable para una vida en plenitud y digna por la falta del conocimiento de la luz y de la verdad divina. La humanidad vive hoy fuertemente influenciada por la dinámica de la comunicación, es impresionante los cambios sociales que tuvimos en el mundo con el desarrollo de los sistemas sobretodo digital y de comunicación. La comunidad internacional se abrió totalmente a la información debido a la facilidad que tenemos de comunicarnos a través de la tecnología. El hombre curado por Jesús era sordo y consecuentemente tartamudo por lo tanto imposibilitado de vivir en un ciclo comunicativo, la gente ya creía que por la proximidad del Señor expresada por solamente imponer las manos ya era suficiente para hacer el hombre escuchar y hablar.
Es muy importante profundizar el mensaje de este evangelio considerando la práctica de Jesús que llevó al hombre a tener la posibilidad de comunicarse. Primero Jesús lo aparta de la gente, que nos indica un retirarse con Cristo, un retiro con el Señor siempre condúcenos a un ánimo en la vida que nos trae inspiración para nuestras actividades, así sabemos el significado que tiene los retiros espirituales en nuestro camino de fe y compromiso de servir al Señor. Jesús al tocar el oído del hombre con los dedos y mojar su lengua con la saliva mirando al cielo presentando a Dios la necesidad del hombre Jesús dijo: “Éffeta” es decir “Abrete!” lo hace escuchar y hablar sin dificultad. La fuerza divina de Cristo abre nuestro corazón para el amor y la paz que genera la esperanza del Reino de la vida en comunión y fraternidad, la cercanía con Jesús y dejarnos ser tocados por él, nos posibilita comunicarnos con Dios y así conocer su Palabra, su luz y su misericordia.
La primera lectura el profeta Isaías anima nuestra búsqueda constante por el Señor orientándonos a no tener miedo de estar al servicio del Reino porque Dios ilumina los ojos de los ciegos y abre los oídos de los sordos (Is.35,4-7), el salmo fortalece en nosotros el sentido de fe invitándonos a tener una alma que alaba al Señor(Sal.145) en la segunda lectura tenemos la orientación del apóstol Santiago para vivir en la fraternidad verdadera no teniendo entre nosotros favoritismos, así como Iglesia sepamos vivir la comunión de amor a Dios en plena comunicación con él. Que la eucaristía de este domingo nos ponga abiertos al acogimiento práctico de las enseñanzas de Jesús, teniendo el reconocimiento que nuestro Señor hace bien todo y que por su gracia y fidelidad los sordos y los mudos de la Palabra de Dios pueden ser convertidos al su anuncio de manera clara y evidente para que todos conozcan la verdad, el amor, la paz y la justicia.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
01 de septiembre de 2024
DOMINGO XXII TIEMPO ORDINARIO
MARCOS 7, 1-8.14-15.21-23

“¡ESTE PUEBLO ME HONRA CON LOS LABIOS, PERO SU CORAZÓN ESTÁ LEJOS DE MÍ!”
El vigesimosegundo domingo del tiempo litúrgico del dos mil veinticuatro coincide con el primer día de septiembre el mes de la Biblia, así somos invitados en la eucaristía a prepararnos espiritualmente para contemplar y profundizar nuestra vida de fe y misión por los relatos de la manifestación de Dios en la historia de la humanidad presentes en la Sagrada Escritura. Después de contemplar el discurso de Jesús sobre el pan de la vida en el capítulo seis del evangelio de Juan, damos inicio a esta semana ordinaria de nuestra caminada de amor a Cristo y esperanza en su gracia haciendo un regreso a los mensajes del evangelio de Marcos. El mensaje ya empieza diciendo que algunos fariseos y maestros de la ley vinieran de Jerusalén y se reunirán con Jesús, sabemos que Jerusalén era el centro de todo poder del pueblo de Israel donde los fariseos y maestros de la ley dominaban la política y sobre todo la religión. Ellos seguían y defendían con radicalidad la tradición judía e interpretaban la ley de Moisés según sus propias intenciones.
Jesús al cumplir su misión de revelar la verdad de Dios al mundo, tuvo muchos conflictos con los religiosos tradicionales judíos, el hecho de los discípulos de Jesús no seguir las costumbres religiosas de los judíos como lavar las manos antes de las refecciones, no quiere decir que ellos desconsideraban la importancia de la higiene, pero indica el rompimiento de los preceptos vacíos practicados por los “dueños” de la religión del tiempo de Jesús. Ese mensaje aclara para nosotros que el tradicionalismo radical y exagerado es un gran mal para la misión de promover el reino según el entendimiento de la voluntad y acción de Dios en la humanidad. Es cierto que Jesús recibió elogios y admiración de mucha gente, pero no se puede querer a Jesús solo por interés de su poder y sus milagros honrando y alabando al Señor solamente con los labios. Nuestra búsqueda por Jesús debe basarse en el más profundo deseo de corazón de contemplar el amor, la misericordia, la bondad y la grandeza de Dios en nuestra vida.
Jesús orienta a la gente a escucharlo para que puedan comprender que la verdadera impureza no se entiende en la suciedad física o de objetos, el que torna verdaderamente el hombre impuro es su suciedad interna que muchas veces lo lleva a una falsedad personal y religiosa que alimenta el egoísmo, el individualismo que niega la fraternidad y la comunión de los que quieren vivir para Dios a servicio de los demás. Al final del mensaje Jesús presenta varios elementos de impureza humana los cuales toda persona que quiere alimentarse de la verdad divina debe eliminar de su interior. En la primera lectura tenemos la revelación de Moisés que invita la gente a vivir la sabiduría y la inteligencia guardando y poniendo en práctica los mandamientos del Señor (Dt.4,1-2.6-8).
El salmo nos ayuda a fortalecer nuestra búsqueda por la verdad del Señor al decir: “El que procede honradamente, practica la justicia y piensa la verdad, vivirá en el monte del Señor”(Sal.14), la segunda lectura del apóstol Santiago (1,17-18.21-22.27) nos presenta la bonita enseñanza de que todo beneficio y todo don perfecto viene de Dios que es el creador de la luz, además de esa orientación el apóstol también nos trae una palabra de inspiración para que celebremos con profundidad el mes de la Biblia al decir: “pongan en práctica la Palabra y no se limiten a escucharla”. Que la celebración eucarística de este domingo de la vigésima segunda semana ordinaria que abre las puertas del mes bíblico nos fortalezca en la práctica de las enseñanzas de Jesús llenando nuestro corazón del amor a Dios y así purificándonos de toda suciedad promotora de los males del mundo.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
29 de agosto de 2024
MEMORIA DEL MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA
MARCOS 6,17-29

“QUIERO QUE AHORA MISMO ME DES EN UNA BANDEJA LA CABEZA DE JUAN EL BAUTISTA”
La Iglesia celebra este día veintinueve de agosto haciendo memoria litúrgica al martirio del principal profeta de Jesús, Juan Bautista vino al mundo ya portando una naturaleza misionera magnífica la cual tenía como objetivo único preparar la gente para el encuentro humano con Dios por medio de Cristo. La Iglesia tiene la costumbre de celebrar en honor a algún santo justo en el día de su muerte como forma de contemplar su “glorificación” delante de Dios, pero en el caso de Juan Bautista el significado de su historia junto a Jesús es tan grandiosa que celebramos el día de su nacimiento el veinticuatro de junio y su muerte veintinueve de agosto. Así se puede comprender que Juan Bautista ha glorificado su existencia sea en el mundo, ya sea en el cielo. Los relatos de la vida de Juan Bautista que encontramos en los evangelios nos posibilitan tener una comprensión de la entrega total de ese profeta para la misión divina donde la humanidad conociera la revelación.
El martirio de Juan Bautista se comprende como el cierre de la antigua alianza de los profetas que por el anuncio de la esperanza en Dios y la denuncia contra los malhechores del pueblo orientaban la gente para la vivencia de la verdad y del compromiso de amor para la dignidad de todos. La vida de Jesús y la fidelidad a su evangelio hacen del martirio una realidad en la historia cristiana por aquellos que asumen de forma sincera el discipulado. Es incontable la cantidad de los que fueran martirizados por su compromiso con la verdad y el amor que forma el Reino de Dios, así se define la vida del profeta Juan Bautista con total compromiso con la verdad y el amor. Juan Bautista fue martirizado exactamente por no ser un hombre dominado por las imposiciones del placer del mundo, él se puso contra los deseos de ganancia y poder presentes en Herodes. Primeramente, Juan Bautista fue encarcelado por la fidelidad a su misión, confrontó a Herodes en sus pretensiones maldosas. La fuerza del odio y de la ignorancia siempre busca imponer delante de los defensores de la comunión, de la justicia y de la paz.
Herodes tenía una relación inmoral con su cuñada Herodías, Juan Bautista con coraje hizo una denuncia contra Herodes respecto a su inmoralidad que traicionaba su propia familia. En una fiesta en el palacio del rey lo que ya indica un encuentro de personas de poder la hija de Herodías llamada Salomé bailó delante de todos e impresionó al rey Herodes y sus invitados. Como recompensa el rey le dijo que podría pedir todo lo que quiera, el regalo se presentaría como ejemplo claro de la perversidad que la naturaleza humana puede alcanzar cuando dominada por la unión entre el poder y el placer del mundo. Herodías en su extrema maldad habló a su hija que pidiera en un plato la cabeza de Juan Bautista y así Herodes lo hizo, trajeron entonces en un plato la cabeza del gran profeta. En los tiempos antiguos, para muchos, el asesinato de una persona cortando su cabeza indicaba la eliminación de una idea o de un pensamiento, así se puede comprender que el martirio de Juan Bautista se pasó por una intención de sobreponer la maldad del falso poder del mundo sobre el poder divino de la verdad y del amor.
La primera lectura relata el mensaje del profeta Jeremías (1,17-19) que nos enseña que los que son alimentados por la palabra del Señor tiene el coraje de anunciar en el mundo la verdad que viene de Dios, ya por el salmo somos inspirados por la súplica orante de los que se acogen en el Señor que estos contarán la salvación de Dios. El martirio de Juan Bautista nos lleva a la certeza de que la dignidad de los hombres de la tierra está en el distanciamiento de las seducciones de poder y placer del mundo y sí en la fidelidad de una vida justa delante de los hermanos y con interés de siempre cumplir con la voluntad de Dios promoviendo su Reino en su amor. Que en esta Eucaristía en memoria del martirio del profeta Juan Bautista pongamos en comunión todos los que también fueron martirizados en el compromiso evangélico de ser discípulos de Cristo y en honor a ellos hagamos de su historia elemento de fuerza para nuestra fe, esperanza y servicio a los hermanos para la salvación y liberación de los males del mundo.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
25 de agosto de 2024
DOMINGO XXI TIEMPO ORDINARIO
JUAN 6,55, 60-69

“LAS PALABRAS QUE YO OS HE DICHO SON ESPÍRITU Y SON VIDA”
En este domingo se concluye los mensajes del capítulo seis del evangelio de Juan utilizados para la Iglesia durante el periodo que se comprende del décimo séptimo hasta el vigésimo primer domingo ordinario del ciclo B. Los mensajes de este capítulo nos invitan a una reflexión inspirada en el discurso de Jesús sobre el pan de la vida. Las enseñanzas y los ejemplos de Jesús presentados en los relatos de este domingo ponen a los discípulos preocupados con el seguimiento al Señor porque quedaron escandalizados con sus orientaciones. Ellos miran las palabras de Jesús y las ven muy duras y se preguntaban si alguien podría escucharlas. En verdad, nosotros como personas insertadas en el mundo no podemos escuchar a Cristo solamente con los oídos y sí no también con el corazón y el alma.
Si no abrimos nuestro interior y nuestra mente para Cristo las palabras del Señor serán en verdad muy duras e imposibles de escuchar y ponerlas en práctica. El primero punto que nos lleva a tener fe en Dios es el reconocimiento de que somos seres espirituales, nosotros tenemos una espiritualidad cristiana porque la persona de Jesús Cristo nos inspira, anima y fortalece nuestra esperanza de estarnos siempre sostenidos con la fuerza que necesitamos en nuestra realidad. La carne en cuanto a cuerpo físico básicamente indica una existencia, el sentido de esa carne está en su esencia espiritual. Las palabras de Jesús fundamentan una historia votada para la verdad de Dios, el propio Jesús nos dice que sus palabras son Espirito y son vida.
Jesús sabía que los judíos practicantes y defensores de la religión tradicional no lo iban aceptarlo, así que Jesús repite la expresión dicha anteriormente que solo es posible seguirlo a él si son atraídos por Dios. Ser discípulo de Cristo consiste en el deseo pleno de seguir la luz de Dios viviendo y promoviendo su amor, su paz y su justicia que el propio Señor Jesús nos enseña. Delante del miedo y de la negación de los judíos que hacen abandonar a Jesús, el preguntaba a los discípulos si también ellos quieren irse y dejar al Señor solo, Pedro entonces hace otra profesión de fe diciendo: “A quien iremos Señor? solo tu tiene palabras de vida eterna” a ejemplo de Pedro guiemos nuestra vida para la entrega a Jesús y por sus palabras caminemos hacia la vida eterna.
La entrega a Jesús no solo consiste en una práctica resumida en acciones orantes, si no además de eso hay que tener una vida de servicio al Señor como el profeta Josué provoca el pueblo de Israel en la primera lectura. El profeta cuestiona la gente a quien van a servir, Josué motivado por la verdadera fe dijo que el y toda su familia servirá al Señor el verdadero Dios (Js 24,1-2a.15-17.18b). El salmo sigue con las súplicas y oraciones respeto de vivir en la bondad del Señor(Sal.33). La segunda lectura de la carta a los Efesios se mescla con el mismo sentido de la primera lectura hablando del servir al Señor. El autor habla a los cristianos de Éfeso que el servir a los demás con fe y esperanza en Dios es la identidad de los seguidores de Jesús(Ef.5,21-32).
Así la liturgia de la Iglesia cierra la predicación del discurso de Jesús sobre el pan de la vida en el ciclo B, que el banquete eucarístico de ese domingo fortalezca nuestro compromiso de servir a Dios como discípulos y misioneros de Cristo, alimentados con el cuerpo y la sangre de nuestro Señor busquemos siempre a él con ansia de sus palabras eternas que son Espírito y vida.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
18 de agosto de 2024
DOMINGO XX TIEMPO ORDINARIO
JUAN 6,51-58

“LES ASEGURO QUE, SI NO COMEN LA CARNE DEL HIJO DEL HOMBRE Y NO BEBEN SU SANGRE, NO TIENEN VIDA EN USTEDES”
La liturgia de ese vigésimo domingo del tiempo ordinario nos invita a reflexionar sobre el sentido que damos a la vida. Las enseñanzas de Jesús en el capítulo seis del evangelio de Juan enfatiza la comprensión de que el Señor es el alimento de la vida, ese capítulo nos pone muy cerca del misterio eucarístico, sobre todo en el mensaje de ese domingo que nos presenta los versículos cincuenta y uno al cincuenta y ocho en que Jesús orienta los judíos a si alimentaren de su cuerpo y su sangre para que ellos tengan vida. En el pan y en el vino consagrados conmemoramos la presencia de Cristo junto de nosotros, por la eucaristía alimentamos nuestra vida de fe y amor a Dios fortaleciendo nuestro compromiso de discípulos promotores de la paz y de la esperanza para la vida del mundo.
El escritor y poeta irlandés Oscar Wilde tiene una frase muy interesante que dice “vivir es la cosa más rara del mundo, la mayoría de las personas solamente existen” se necesita comprender la distinción entre vivir y existir, la vida exige de nosotros búsqueda de significado, considerando la naturaleza de nuestra fe que sigue el camino de Cristo, el sentido de la vida está en la verdad revelada por quien pertenecemos que es Dios. La vida es done de Dios, y si hablamos de Dios y de sus dones estamos nos refiriendo de amor, paz, justicia, misericordia y bondad estos elementos son plenamente presentados por Jesucristo. La vida única y verdadera la encontramos en Jesús, porque él mismo es la fuente de la vida, así solo tenemos vida en nosotros si nos alimentamos del cuerpo y la sangre de Cristo. Si nuestra historia no contempla los dones de Dios no estamos teniendo vida, pero sí solamente estamos existiendo. Solamente existir es tener una vida vacía, que se satisfaz con dones terrenales constituidos por el dinero y la riqueza material que tiene su base en el poder, el tener y el placer mundano.
Vivir es tener alegría en sí mismo, reconocer que nuestro propósito es la vida con Dios plena de amor, bondad y respeto a los demás y caminar juntos como hermanos a ejemplo de la sinodalidad que la Iglesia nos invita a estarnos. Es necesario tener la conciencia que nuestra realidad mescla realizaciones, fracasos, gozos y dificultades pero la comunión con Cristo nos anima, fortalece y sostiene, nos alimentemos de la verdadera comida y verdadera bebida que es Jesús para que sepamos vivir en Cristo y él en nosotros. La primera lectura del libro de Proverbios hace mención a la sabiduría como alimento donde también se utiliza de los términos de pan y del vino para que dejemos la inexperiencia para seguir el camino de la inteligencia (Prov. 9,1-6). El salmo nos transmite el mensaje que dice “quien busca al Señor no carece de nada” toda la humanidad desea vida plena y abundante así la plenitud y la abundancia de la vida encontramos en el Señor (Sal.33). En la segunda lectura de la carta a los Efesios el apóstol Pablo sabiendo que los cristianos serian negados busca animar la Iglesia de Éfeso orientando la gente a ser sensatos y no vivan la libertinaje y teniendo en cuenta el deseo del Señor que se dejen llenar por el Espirito. Entremos en la vigésima semana ordinaria de ese año con el más profundo deseo de verdaderamente vivir y no solo existir, que la liturgia de ese domingo nos ayude a renovar la vida en Cristo.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
15 de agosto de 2024
Solemnidad de la Asunción de la Virgen María - Lucas 1,39-56

“PROCLAMA MI ALMA LA GRANDEZA DEL SEÑOR, SE ALEGRA MI ESPIRITU EN DIOS, MI SALVADOR”
La Iglesia católica tiene un amor y una devoción especial por María, la madre de Jesús. Esta cercanía y confianza se basan en la fe de que María fue elegida por Dios para ser parte fundamental del plan divino de la revelación. Jesucristo, en su realidad de ser humano, presentó al mundo la condición de una vida totalmente divina basada en la bondad, la compasión y la misericordia, elementos que nos permiten comprender la acción de Dios en la historia. Jesucristo conduce a la humanidad por el camino de la contemplación y la esperanza en el Padre, creador de todas las cosas visibles e invisibles. Este 15 de agosto, la Iglesia celebra la solemnidad de la Asunción de la Virgen María a los cielos, en la que exaltamos el significado y la importancia de María para la vida cristiana. Celebrar la Asunción de María significa que creemos que la madre de Jesús fue llevada al cielo por la acción amorosa de Dios mediante su entrega confiada en las manos del Señor a través de la proclamación del Magnificat, que nos inspira a todos a engrandecer nuestras almas en la fe en Dios y a alegrar nuestro espíritu en la certeza del amor que se nos revela en el misterio de la salvación en Cristo, que comenzó a materializarse en el seno materno de María.
La liturgia de la Iglesia celebra las solemnidades de la Ascensión y de la Asunción. En ambas celebraciones se hace referencia a la subida al cielo, la de Jesús, que por su propio poder fue ascendido a Dios (Ascensión), y de María, que con su entrega incondicional a Dios hizo de su historia un elemento fundamental para que el mundo conociera la gloria divina en Jesús. La elevación al cielo del cuerpo y del alma de la madre de Jesús es un dogma mariano proclamado por la Iglesia en 1950 en la constitución Munificentissimus Deus del Papa Pío XII, diciendo: "para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo". El gozo y la alegría de la Iglesia a los que se refiere el Papa en esta constitución apostólica consisten en inspirar nuestro discipulado de fe en el amor a Cristo, reconociendo en Él la presencia de Dios en el mundo, que a su vez fue engendrado humanamente en el seno virginal de María, a quien consideramos nuestra madre.
El Evangelio de esta solemnidad nos presenta el mensaje de la visita de María, embarazada de Jesús, a su prima Isabel, encinta de Juan el Bautista, en cuyo encuentro establece la suprema alegría de que se cumplan las profecías. El nacimiento de Juan Bautista inicia la conclusión de la antigua alianza y la venida de Jesús marca la nueva historia de la humanidad, la alianza que traería la salvación al mundo está aún por establecerse en el amor que se revelará en Jesús. La primera lectura del libro del Apocalipsis nos habla de los signos de Dios presentes en el cielo y de una mujer gloriosa con características divinas que formaría el reino de Dios en la tierra por la gloria de Cristo. Esta mujer representa la comunidad de fe que, unida como pueblo de Dios, camina guiada por los signos transmitidos por Jesús (Ap 11,19;12,1-6). En el mismo sentido, el mensaje del salmo nos lleva a reconocer en la Iglesia la imagen de la reina que está a la derecha del Padre (Sal 44).
El apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios dice que si la muerte vino al mundo por el pecado humano, la resurrección vino por la sabiduría y la gracia de un hombre, la naturaleza humana unida a Cristo contemplará la resurrección (1Cor.15,20-27). Celebrar la Asunción de María es afirmar su participación en el misterio de la resurrección, que un día compartiremos. Y anunciar también la victoria del amor de Dios sobre la condición humana, la superación de la muerte por la vida y el triunfo de la comunión. De este modo, María, glorificada en el cielo en cuerpo y alma por su Asunción, es imagen de la comunidad de fe en sentido escatológico, signo de esperanza y consuelo para el pueblo de Dios que camina hacia la patria definitiva
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
11 de agosto de 2024
Domingo XIX del Tiempo Ordinario – Juan 6, 41-51

“YO SOY EL PAN VIVO QUE HA BAJADO DEL CIELO”
En los últimos dos domingos vimos Jesús saciar la multitud con el gran signo de la multiplicación por medio del compartir cinco panes y dos peces que le fue presentado y también vimos Jesús presentarse para la gente como el pan de vida eterna que nos inspira y fortalece para realizar las obras de Dios creyendo firmemente en la divinidad de Jesús. Hoy damos inicio a la decimonovena semana ordinaria de la liturgia del año de 2024 contemplando Jesús como el pan bajado del cielo, el alimento que viene de Dios y que da sentido a la vida en el mundo. El hablar de Jesús que él mismo es el pan del cielo causa perplejidad en los judíos tradicionales y ellos entonces se preguntan: “No es este el Hijo de José? No conocemos su padre y su madre? Ese cuestionamiento es respeto de la humanidad de Jesús, la cual sabemos nosotros que es completamente llena de la bondad divina lo que hace Jesús ser pleno de la naturaleza de Dios y los judíos más ligados a la religión tienen dificultad de reconocer esa naturaleza.
El ser humano tiene ansia incontrolable de estar con Dios y vivir por él y eso solo es posible si estamos alimentados con el pan bajado del cielo, Jesucristo que sacia nuestra hambre de amor, justicia y paz. La esencia pura de la verdad es Dios y esa esencia la encontramos en Jesús, así tiene el significado de la expresión dicha por nuestro Señor: “Nadie viene hacia mi si el padre no lo atrae”, nuestro seguimiento a Cristo consiste en ser atraídos por Dios a caminar guiados por la verdad que nos pone en el verdadero servicio que es estar disponibles a ser discípulos de Dios y tener la certeza que el poder de la muerte no es más fuerte que la resurrección como nos habla el Señor (Jn.6,45). O antiguo pueblo de Israel en su caminada por el desierto creyó que el maná era el alimento enviado por Dios para sostenerlos en la angustia que pasaban, hasta se puede decir que el maná fue ofrecido por Dios como toda comida presente en nuestra mesa, pero Jesús además de hacer que la gente tenga el alimento físico nos ofrece el alimento espiritual que es eterno que fue bajado del cielo enviado de Dios y que nos hace vivir con las energías de esperanza y paz renovadas. Quien reconoce a Cristo como el pan de la vida y se nutre de él no conocerá la muerte y vivirá eternamente.
En la primera lectura (1Rs.19,4-8) tenemos un relato sobre una caminada del profeta Elías en el desierto en que en un momento en medio del cansancio se ve desesperanzado y entonces recibió un mensaje del Señor que decía: “levántate y come”, en las situaciones de incertidumbres de la vida el Señor así también habla a nosotros, que nos ponemos de pie nos alimentemos con la fuerza de Dios y seguimos. El salmo nos invita al conocimiento de la bondad de Dios, por la oración que dice “haz la prueba y verás qué bueno es el Señor”(Sl.33), en la segunda lectura o apóstol Pablo exhorta a la comunidad cristiana de Éfeso para que no causen tristeza al Espíritu Santo viviendo la maldad, pero que busquen ser imitadores de Dios por la vida de amor a ejemplo de Cristo(Ef. 4,30-5,2). Como todo ser vivo necesita de su alimento para mantenerse, que la eucaristía de este domingo nos alimente con el amor de Cristo, este amor que no es meramente humano y sí un amor divino bajado del cielo por la bondad de Dios por nosotros. No caíamos desesperanzados y dominados por los desafíos de nuestra historia, al contrario de eso, fortalecidos con el pan que Dios nos regala a través de Cristo seamos promotores de la vida verdadera.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
11 de agosto de 2024
Domingo XIX del Tiempo Ordinario – Juan 6, 41-51

“YO SOY EL PAN VIVO QUE HA BAJADO DEL CIELO”
En los últimos dos domingos vimos Jesús saciar la multitud con el gran signo de la multiplicación por medio del compartir cinco panes y dos peces que le fue presentado y también vimos Jesús presentarse para la gente como el pan de vida eterna que nos inspira y fortalece para realizar las obras de Dios creyendo firmemente en la divinidad de Jesús. Hoy damos inicio a la decimonovena semana ordinaria de la liturgia del año de 2024 contemplando Jesús como el pan bajado del cielo, el alimento que viene de Dios y que da sentido a la vida en el mundo. El hablar de Jesús que él mismo es el pan del cielo causa perplejidad en los judíos tradicionales y ellos entonces se preguntan: “No es este el Hijo de José? No conocemos su padre y su madre? Ese cuestionamiento es respeto de la humanidad de Jesús, la cual sabemos nosotros que es completamente llena de la bondad divina lo que hace Jesús ser pleno de la naturaleza de Dios y los judíos más ligados a la religión tienen dificultad de reconocer esa naturaleza.
El ser humano tiene ansia incontrolable de estar con Dios y vivir por él y eso solo es posible si estamos alimentados con el pan bajado del cielo, Jesucristo que sacia nuestra hambre de amor, justicia y paz. La esencia pura de la verdad es Dios y esa esencia la encontramos en Jesús, así tiene el significado de la expresión dicha por nuestro Señor: “Nadie viene hacia mi si el padre no lo atrae”, nuestro seguimiento a Cristo consiste en ser atraídos por Dios a caminar guiados por la verdad que nos pone en el verdadero servicio que es estar disponibles a ser discípulos de Dios y tener la certeza que el poder de la muerte no es más fuerte que la resurrección como nos habla el Señor (Jn.6,45). O antiguo pueblo de Israel en su caminada por el desierto creyó que el maná era el alimento enviado por Dios para sostenerlos en la angustia que pasaban, hasta se puede decir que el maná fue ofrecido por Dios como toda comida presente en nuestra mesa, pero Jesús además de hacer que la gente tenga el alimento físico nos ofrece el alimento espiritual que es eterno que fue bajado del cielo enviado de Dios y que nos hace vivir con las energías de esperanza y paz renovadas. Quien reconoce a Cristo como el pan de la vida y se nutre de él no conocerá la muerte y vivirá eternamente.
En la primera lectura (1Rs.19,4-8) tenemos un relato sobre una caminada del profeta Elías en el desierto en que en un momento en medio del cansancio se ve desesperanzado y entonces recibió un mensaje del Señor que decía: “levántate y come”, en las situaciones de incertidumbres de la vida el Señor así también habla a nosotros, que nos ponemos de pie nos alimentemos con la fuerza de Dios y seguimos. El salmo nos invita al conocimiento de la bondad de Dios, por la oración que dice “haz la prueba y verás qué bueno es el Señor”(Sl.33), en la segunda lectura o apóstol Pablo exhorta a la comunidad cristiana de Éfeso para que no causen tristeza al Espíritu Santo viviendo la maldad, pero que busquen ser imitadores de Dios por la vida de amor a ejemplo de Cristo(Ef. 4,30-5,2). Como todo ser vivo necesita de su alimento para mantenerse, que la eucaristía de este domingo nos alimente con el amor de Cristo, este amor que no es meramente humano y sí un amor divino bajado del cielo por la bondad de Dios por nosotros. No caíamos desesperanzados y dominados por los desafíos de nuestra historia, al contrario de eso, fortalecidos con el pan que Dios nos regala a través de Cristo seamos promotores de la vida verdadera.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
06 de agosto de 2024

LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
Marcos 9,2-10
Este es Mi Hijo amado; Escuchenlo
La transfiguración del Señor se convirtió en fiesta litúrgica por primera vez en la Iglesia de Oriente en el siglo V. En Occidente, esta fiesta apareció por primera vez en el siglo X y se extendió rápidamente. El Papa Calixto III la introdujo en toda la Iglesia en el año de 1456(6 de agosto). El episodio de la Transfiguración se relata en los Evangelios sinópticos (Mt 17,1-9; Mc 9,2-10; Lc 9,28-36), también encontramos una mención en la segunda carta de Pedro(1,16-18) y una alusión en el libro del profeta Daniel(7,9-10.13-14). Celebrar la transfiguración del Señor nos lleva a una comprensión más profunda del significado de la gloria de Dios, partiendo de algunos aspectos presentes en la literatura sagrada y que forman la esencia de la vida en Cristo: la ley judía, las profecías y el discipulado.
Era común que los judíos se reunieran en la cima de una montaña para orar, y el propio Jesús lo hizo varias veces. Esta costumbre se debía a que entendían que las cimas de las montañas eran lugares de retiro y contemplación de Dios. Jesús lleva a los apóstoles Pedro, Santiago y Juan, que representan a todos los discípulos, a la cima del monte Tabor y se transfigura ante ellos. Este verbo "transfigurar" en sentido literal significa cambiar de imagen (Trans=cambio; Figura=Imagen), en el misterio de la transfiguración podemos contemplar el cambio del Jesús de la naturaleza humana al Jesús de la naturaleza divina donde a través de Cristo mismo Dios es glorificado. El brillo y el color blanco de las vestiduras de la nueva figura de Cristo indican la luz de Dios que nos guía por el camino de la verdad que define el sentido de nuestra existencia. La presencia de Moisés y Elías nos lleva a concluir que en Jesús se completa la manifestación de Dios a lo largo de la historia mediante la unidad del Antiguo y el Nuevo Testamento.
Viendo la gloria de Dios en Jesús transfigurado, Pedro se pone en situación de comodidad y seguridad y quiere instalarse junto a Cristo "Maestro, nos conviene quedarnos aquí. Hagamos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Ser testigos de la gloria y el esplendor de Dios a través de la transfiguración de Jesús no debe llevarnos a una fe cómoda y alejada del servicio; al contrario, nos sitúa en el sentido más pleno del discipulado, que es el compromiso de promover el Reino siguiendo las palabras de Jesús: "Este es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!". Después de esta experiencia, los discípulos bajan del monte con Jesús. Bajar del monte nos lleva al horizonte misionero de quienes saben que en Cristo está la gloria de Dios, y la plenitud de esta gloria la contemplará la humanidad en el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor.
La primera lectura nos ofrece una hermosa ayuda para acoger el mensaje de la transfiguración cuando dice: "Se le dio poder, gloria y realeza, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron: su poder es un poder eterno que no será quitado, y su reino un reino que no será disuelto"(Dan 7,9-10.13-14). A través del salmo podemos regocijarnos en nuestra vida de esperanza en la certeza del poder, la gloria y la realeza de Dios mediante la oración de júbilo: "Porque tú eres el Altísimo, Señor, muy por encima del universo que creaste"(Sal.96). Que la transfiguración del Señor nos haga reconocer el esplendor magnánimo de la gloria de Dios en nuestra realidad humana, y que la luz de Jesús transfigurado ilumine nuestro seguimiento en el camino de la resurrección.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
04 de agosto de 2024
Domingo XVIII del Tiempo Ordinario – Juan 6, 24-35

"¿QUÉ DEBEMOS HACER PARA CUMPLIR LAS OBRAS DE DIOS?"
Abrimos la decimoctava semana de la liturgia ordinaria de este año siguiendo nuestro camino de amor y fe, contemplando el mensaje de Jesús en el discurso del pan de vida. Sorprendida la multitud por el gran signo de Jesús que les dio de comer, fueron a buscar al Señor a Cafarnaúm. Cuando lo encontraron, recibieron la advertencia de que no debía buscarlo por intereses ajenos a la aceptación de la gracia y el amor de Dios: "Me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan y os saciasteis." El evangelio de Juan no presenta las acciones de Jesús como milagros, sino como signos. Entendemos por signo una indicación que nos revela algo. Así, los signos que Jesús realiza nos revelan el poder del amor misericordioso y amoroso de Dios.
Hoy existe una corriente religiosa muy fundamentalista y completamente exagerada que reduce el seguimiento de Cristo a una búsqueda de realización personal a través de los bienes materiales. Sin embargo, la verdadera búsqueda de Jesús consiste en el deseo intenso de alimentar nuestra vida en el amor y la gracia que viene del cielo. El alimento que Jesús comparte con cada uno de nosotros es reconocido como el pan del cielo por todos aquellos que buscan vivir el evangelio con sinceridad y compromiso. Quienes alimentan sus vidas con la historia y las palabras de Cristo están capacitados para realizar las obras de Dios, y las obras de Dios consisten en creer en Cristo como fuente y fundamento de la verdad que trae paz y esperanza al mundo.
La primera lectura nos habla de la experiencia de fe del pueblo de Israel que, mientras esperaba la liberación de la esclavitud en Egipto, fue alimentado por Dios con el maná (Ex 16,2-4.12-15). La oración del salmista nos acerca aún más al misterio de la fe, donde somos alimentados en el Señor: "El Señor nos ha alimentado con pan del cielo" (Sal 77). La segunda lectura, nuevamente como la del domingo pasado, resume toda la liturgia de la Palabra, en la que, en un pasaje de la carta a los Efesios, se nos dice que, a través de nuestra experiencia con Jesús, cambiamos de vida.
La liturgia de la palabra de este domingo nos da la oportunidad de analizar nuestro caminar con Jesús, donde necesitamos revisar el significado de nuestro interés por estar con Cristo. Alimentar nuestra vida con el pan que bajó del cielo y permanece con nosotros para siempre presupone el deseo de llenar nuestros corazones de amor para que, renovados por nuestra experiencia con Jesús, podamos saciar nuestra hambre y sed de Dios y proclamar la paz y la esperanza.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
28 de julio de 2024
Domingo XVII del Tiempo Ordinario – Juan 6, 1-15

“AL VER EL SIGNO QUE JESÚS HABÍA HECHO, DECÍAN ELLOS: ‘ESTE SÍ QUE ES EL VERDADERO PROFETA QUE TENÍA QUE VENIR AL MUNDO’”
La Iglesia durante el año litúrgico del ciclo B se dedica a la reflexión de la vida de Jesús a partir del evangelio de Marcos, no en tanto los dieciséis capítulos de Marcos, no son capaces de completar los treinta y cuatro domingos del tiempo ordinario, así del decimoséptimo hasta el vigésimo primer domingo del ciclo litúrgico tenemos un cambio en el evangelio de nuestras celebraciones dominicales, las cuales la Iglesia utiliza los mensajes de todo el capítulo seis del evangelio de Juan.
Y en este domingo se nos presentan los quince primeros versículos, donde podemos contemplar una verdadera catequesis en sentido eucarístico, en la que Jesús sacia el hambre de una multitud. En primer lugar, destacamos nuevamente un hecho misionero de Jesús y sus discípulos: irse al otro lado del lago de Tiberíades. La gente, sorprendida por los signos de Jesús que curaba a los enfermos, lo seguía con fe y esperanza.
Jesús, en su profundo amor divino, sabía de la necesidad de la gente de comer y, entonces, provoca en Felipe, uno de sus discípulos, la pregunta de cómo hacer para alimentar a tanta gente. El discípulo queda confundido, pero el Señor tenía plena consciencia de lo que debía hacerse. La narrativa hace referencia a la fiesta de la Pascua, cuando los israelitas fueron liberados de la esclavitud de Egipto. En ese contexto, debemos reflexionar que en Cristo se encuentra la sabiduría que nos lleva a la libertad.
Delante de la multitud hambrienta, presentan al Señor cinco panes y dos peces, y con eso, Jesús alimenta a toda la gente, que eran cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. Esto nos indica que el alimento de vida que encontramos en Cristo es infinito y contempla a toda la humanidad. Es necesario que prestemos atención al sentido del milagro realizado por Jesús. La idea de que el Señor multiplicó los cinco panes y dos peces lleva a mucha gente a creer en una acción 'mágica' de Jesús; lo que sucede es que la fuerza de Cristo no es magia, sino amor, bondad, compasión y solidaridad.
El milagro realizado por Jesús está en el hecho de que todos los que van hacia Él presentan su historia y su realidad, y en Él reconocen la gracia de Dios por los bienes divinos de la creación. Jesús comparte con los demás lo que es ofrecido por la multitud. El compartir de Jesús hace que el alimento se multiplique y todos puedan saciar su hambre y su deseo de Dios.
En la primera lectura tenemos un relato del segundo libro de los Reyes que, de manera semejante al evangelio, nos habla también de un compartir. El profeta Eliseo, al recibir una ofrenda de panes, aunque fuera pequeña, la compartió con la gente; la pequeña ofrenda, además de alimentar a todos, todavía sobró (2Re 4, 42-44).
En el salmo tenemos una súplica que dice: 'sacia a vuestros hijos, Señor' (Sal 144). En la segunda lectura, el apóstol Pablo exhorta a los Efesios a vivir según la llamada recibida desde el principio de la fe en Cristo, que con humildad y amabilidad vivan todos con amor.
Que los mensajes de la liturgia de este domingo nos hagan compartir unos con otros el deseo profundo de vivir en comunión con Dios por medio del alimento sagrado del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Así como Moisés alimentó al pueblo en el desierto con el maná, Jesús nos alimenta por la Eucaristía, compartiendo con nosotros la esencia de su naturaleza divina.
Como discípulos, debemos compartir la fe, la esperanza y el compromiso de estar fortalecidos con el amor de Dios compartido con la humanidad por Jesucristo, el verdadero 'Moisés' que debía venir al mundo y sostenernos con su alimento sagrado.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
28 de julio de 2024
Domingo XVII del Tiempo Ordinario – Juan 6, 1-15

“AL VER EL SIGNO QUE JESÚS HABÍA HECHO, DECÍAN ELLOS: ‘ESTE SÍ QUE ES EL VERDADERO PROFETA QUE TENÍA QUE VENIR AL MUNDO’”
La Iglesia durante el año litúrgico del ciclo B se dedica a la reflexión de la vida de Jesús a partir del evangelio de Marcos, no en tanto los dieciséis capítulos de Marcos, no son capaces de completar los treinta y cuatro domingos del tiempo ordinario, así del decimoséptimo hasta el vigésimo primer domingo del ciclo litúrgico tenemos un cambio en el evangelio de nuestras celebraciones dominicales, las cuales la Iglesia utiliza los mensajes de todo el capítulo seis del evangelio de Juan.
Y en este domingo se nos presentan los quince primeros versículos, donde podemos contemplar una verdadera catequesis en sentido eucarístico, en la que Jesús sacia el hambre de una multitud. En primer lugar, destacamos nuevamente un hecho misionero de Jesús y sus discípulos: irse al otro lado del lago de Tiberíades. La gente, sorprendida por los signos de Jesús que curaba a los enfermos, lo seguía con fe y esperanza.
Jesús, en su profundo amor divino, sabía de la necesidad de la gente de comer y, entonces, provoca en Felipe, uno de sus discípulos, la pregunta de cómo hacer para alimentar a tanta gente. El discípulo queda confundido, pero el Señor tenía plena consciencia de lo que debía hacerse. La narrativa hace referencia a la fiesta de la Pascua, cuando los israelitas fueron liberados de la esclavitud de Egipto. En ese contexto, debemos reflexionar que en Cristo se encuentra la sabiduría que nos lleva a la libertad.
Delante de la multitud hambrienta, presentan al Señor cinco panes y dos peces, y con eso, Jesús alimenta a toda la gente, que eran cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. Esto nos indica que el alimento de vida que encontramos en Cristo es infinito y contempla a toda la humanidad. Es necesario que prestemos atención al sentido del milagro realizado por Jesús. La idea de que el Señor multiplicó los cinco panes y dos peces lleva a mucha gente a creer en una acción 'mágica' de Jesús; lo que sucede es que la fuerza de Cristo no es magia, sino amor, bondad, compasión y solidaridad.
El milagro realizado por Jesús está en el hecho de que todos los que van hacia Él presentan su historia y su realidad, y en Él reconocen la gracia de Dios por los bienes divinos de la creación. Jesús comparte con los demás lo que es ofrecido por la multitud. El compartir de Jesús hace que el alimento se multiplique y todos puedan saciar su hambre y su deseo de Dios.
En la primera lectura tenemos un relato del segundo libro de los Reyes que, de manera semejante al evangelio, nos habla también de un compartir. El profeta Eliseo, al recibir una ofrenda de panes, aunque fuera pequeña, la compartió con la gente; la pequeña ofrenda, además de alimentar a todos, todavía sobró (2Re 4, 42-44).
En el salmo tenemos una súplica que dice: 'sacia a vuestros hijos, Señor' (Sal 144). En la segunda lectura, el apóstol Pablo exhorta a los Efesios a vivir según la llamada recibida desde el principio de la fe en Cristo, que con humildad y amabilidad vivan todos con amor.
Que los mensajes de la liturgia de este domingo nos hagan compartir unos con otros el deseo profundo de vivir en comunión con Dios por medio del alimento sagrado del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Así como Moisés alimentó al pueblo en el desierto con el maná, Jesús nos alimenta por la Eucaristía, compartiendo con nosotros la esencia de su naturaleza divina.
Como discípulos, debemos compartir la fe, la esperanza y el compromiso de estar fortalecidos con el amor de Dios compartido con la humanidad por Jesucristo, el verdadero 'Moisés' que debía venir al mundo y sostenernos con su alimento sagrado.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
28 de julio de 2024
Domingo XVII del Tiempo Ordinario – Juan 6, 1-15

“AL VER EL SIGNO QUE JESÚS HABÍA HECHO, DECÍAN ELLOS: ‘ESTE SÍ QUE ES EL VERDADERO PROFETA QUE TENÍA QUE VENIR AL MUNDO’”
La Iglesia durante el año litúrgico del ciclo B se dedica a la reflexión de la vida de Jesús a partir del evangelio de Marcos, no en tanto los dieciséis capítulos de Marcos, no son capaces de completar los treinta y cuatro domingos del tiempo ordinario, así del decimoséptimo hasta el vigésimo primer domingo del ciclo litúrgico tenemos un cambio en el evangelio de nuestras celebraciones dominicales, las cuales la Iglesia utiliza los mensajes de todo el capítulo seis del evangelio de Juan.
Y en este domingo se nos presentan los quince primeros versículos, donde podemos contemplar una verdadera catequesis en sentido eucarístico, en la que Jesús sacia el hambre de una multitud. En primer lugar, destacamos nuevamente un hecho misionero de Jesús y sus discípulos: irse al otro lado del lago de Tiberíades. La gente, sorprendida por los signos de Jesús que curaba a los enfermos, lo seguía con fe y esperanza.
Jesús, en su profundo amor divino, sabía de la necesidad de la gente de comer y, entonces, provoca en Felipe, uno de sus discípulos, la pregunta de cómo hacer para alimentar a tanta gente. El discípulo queda confundido, pero el Señor tenía plena consciencia de lo que debía hacerse. La narrativa hace referencia a la fiesta de la Pascua, cuando los israelitas fueron liberados de la esclavitud de Egipto. En ese contexto, debemos reflexionar que en Cristo se encuentra la sabiduría que nos lleva a la libertad.
Delante de la multitud hambrienta, presentan al Señor cinco panes y dos peces, y con eso, Jesús alimenta a toda la gente, que eran cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. Esto nos indica que el alimento de vida que encontramos en Cristo es infinito y contempla a toda la humanidad. Es necesario que prestemos atención al sentido del milagro realizado por Jesús. La idea de que el Señor multiplicó los cinco panes y dos peces lleva a mucha gente a creer en una acción 'mágica' de Jesús; lo que sucede es que la fuerza de Cristo no es magia, sino amor, bondad, compasión y solidaridad.
El milagro realizado por Jesús está en el hecho de que todos los que van hacia Él presentan su historia y su realidad, y en Él reconocen la gracia de Dios por los bienes divinos de la creación. Jesús comparte con los demás lo que es ofrecido por la multitud. El compartir de Jesús hace que el alimento se multiplique y todos puedan saciar su hambre y su deseo de Dios.
En la primera lectura tenemos un relato del segundo libro de los Reyes que, de manera semejante al evangelio, nos habla también de un compartir. El profeta Eliseo, al recibir una ofrenda de panes, aunque fuera pequeña, la compartió con la gente; la pequeña ofrenda, además de alimentar a todos, todavía sobró (2Re 4, 42-44).
En el salmo tenemos una súplica que dice: 'sacia a vuestros hijos, Señor' (Sal 144). En la segunda lectura, el apóstol Pablo exhorta a los Efesios a vivir según la llamada recibida desde el principio de la fe en Cristo, que con humildad y amabilidad vivan todos con amor.
Que los mensajes de la liturgia de este domingo nos hagan compartir unos con otros el deseo profundo de vivir en comunión con Dios por medio del alimento sagrado del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Así como Moisés alimentó al pueblo en el desierto con el maná, Jesús nos alimenta por la Eucaristía, compartiendo con nosotros la esencia de su naturaleza divina.
Como discípulos, debemos compartir la fe, la esperanza y el compromiso de estar fortalecidos con el amor de Dios compartido con la humanidad por Jesucristo, el verdadero 'Moisés' que debía venir al mundo y sostenernos con su alimento sagrado.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
22 de julio de 2024
Fiesta de Santa María Magdalena -
Juan 20,1-2, 11-18

“ENTONCES MARÍA MAGDALENA FUE Y DIJO A LOS DISCÍPULOS: ¡HE VISTO AL SEÑOR!”
La liturgia de la Iglesia dedica el día 22 de julio a la celebración en honor de Santa María Magdalena, una de las principales mujeres que vivieron con Jesús. María Magdalena es reconocida como la discípula fiel del Señor que se puso de todo corazón al servicio de Jesús después de haber sido curada por él. Estuvo al lado de la Virgen María en el momento de la crucifixión y tuvo el gran don de ser la primera en ver al Señor Resucitado y en anunciar la alegre noticia a los discípulos.
El mensaje del evangelio de esta fiesta litúrgica se sitúa al comienzo del capítulo veinte de Juan, que narra el encuentro de María Magdalena con Cristo Resucitado. Es importante tener en cuenta la forma en que se presenta este relato, “el primer día de la semana, todavía oscuro al amanecer”, expresión que puede indicar que se acerca un tiempo nuevo, en el que las tinieblas de la muerte darán lugar a la luz de la resurrección.
Aparte de una obligación laboral o de alguna actividad cotidiana, ¿qué razón tiene una persona para salir de casa al amanecer y en la oscuridad? Seguramente una fuerza interior capaz de mover a alguien hacia una experiencia concreta. El profundo sentimiento de amor, fidelidad y entrega de María Magdalena a Jesús la condujo al sepulcro y este sentimiento se convirtió en la fuente de la verdadera vida. La piedra que cubría el sepulcro de Jesús fue removida, el poder de la maldad del hombre es incapaz de contener la fuerza del misterio divino. Sin saber lo que ocurría,
María Magdalena se cayó en la más profunda tristeza y desesperación, pero sus lágrimas y perplejidad dieron paso a la alegría exultante del encuentro con el Señor resucitado; la discípula vio al Maestro y en esta relación, que representa el amor del discipulado con la fuerza de la vida en Dios, Cristo es inmortal. En el amor y la esperanza expresados en la persona de María Magdalena, podemos contemplar el encuentro con Cristo resucitado en nuestra realidad.
A partir del significado del sepulcro vacío, de la piedra removida y del diálogo entre María Magdalena y Cristo Resucitado, comprendemos la naturaleza de la misión cristiana. Ver al Señor es, al mismo tiempo, acoger con entusiasmo la invitación al discipulado, fieles al evangelio enviados a una vida entregada a Jesucristo.
Todo este contexto de oración y reflexión en torno a María Magdalena se resume en el encuentro con el Señor Resucitado en el que ella ve al Señor y él la envía como misionera de la gran noticia de la resurrección, ella ha sido investida de función apostólica por el propio Jesús. Es más, ella fue la primera en experimentar la resurrección, aunque Pablo y Lucas afirman que esta primacía es de Pedro; que el Resucitado se apareció primero a Cefas (Lc 24, 34; Hch 2, 23; 1 Cor 15, 5) y que éste sería uno de los fundamentos de su primacía, los cuatro evangelios afirman que Jesús se apareció primero a María Magdalena (Mc 16, 1-8; Mt 28, 1-10; Lc 24, 1-10; Jn 20, 11-8). Así, podemos definirla también como “apóstola”.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
21 de julio 2024
Domingo XVI del Tiempo Ordinario – Marcos 6, 30-34

“JESÚS VIO UNA GRAN MUCHEDUMBRE Y SE COMPADECIÓ DE ELLA, PORQUE ERAN COMO OVEJAS SIN PASTOR”
Siguiendo nuestro camino de fe y amor a Jesucristo a través de las celebraciones del Ciclo B en este año litúrgico de 2024, la Iglesia nos presenta para este decimosexto domingo ordinario el regreso de los discípulos de Jesús de la misión que el Señor les encomendó.
El domingo pasado reflexionábamos sobre el envío de los discípulos a una labor misionera. Y hoy, en ese mismo contexto, se nos invita a contemplar y rezar sobre el regreso de los discípulos de la misión a la que Jesús los envió. Escuchando a sus discípulos compartir sobre el trabajo hecho, Jesús muestra su sensibilidad humana, expresando el amor, afecto y cuidado, invitándoles a retirarse a un lugar tranquilo para que puedan descansar.
En nuestro día a día de trabajo y obligaciones de la vida, el descanso es importante y fundamental para reponer energías, cuidar nuestra salud, pensar y repensar nuestro pasado y presente y planificar nuestro futuro. En el evangelio presentado, además de la invitación de Jesús, es necesario destacar también la razón por la que el Señor les pidió que salieran solos a un lugar de descanso. Precisamente porque, como dice el mensaje, los discípulos ni siquiera tenían tiempo para comer.
La falta de tiempo es una realidad en el mundo de hoy, especialmente en los centros urbanos, mucha gente no tiene tiempo para comer, dormir, pasar con sus familias o divertirse, y esto ha afectado enormemente al sentido de la vida de las personas. La conciencia de Jesús de la necesidad de descanso de los discípulos se refleja también en cada uno de nosotros.
Como muchos saben, los retiros espirituales son esenciales en la vida cristiana. En un retiro, además del descanso físico, podemos tener una experiencia con Dios a través del encuentro con Cristo en la oración y el silencio. Que la liturgia de la palabra de este domingo nos ayude a dedicar tiempo a Jesús y a retirarnos con él y experimentar la profundidad del amor y la compasión de Dios que nos trae paz, esperanza y comunión.
Toda persona tiene necesidad de paz, de acogida, de contemplar un horizonte que le haga comprender el sentido de su existencia, y esto es lo que la muchedumbre vio en el Señor y en sus discípulos. Esa muchedumbre, desorientada como ovejas sin pastor, sin conocer el camino de la verdadera realización, lejos de la verdad de Dios, encuentra en Cristo el valor y la luz de la vida. Jesús se compadece de todos aquellos que, aun perdidos en el camino de la historia, buscan el amor, la justicia y desean la paz, y por eso quieren promover el Reino, alimentados por la fuerza transmitida por el Señor.
La primera lectura sigue la misma línea del evangelio, donde una profecía de Jeremías (23, 1-6) expresa su rechazo a los reyes de Judá que se comportaban como falsos pastores y no tenían ningún compromiso con el pueblo. En cambio, el salmista expresa su esperanza en Dios, diciendo: “El Señor es mi pastor y nada me falta” (Sl.22).
La segunda lectura de la carta a los Efesios (2, 13-18) se reconoce que Cristo destruye todo lo que trae división y enemistad, y en Él encontramos la paz. Comencemos esta semana animados por el deseo de estar con Cristo, de descansar con Él y de renovar nuestro compromiso de discípulos para proclamar a Jesús como nuestro pastor que se compadece de nuestros dolores e incertidumbres y nos invita a disfrutar de la tranquilidad de estar con Él.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
14 de julio 2024
Domingo XV del Tiempo Ordinario – Marcos 6, 7-13

“Llamó Jesús a los doce y los envió de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos”
El llamado y el envío de Jesús a sus discípulos se define como una entrega de total amor a la misión de formación del Reino de Dios. Esta acción de Jesús de llamar y enviar a los discípulos al trabajo misionero es presentado en los evangelios de Marcos (6, 7-13) y Mateo (10, 5-15).
Al celebrar el decimoquinto domingo ordinario de este año la liturgia de la Iglesia propone que reflexionamos nuestra vida de fe a partir de la escucha del llamado de Jesús a los discípulos relatado en el mensaje de Marcos para que confiando en Dios cumplamos el servicio de promover la autoridad de Cristo a todos. Esa autoridad no se basa en un poder del mundo constituido por la política, por la violencia, por la dominación o por alguna otra forma de poder del mundo.
La autoridad de Cristo se basa en un poder divino que se constituye por el compromiso de amor de hacer todos vivir y promover la paz, la fraternidad y la justicia. El evangelio de Marcos en muchos aspectos nos presenta un lenguaje primitivo del pueblo judío, en el mensaje de hoy tenemos el término “espíritus inmundos” que era utilizado como referencia a demonio.
En el tiempo del exilio babilónico demonio pasó a ser un término que comprendía una persona enferma del cuerpo o de la mente. El poder que los discípulos tienen en nombre de Cristo es un poder purificador de los males que afectan la existencia humana que consecuentemente puede presentar a toda persona.
Podemos acoger el hecho de Jesús orientar a sus discípulos a llevar por el camino nada más que un bastón y andar de sandalias como una forma de entender que quien sigue a Cristo no debe estar condicionado y ni ser controlado por las imposiciones de bien estar en el mundo. Lo que debe condicionar y valorar la vida del discípulo cristiano es el compromiso amoroso de servir a los demás en la misión transmitida por Jesús para la conversión a la verdad de Dios.
La primera lectura destaca la fidelidad al Señor del profeta Amós que siendo verdadero en su compromiso con Dios hizo que sus profecías confrontasen al Rey Jeroboam haciendo que por orden de Amasias se refugiase en Judá (Am 7, 12-15).
En el salmo encontramos la bellísima mensaje sobre la nación que busca al Señor, que además de vivir en paz contempla la misericordia, la fidelidad y la justicia de Dios (Sl 84).
En la segunda lectura encontramos un mensaje que nos provoca a reflexionar sobre los efectos de la palabra de Dios en nuestra vida que nos lleva a la sabiduría y prudencia en la unidad con Cristo (Ef. 1, 3-14).
El envío de los discípulos en dos en dos indica a nosotros que la misión cristiana no se hace individualmente pero en una vida de comunión de hermanos unidos por el reconocimiento de que en Jesús seguimos la verdad divina, el hecho de sacudir el polvo de los pies al salir de un lugar en que los discípulos no son recibidos o no los son escuchados nos traen un significado de evitar la contaminación de los que niegan la paz y la comunión fraterna de respeto, acogimiento y caridad.
Que todos los que profesan la fe en Dios tengan una vida de discipulado constante a Jesús y fieles a sus palabras prediquen la conversión al evangelio liberador y sanador de los demonios y enfermedades presentes en la humanidad.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
07 de julio 2024
Domingo XIV del Tiempo Ordinario – Marcos 6, 1-6

¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María...?”
La Iglesia abre en este domingo la decimocuarta semana del camino litúrgico de este año presentándonos el comienzo del capítulo seis del evangelio de Marcos, que nos narra el regreso de Jesús a su ciudad de origen, Nazaret. Es importante señalar que los discípulos le acompañaban, lo que nos muestra fidelidad y compromiso al servicio del Señor.
Como Jesús era un judío que practicaba la religión de su pueblo, fue como de costumbre a la sinagoga en el día de sábado y comenzó a enseñar a la gente, despertando la admiración y la atención de muchos. Algunos de ellos se escandalizaban de todo lo que Jesús decía, enseñaba y hacía con ellos.
Las preguntas históricas personales que se hacían sobre Jesús revelan que no comprendían la naturaleza divina presente en Cristo. No podemos definir a Jesús como un ser humano como los demás, esto nos impide comprender en profundidad quién es verdaderamente Cristo y por qué le llamamos nuestro Señor.
Hay que entender a Jesús como aquel que revela al mundo el amor y la misericordia de Dios precisamente a través de todo lo que enseña y practica. Si no miramos a Jesús con ojos de fe, no seremos capaces de identificar el poder de Dios presente en él, porque es a través de la fe que alimentamos nuestra esperanza en una vida de paz.
Las personas que presenciaron las acciones de Jesús en la Sinagoga de Nazaret no lo reconocieron como alguien que manifestaba el poder divino. Debido a esta falta de reconocimiento, el propio mensaje dice que el Señor no pudo realizar muchos milagros allí, sino que sólo sanó a unas pocas personas imponiéndoles las manos. El toque sanador de las manos del Señor es liberador porque nos hace sentir la bondad de Dios que sólo encontramos en Cristo.
La liturgia de la palabra de este domingo es muy clara sobre los desafíos en la vida de los que aman a Dios y quieren seguir la luz de Jesús. La primera lectura nos presenta la misión profética de Ezequiel, con la difícil tarea de anunciar el Reino a un pueblo rebelde, desobediente, airado e indiferente a Dios. Sin embargo, aunque el pueblo no escuche al profeta, debe haber alguien entre ellos que proclamaba la Palabra de salvación (Ez. 2, 2-5).
El salmo, como ya hemos dicho, nos invita a mirar al Señor, si por casualidad nos sentimos sin esperanza, lejos de la paz y la alegría, miremos a Dios, que está en lo alto de los cielos, para que nos conceda la fuerza y la valentía que la vida nos exige (Sal. 122).
En la segunda lectura, el apóstol Pablo dice que, para evitar su orgullo humano en medio de la grandeza de las revelaciones que le fueron pasadas, le fue dada una "espina en la carne". En esta condición, que simboliza el sufrimiento, Pablo expresa que en su súplica a Dios le fue dicho: "Bástame mi gracia, pues en la debilidad se manifiesta la fuerza" (2Cor. 12, 7-10) es en la miseria humana, en la exaltación de nuestra debilidad que la fuerza divina de Cristo se manifiesta en nuestras vidas.
El Evangelio concluye diciendo que Jesús recorría las aldeas enseñando, así que, como discípulos de Jesús, sigamos nuestra vida de fe y misión viviendo el evangelio del amor, la alegría y la paz.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
30 de junio 2024
Domingo XIII del Tiempo Ordinario – Marcos 5, 21-43

“Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud”
El Evangelio de este decimotercer domingo del tiempo ordinario nos invita a reflexionar sobre nuestra cercanía a Cristo, la mujer con hemorragias y la joven moribunda recuperan la vida en su encuentro con Jesús. De nuevo tenemos un relato de Jesús en pleno ejercicio misionero en otra orilla del lago de Galilea.
Lo primero que hay que destacar de este mensaje es el hecho de que quien buscó a Jesús, clamando al Señor por la curación de su hija, era un jefe de sinagoga llamado Jairo, una persona religiosa que adoraba a Dios porque dirigía una sinagoga. Este hombre, a pesar de su vida espiritual y de su comprensión de Dios, reconoció en Jesús la fuerza que necesitaba su hija y suplicó al Señor que la tocara con sus manos para que sanara.
La otra persona es la mujer que sufría una hemorragia desde hacía doce años, y que no sólo no podía curarse con tratamiento humano, sino que además era considerada religiosamente impura y por tanto, excluida de la sociedad.
La búsqueda de Jesús tanto por el jefe de la sinagoga como por la mujer de la hemorragia nos indica la perseverancia en la fe a través de la certeza de que en Cristo está el poder sanador y restaurador de la vida para todos aquellos que están dominados por situaciones de muerte y falta de dignidad humana.
La primera lectura nos muestra un pasaje del comienzo del libro de la Sabiduría que alimenta nuestra esperanza mediante la enseñanza de que Dios creó al hombre para una vida verdadera y digna porque la criatura divina es sana sin contaminación mortal (Sab 1, 13-15; 2, 23-24).
El salmo evoca la bondad del Señor, nuestro Dios, a través de la súplica penitencial de quienes claman misericordia sabiendo que la ira del Señor es insignificante comparada con su amor infinito (Sal. 29).
En su segunda carta a los Corintios, Pablo insiste en la necesidad de que quienes sirven a Cristo tengan un corazón generoso unos con los otros, porque la pobreza material de Jesús enriquece a las personas con dones divinos que conducen a la fraternidad, la paz y la justicia (2Cor. 8, 7.9.13-15).
Que la palabra de Dios que se nos transmite en la liturgia de este domingo nos haga vivir una vida cercana a Jesús, tocar a una persona indica el deseo de estar cerca de ella, la mujer con hemorragia quiso tocar el manto de Cristo, el jefe de la sinagoga quiso que Jesús tocara a su hija y al hacerlo ambas sanaron. Que purifiquemos nuestra naturaleza humana y sanemos nuestro interior de todo mal mediante la unidad con nuestro Señor Jesucristo.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
29 de junio 2024
Solemnidad de San Pedro y San Pablo - Mateo 16, 13-19

"Y ustedes, ¿quién decís que soy yo?"
Hoy celebramos la solemnidad en honor de los apóstoles Pedro y Pablo, considerados los pilares de la misión universal de la Iglesia. La historia nos dice que estos dos hombres ejercieron un importante liderazgo entre los apóstoles, lo cual es motivo para alimentar nuestra vida de fe y esperanza como verdaderos seguidores de Cristo, discípulos y misioneros en un mundo herido que necesita expandir la promoción del amor y la paz a través de la comunión con Dios.
En Pedro y Pablo encontramos dos referencias fundamentales a la naturaleza de la vida cristiana: reconocer quién es Jesús y el significado de la conversión a Él. Pedro profesó que Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios vivo; Pablo se convirtió de perseguidor de Cristo al mayor proclamador del Evangelio.
La misión del cristiano va mucho más allá de confiar y esperar en la gracia divina que nos da aliento y fuerza ante los desafíos de la vida. El verdadero cristiano acoge el Evangelio de Jesús, haciéndolo la ley de su existencia, como hizo el apóstol Pablo, que siendo fiel a la ley judía reconoció que el amor de Cristo es la ley más grande de todas.
El pueblo de Israel esperaba al Mesías, el ungido de Dios que vendría al mundo para la salvación de la humanidad. En un momento dado, Jesús preguntó a sus discípulos: "Y ustedes, ¿quién decís que soy yo?" (Mt. 16, 15) Pedro, movido por el Espíritu Santo, respondió que él era el Mesías esperado por el pueblo.
El reconocimiento que Cristo es la revelación de Dios es la roca sobre la que estamos edificados como Iglesia, lo que para nosotros establece la primacía de Pedro como portador de las llaves del reino de los cielos. El mayor don que podemos poseer en nuestra vida es el amor divino de Cristo, dice Pablo con extrema grandeza: "Podría tener todos los dones del mundo, pero sin amor no sería nada" (1Cor. 13, 2).
La primera lectura (He. 12, 1-11) nos presenta que la comunidad cristiana, representada por Pedro, tiene como misión dar testimonio de la fe en Jesucristo y en su plan de salvación. En esta misma línea, el salmo (Sal. 33) evoca nuestra fidelidad al Señor en medio de las circunstancias de la vida, porque Dios nos libra de todos los temores.
En la segunda lectura (2Tim. 4, 6-8; 17-18) el autor sagrado que escribe esta carta a Timoteo se refiere a Pablo como una persona que se ha dejado transformar totalmente por el amor de Jesucristo y su Evangelio. Como pueblo santo de Dios que forma una Iglesia misionera que tiene en el testimonio de los apóstoles Pedro y Pablo los pilares de su edificación, vivamos y promovamos el amor de Cristo como sentido de la única y verdadera ley de nuestra historia.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
24 de junio 2024
Solemnidad de la Natividad de Juan Bautista
Lucas 1,57-66.80

“¿Qué va a ser este niño?”
La Iglesia celebra hoy solemnemente la natividad de San Juan Bautista, precursor de Jesucristo que preparó los corazones de los hombres para recibir el mayor misterio presentado al mundo, que es la revelación de Dios en la persona de Jesús. Esta celebración es un momento significativo para profundizar y reflexionar sobre nuestra misión como cristianos en el mundo.
Juan Bautista surgió entre la humanidad e hizo de su historia el ejemplo máximo de la realización misionera de quienes reconocen que la vida debe ser confiada totalmente a Dios a través del ejercicio de conducir a las personas a la inserción en los misterios divinos.
La liturgia de la Iglesia presenta para esta solemnidad un relato del primer capítulo del evangelio de Lucas donde Isabel y Zacarías siguieron la costumbre del pueblo judío en la que recomendaba que al octavo día del nacimiento los padres circuncidaran a su hijo y al mismo tiempo hicieron el registro personal.
Isabel y Zacarías causaron asombro cuando anunciaron el nombre del niño como Juan Bautista, ignorando las normas comunes de las familias judías de que el primer hijo debería llevar el nombre de su padre. Isabel y Zacarías, siendo de avanzada edad, sabían que el niño que habían creado era portador de un misterio de Dios, por eso le pusieron el nombre de Juan, que en hebreo se expresa como 'Jehová', lo que indica que es un persona agraciada que se comprende que Dios es misericordia.
El nacimiento de Juan Bautista inicia la ruptura de las tradiciones religiosas de la antigua alianza, trayendo la luz de la esperanza en el cumplimiento de las profecías que anunciaban la futura revelación de Dios para la liberación de la humanidad, así tenemos el sentido de la clasificación de Juan Bautista como el más grande de todos los profetas.
En la primera lectura tenemos la profecía del segundo libro de Isaías en la que dice: “Yo os haré luz de las naciones, para que mi salvación llegue hasta los confines de la tierra” (Is.49,1-6) este mensaje nos pone en línea directa con la vida de Juan Bautista quien su testimonio se convirtió en luz para el pueblo de Israel.
El salmo nos trae la hermosa súplica de quien reconoce que Dios está en lo más íntimo de nuestro ser porque nos sondea y nos conoce (Sal.138). La segunda lectura nos trae el famoso mensaje que resume la misión de Juan Bautista en el mundo, que a través de su bautismo de conversión todos puedan estar preparados para acoger al Salvador Jesucristo. Juan, quien a pesar de ser aclamado por muchos, les declaró que no era digno ni siquiera de desatar las sandalias del que vendría después de él (Hechos13,22-26).
Que la celebración de la Natividad de Juan Bautista fortalezca en nosotros la esperanza de ver un mundo convertido al amor de Cristo y que tengamos un compromiso renovado de proclamar y testimoniar a Jesús como el Dios verdadero.
Padre Marcelo Oliveira, SVD – Nicaragua
23 de junio 2024
Domingo XII del Tiempo Ordinario
Marcos 4, 35-41

“¡Vamos a la otra orilla!”
Jesús, después de hablar a sus discípulos en dos parábolas sobre la formación del Reino de Dios, los invita a un desafío misionero de ir al otro lado del Mar de Galilea, una región de pueblos no judíos y paganos. Ciertamente los discípulos tenían temor de ir a un lugar donde la gente no expresaba fe ni practicaba religión, además tuvieron problemas durante la travesía, un fuerte viento arrojaba las olas contra ellos en la barca.
Podemos entender esta realidad de preocupación y miedo de los discípulos como una consecuencia que surge en la vida de quienes se someten a las palabras y a la misión de Jesús por la aceptación y la fidelidad. El anuncio y promoción del evangelio de Cristo nos pone en confrontación con el mundo, el momento actual en el que hay una fuerte negación y distorsión de la Palabra de Dios, de la persona de Jesús mismo, incluso del pontificado del Papa Francisco así lo revela a nosotros.
A través de las enseñanzas de Jesús tenemos esperanza y fe en la gracia de Dios que nos anima a seguir el camino de la vida con entusiasmo y alegría sabiendo que Dios, una vez revelado a la humanidad en la persona de Jesucristo está presente en nuestra historia.
El hecho de que Jesús calma el viento y el mar y luego reprende a sus discípulos interrogándoles sobre su fe nos indica que caminar con Cristo es caminar con Dios y sentir su fuerza, luz y protección. La primera lectura, del libro de Job, relata el drama humano y sus sufrimientos, el mensaje nos ayuda a reflexionar sobre la finitud y pequeñez del ser humano, que no siempre puede comprender la lógica de los planes divinos.
Sin embargo, Dios cuida constantemente la obra de la creación.(Job38,1.8-11) La oración del Salmo nos anima a confiar siempre en la bondad del Señor dando gracias porque sabemos que su misericordia es eterna(Sl106). En la segunda lectura, Pablo reflexiona sobre las motivaciones y principios que guían su actividad apostólica. Comparte con la comunidad de Corinto su experiencia del amor de Cristo(2Cor.5,14-17).
Por tanto, nuestra misión tiene como único objetivo dar a conocer este amor. Que sepamos vivir para Cristo y especialmente con Cristo para que nuestra vida sea para Dios, que los diversos caminos que la vida nos impone los realicemos junto a Jesús, para que con sabiduría y protegidos de todo mal venzamos los vientos contrarios que agitan las olas del mar de nuestra existencia.